Deuda. Para una calificadora de riesgo, habría que volver a reestructurar si no se genera confianza
Luego de cerrar con una adhesión del 93,5% la reestructuración de la deuda en dólares bajo ley extranjera (que se extiende al 99% con la activación de las cláusulas de activación colectiva), la Argentina deberá generar las condiciones para restablecer la credibilidad en los mercados internacionales, ya que en unos años deberá recurrir nuevamente a ellos para refinanciar los vencimientos que se postergaron con esta negociación. Así lo dice Gabriel Torres, Vice President y Senior Credit Officer de la agencia de calificación de riesgo Moody's y analista principal para el gobierno argentino.
Para el analista económico, el Gobierno logró ganar tiempo al patear los vencimientos de la deuda y ahora deberá lograr lo mismo cuando negocie un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). "Hay incentivos de ambas partes para llegar a un acuerdo, pero no será fácil", indicó en una entrevista con LANACION.
Torres dará mañana a las 11 una charla interactiva sobre visión de Moody's acerca de la reestructuración de la deuda, la forma en la que se financiará el Gobierno, el acuerdo con el FMI y el ajuste fiscal.
—Que haya tenido un nivel alto de aceptación la reestructuración ¿habilita a que sea más fácil acceder nuevamente al mercado externo o qué habrá que tener en cuenta?
—Es mejor una adhesión alta que no tenerla. Primero, si es lo suficientemente alto, no habrá lugar para ningún tipo de demanda legal, porque estarán todas las diferentes cláusulas con las mayorías suficientes, con lo cual se cierra una etapa. Pensemos en el dolor de cabeza que representó la reestructuración que siguió al default de 2002 y 2003, que tardó más de una década en resolverse, en parte porque la adhesión no era alta. Por eso, es un paso muy importante. Lo que no hace esto es resolver los problemas de fondo, de la macro o, incluso, de la deuda misma. Porque una vez que esto termine, la Argentina tendrá más flexibilidad de pago en los próximos años, pero igual tendrá una deuda grande en dólares que tendrá que financiar en algún momento y ahí tendrá que volver a los mercados.
—A partir de 2026, los vencimientos de pagos vuelven a ser altos. Si la Argentina no logra volver a los mercados para refinanciar la deuda, ¿cree que hay posibilidad de que tenga que volver a reestructurar?
—Sí, la probabilidad es alta. Hay un debate en la Argentina que dice que el país paga su deuda en base a crecimiento y, por lo tanto, si el país crece, de algún modo obtiene los recursos para pagarlo. Pero la Argentina paga su deuda con acceso al mercado. Ningún país paga su deuda con recursos del día a día, lo paga emitiendo nuevos bonos. La pregunta que nos hacemos es qué sucede acá que hará que los mercados estén dispuestos a prestarle a la Argentina futura. Por ahora poco. Porque para que le presten a futuro, el mercado necesitará ver que hay credibilidad, que hay un plan económico consistente, que los operadores de mercado y los potenciales bonistas confían que esta vez les pagarán, si le prestan de nuevo dinero.
—Cuándo se analiza la quita que tuvo la Argentina en el capital de la deuda, fue leve. Lo que se logró fue posponer los vencimientos y bajar la tasa de interés. ¿Esto avala la teoría de algunos economistas que dicen que el problema del país era de liquidez y no de solvencia?
—Es muy difícil diferenciar cuándo es un caso y el otro, según cómo se lo plantee una cosa es lo mismo que la otra. Si nunca tenés liquidez, tarde o temprano se convierte en un problema de solvencia. Se puede decir que la deuda que la Argentina tiene que refinanciar a futuro, cuando se ve el perfil de pagos, no debería ser tanta si hay acceso a los mercados; hablamos de cantidades de 2% del PBI, no debería ser un problema. El tema será la credibilidad que tenga la Argentina en los mercados en dólares afuera, doméstico y en pesos.
—Durante la negociación se habló mucho de la exit yield, que veremos ahora de cuánto es cuando los acreedores reciban los nuevos bonos y empiecen a cotizar. El acuerdo se cerró con el supuesto de una tasa del 10%. ¿Cree que será esa finalmente en la que coticen los nuevos títulos?
—No sé, porque eso lo dirá el mercado. Una exit yield de 10% es muy alta igual, porque eso quiere decir que mañana, si la Argentina le pide dinero prestado al mercado, lo haría a 10% en dólares, que es altísimo e insostenible. Recordemos que el Gobierno dijo que 7% al que pidió prestado la administración anterior era mucho, entonces 10% es aún más. Ese 10% deberá bajar, si la Argentina tiene alguna esperanza de volver a pagar su deuda. Porque ahora, con la reestructuración, pagará en promedio 3% de interés, pero toda esa deuda tarde o temprano se reemplazará por nueva deuda y esa no pagará 3%, será más alta. Y esa es la pregunta: ¿cuál es la tasa? Y las tasas a las que pide prestado el Gobierno muchas veces actúan como un piso o como un punto de referencia para la tasa que puede pedir prestado el resto del mercado privado. Si pensamos que en algún momento habrá esperanza de que haya inversión en Vaca Muerta, si hay que pedir prestado al 10%, hay muchos proyectos que se vuelven inviables.
