Devaluar el yuan no es un subproducto de la política
Entre el 11 y el 13 de agosto pasado, la relación yuan/dólar aumentó 4,6%. Dado el tamaño de la economía china, dentro de la economía mundial, el hecho suscitó la atención periodística y dio lugar a los más diversos análisis y especulaciones. ¿Por qué los chinos decidieron devaluar su moneda; qué le ocurrirá en la Argentina a los exportadores de soja y a quienes fabrican bienes que compiten con las importaciones chinas?
Al respecto conversé con el checoslovaco Alexandre Kafka (1917-2007), cuya familia migró a Brasil cuando Adolf Hitler invadió su país natal. Me interesó su opinión porque a partir de 1966 y durante 22 años representó a Brasil, Colombia, República Dominicana, Haití, Panamá y Perú, en el directorio del Fondo Monetario Internacional (FMI).
-Su nombramiento fue cuestionado, pero contó con una valiosa defensa.
-En efecto, Roberto de Oliveira Campos cuenta en sus memorias que él me propuso, y que cuando un coronel del ejército lo increpó, porque implicaba entregar un puesto económico estratégico a un ciudadano checo, recién naturalizado, Roberto -caliente porque los nacionalistas lo estaban insultando- le respondió que había muchos brasileños mal nacidos, que vinieron al mundo en el país por accidente biológico, y que era preferible optar por un hombre de edad madura, que habiendo estudiado en Inglaterra (en Oxford), había optado por Brasil como su nueva patria.
-¿Por qué devaluó China su moneda?
-En 2003, la relación yuan/dólar era de 8,28. En la última década, la moneda china se apreció en términos de la de los Estados Unidos, dado que el referido tipo de cambio cayó a 7,60 en 2007, a 6,46 en 2011 y a 6,20 en el último día de 2014. Haber aumentado el tipo de cambio a 6,40 por dólar en todo caso corrige en una mínima parte la apreciación cambiaria observada en los últimos años.
-¿Por qué lo hizo?
-Al contrario de lo que ocurre en Brasil o Grecia, la decisión no fue subproducto de una fuerte crisis política. Por lo demás, las autoridades chinas son conscientes de que, dado el tamaño de su economía en el concierto mundial, no se pueden dar el lujo de comprometer el funcionamiento del sistema económico. En épocas de crisis se habla de "la importancia de ser poco importante". En cualquier país, en cualquier momento, se pueden comprar US$ 20, pero no siempre se puede adquirir un millón de dólares.
-¿Y entonces?
-La explicación más sencilla y directa es que los chinos están enfrentando problemas de competitividad y los resuelven devaluando. Esta explicación privilegia las razones comerciales a las financieras y es congruente con el hecho de que China no tiene un mercado de cambios liberalizado.
-¿Les alcanzará con un aumento de 4,6% del tipo de cambio?
-Imposible saberlo. A propósito, no hay que prestarle atención a la declaración del Banco Central de China, en el sentido de que el ajuste ya terminó, porque nadie va a anunciar que seguirá devaluando. Esto sólo se sabrá con el paso del tiempo.
-¿Podrá haber vuelta atrás?
-No tomaría decisiones sobre la base de esta hipótesis, pero corresponde destacar un punto que Rudiger Wilhelm Dornbusch explicó en una monografía publicada en 1976. Cuando se produce alguna alteración en un sistema económico, algunos mercados ajustan con más velocidad que otros. En particular, el mercado cambiario ajusta de manera instantánea. Por ende, cuando se produce alguna alteración, la modificación inicial del tipo de cambio exagera la modificación final, en otros términos, se produce sobreajuste. Ocurrió en la Argentina, luego del abandono de la convertibilidad, cuando el tipo de cambio aumentó de $ 1 a $ 4, pero luego no siguió subiendo a 8 pesos, sino que bajó a 3 pesos.
-¿Qué le ocurrirá a los exportadores argentinos de soja y a quienes fabrican productos que compiten con importaciones chinas?
-La respuesta está en la dosis, de la misma manera que para saber si el vino emborracha hay que averiguar si determinada persona tomó un sorbo o cuatro litros. La modificación cambiaria por la que usted me consultó no parece cambiar mucho la realidad, en el plano comercial.
-Don Alexandre, muchas gracias.
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