Desde que se anunció, el billete de $2000 perdió un 20% de poder de compra
Además, en términos reales vale un 85% menos que el papel de $1000 al momento de su lanzamiento
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En las calles del país ya circulan los primeros billetes de $2000. Oficialmente, se convirtió en el papel moneda con mayor denominación de la Argentina, pero, al mismo tiempo, también es el que nació más depreciado. Desde que el Banco Central (BCRA) anunció que lo emitiría, a principios de febrero, el avance de la inflación erosionó su poder de compra en un 21%.
“Cuatro meses después de su anuncio, el mismo billete debería valer más de $2511 para adquirir la misma cantidad de bienes que con $2000 en febrero de este año. Además, en términos reales vale 85% menos que la pieza de $1000 al momento de su introducción en diciembre de 2017. A la luz de estos datos, la problemática transaccional del efectivo está muy lejos de ser solucionada”, comparó un informe de GMA Capital.
Cuando el billete de $1000 se incorporó a la billetera de los argentinos, tenía un poder de compra muy superior. En ese entonces, si se quería ahorrar en dólares, se podía ir al banco y comprar US$57,01 al tipo de cambio minorista (cotizaba a $17,54).
O, en caso de ir al supermercado, se podía llenar el changuito. Alcanzaba para comprar un kilo de nalga ($156,47), un kilo de asado ($132,38), dos pollos enteros ($79,26), un kilo de queso cremoso ($147,68), una docena de huevos ($33,94), una botella de 1,5 litros de aceite de girasol ($55,52), cinco sachets de leche ($114), dos paquetes de yerba ($68,10), diez potes de yogur firme ($212,40), un pan de mesa ($46,63), dos paquetes de arroz blanco ($44,20) y una botella de cerveza ($41,06). Así y todo, sobraban $0,74, según datos del informe de Índice de Precios al Consumidor (IPC) del Indec de esa fecha.
Lo mismo sucede si se contrasta con el lanzamiento del billete de $100, que entró en circulación el 1° de enero de 1992. En ese entonces regía la Ley de Convertibilidad, por lo que era equivalente a ahorrar US$100. Hoy, en caso de ser uno de los pocos argentinos habilitados para comprar dólares en el banco, ese mismo billete alcanza para hacerse de apenas US$0,24 (cotiza a $403,45). Si se está excluido del mercado oficial por el cepo cambiario, en las cuevas darían a cambio solo US$0,20 (el blue cerró el miércoles a $493).
“Al momento de su lanzamiento, en enero de 1992, el billete de $100 compraba una canasta de bienes y servicios equivalente a $35.000 hoy. El de $500 en julio de 2016 tenía un poder adquisitivo de $8800 a precios de hoy y el de $1000, $13.300. De hecho, el billete de $100, justo antes de que comience a circular el de $500, adquiría casi lo mismo que el nuevo billete ($1800 contra $2000)”, contrastaron desde GMA Capital.
Actualmente, los $100 ni siquiera se consolidan como la moneda de cambio. En caso de ir al supermercado, se podrían comprar tres jugos en polvo ($99,99) o dos turrones ($92,8). También un paquete de pipas de 25 gramos ($62,13) u optar por un solo paquete de chicles ($52). Otra opción es una lata de choclo ($87). O un yogur que se encuentra bajo del programa del Gobierno de Precios Justos ($64,6). Si sobra plata y se recibe el cambio en monedas, que son más valiosas por el metal que por su valor monetario.
“La pérdida de poder adquisitivo de nuestra moneda se está acelerando y su nominalidad está en su nivel más bajo desde la hiperinflación. El lanzamiento del billete de $2000 no solo llega tarde, sino que no resuelve el problema de su nominalidad. Para mantener el poder adquisitivo del billete de $1000 cuando se lanzó en noviembre 2017, su valor hoy debería ser de $12.000. Por ende, para que el billete de $2000 recupere ese poder de compra, el valor nominal debería ser de $25.000, por lo menos” señaló Damián Di Pace, director de la Consultora Focus Market.
Los economistas coinciden: el billete de $2000 nació viejo. El papel moneda con mayor nominalidad de la Argentina permite ahorrar US$4,05 en el mercado informal, muy por debajo de sus pares nacionales. Mientras que en el supermercado no alcanza para comprar un kilo de nalga (cuesta $.279,52, según el Indec). A lo sumo un kilo de queso cremoso ($1915,94). O para “llenar” un changuito con un aceite de girasol ($909,17), una docena de huevos ($744,62) y un sachet de leche ($271,29). Sobrarían $74,92.
“El nuevo billete no ataca el problema real en la economía diaria, que es la enorme cantidad de efectivo que se maneja en los locales comerciales. Implica un enorme perjuicio para un negocio guardar altas sumas de dinero en efectivo, tanto por la complejidad para operar como por el riesgo de asaltos a los que se ven expuestos. Pero el verdadero problema es la inflación. Por más anuncios que se hagan, no parecen encontrar una solución real, mientras que la emisión de un nuevo billete llega tarde y obliga a pensar en mayores denominaciones”, agregó Fabián Castillo, titular de la Federación de Comercio de la Ciudad de Buenos Aires (Fecoba).
En abril, último dato disponible, el costo de vida se encareció un 8,4% mensual. Mientras que en los primeros cuatro meses del año los precios acumularon un avance del 32% y del 108,8% en su medición interanual. Son los valores más altos desde la salida de la hiperinflación, en 1991.
“Nuestra economía tiene un problema importante, porque comienza a disminuir la demanda del peso argentino en relación con su emisión y oferta en el mercado. Ese dinero excedente en circulación, por encima de lo que necesitamos para satisfacer las demandas de la economía, está generando una pérdida de valor cada vez más veloz para el peso. A su vez, el contexto eleccionario y las internas políticas no colaboran en la generación de confianza y credibilidad por parte del Gobierno para que la política fiscal y monetaria retomen la demanda de dinero”, cerró Di Pace.
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