—¿Cómo impacta en la esta tasa la decisión del Gobierno de declarar servicio público al sector de telecomunicación y regular sus ingresos con tarifas, que implica un cambio en las reglas de juego para la industria?
—Puede tener un impacto, aunque no es tan directo, porque en principio pueden hacer eso y seguir pagándoles. Todavía hay que ver qué es lo que sucede. Esto podría significar dos cosas: que las empresas no van a poder aumentar sus ingresos y por lo tanto no tendrán suficiente dinero para invertir, por lo cual tendrá connotaciones económicas, o que de algún modo el Gobierno las compensará, como ha hecho con subsidios a la energía eléctrica, que tiene un costo fiscal. Sea como sea, el impacto económico fiscal es negativo. Ahora, si esto dura solo hasta fin de año y es parte de una política inflacionaria y luego se quita, es una situación diferente. Pero cuando estas cosas suceden, muchas veces se quedan para siempre.
—¿Cómo puede ayudar al Gobierno en temas de credibilidad cerrar un nuevo acuerdo con el FMI, que luego tiene un rol de auditor?
—Al FMI hay que empezar a pagarle el año que viene y la cantidad grande de vencimientos es en 2022. El poder postergar los pagos significa que la Argentina no tiene que salir a pedir préstamos para poder devolver al FMI. El tema es que es muy diferente negociar con el Fondo que con los bonistas, primero porque no hay quitas y segundo porque el Fondo siempre lo hace con algún tipo de acuerdo; presta el dinero pero pide que le demuestren que lo que se está haciendo es sostenible. Para muchos, en el mercado es una especie de auditor. No sé qué es lo que el Gobierno está dispuesto a aceptar de parte del Fondo. Por ejemplo, ver algún tipo de metas fiscales, seguramente, pero es una cuestión de la velocidad, no es que el año que viene el Fondo dirá que hay que ir a un superávit, pero dirá que habrá que tenerlo en algún momento.
—¿Cómo cree que será esa negociación, teniendo en cuenta que coincidirá con un año electoral?
—Creo que hay incentivos de ambas partes para llegar a un acuerdo, pero no será fácil. De algún modo el Gobierno tomará algunas decisiones; la más grande fue el cambio en la fórmula de jubilaciones, que tomo como una señal para el Fondo. Si no lo hubieran hecho por su cuenta, es muy probable que el FMI hubiese pedido algo parecido. El organismo dice que no hay capacidad de mantener este nivel de gasto, porque no hay cómo financiarlo, algo tiene que bajar y jubilaciones y todo lo que es prestaciones sociales es el segmento más grande del gasto público. Ahí ya hubo una decisión. Habrá algún tipo de ajustes, la pregunta es cuándo.
—¿Tienen hecha alguna estimación de cuánto del gasto de este año es transitorio y cuánto permanente y cómo se podría financiar? ¿Hasta cuándo se puede financiar con el Banco Central?
—No creemos que es viable financiarlo solo con el Banco Central a largo plazo, pero hemos escuchado al ministro decir eso. El Gobierno ha dado a entender que no pretenden que sea para siempre. Creemos que el gasto debería caer bastante para el año que viene y los ingresos aumentarán. Pero el problema grande que tiene la Argentina es que no tiene mercado de deuda propia. En febrero pasado estaban los bonos AF20, los que pagaban en pesos pero ajustados al tipo de cambio nominal, y la Argentina hizo default para nosotros, porque postergó el pago porque no consiguió financiamiento en su propia moneda por el equivalente al 0,3% del PBI, que no debería ser un problema. La Argentina tiene este problema que data de mucho más tiempo que esta administración, que es el resultado de alta inflación, corralitos, la nacionalización de las AFJP, todas cosas que fueron destruyendo el mercado de capitales argentino a través de los años, y que es muy diferente de lo que sucede en Brasil, que tiene déficits muy altos, pero nadie duda que puede financiarlos porque tiene un mercado propio en su moneda muy desarrollado, lo que es una enorme diferencia.
—Luego del cierre de la reestructuración de la deuda en dólares bajo ley extranjera, más el canje en dólares bajo legislación local, ¿la Argentina sale del default? Por otro lado, ¿cuándo entró el país en default técnicamente?
—El primer default para nosotros fue el año pasado, cuando se postergaron las deudas de corto plazo. Ahora, nuestra definición formal de cuando metemos a un país dentro de la calificación de default es solo cuando hacen eso con deuda de largo plazo, y eso sucedió bajo este gobierno, cuando dejaron de pagar primero en pesos en febrero y luego cuando postergaron en mayo el vencimiento en dólares. Cuando uno mira cuándo se activaron los seguros del Credit Default Swaps (Comité de Determinaciones de Derivados de Crédito, CDS por su sigla en inglés) fue con el default de mayo.
—¿Salió del default el país ahora?
—A partir del viernes supongamos que ya cierra todo y la Argentina no estaría más técnicamente en default, pero habría que ver a futuro lo que hará, dada la nueva estructura de pagos. La Argentina se está dando varios años para no tener que ir prácticamente a los mercados internacionales, habrá que ver si se aprovecha ese tiempo o no.
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