Desabastecimiento, subas de precios y oportunidades, el impacto del alza del dólar en la economía
No era la primera vez que lo decía, pero, al cabo de otra semana caliente en materia de dólar, con subas en el blue, el contado con liquidación (CCL), el "dólar bolsa" y el oficial, el ministro de Economía, Martín Guzmán, tuvo que repetirlo ante el auditorio del 56º Coloquio de IDEA: el dólar paralelo, que el viernes batió un nuevo récord al cerrar a $178, no impacta en los precios."No representa la realidad argentina", enfatizó. Pero más allá del debate que estas apreciaciones podrían generar, la brecha entre las distintas cotizaciones de la moneda norteamericana tiene un efecto concreto en la economía real.
Desabastecimiento, falta precios, aumentos por cobertura, y distorsiones que crean nichos de altísima demanda; problemas para importar insumos y bienes, y hasta maniobras en el comercio exterior por sobre o subfacturación de operaciones, que terminan erosionando el superávit comercial y las reservas. Traducido: a un Estado al que le faltan dólares se le terminan escapando cada vez más.
"Es una oportunidad única para compradores", afirma el dueño de una concesionaria de autos. "El Gol Trend a $950.000, que con un dólar a $176 son nada más que US$5400. ¿Querés comprar?", agrega. "Hoy hay una percepción de que el metro cuadrado está barato en dólares. Todo el que puede se larga a construir", cuenta, por su parte, un vendedor de insumos del sector de la construcción sobre ese mini auge. "Si abrieras las fronteras tendrías el país lleno de chilenos comprando electrónicos. Son los más baratos del mundo en dólares", grafica el directivo de una empresa que fabrica este tipo de productos en la Argentina. Son ejemplos de lo que podrían definirse como distorsiones "positivas" de corto plazo, para algunos, gracias a la brecha cambiaria y el cepo.
Pero esos casos tienen, individualmente, su contracara. Por ejemplo, el Gobierno tuvo que eliminar los celulares del Programa Ahora 12 porque no puede impulsar la demanda de un bien cuyos insumos provienen de China y que, por lo tanto, implican la salida de dólares del país en un momento de escasez crítica de reservas. Los retailers del consumo masivo, en tanto, prevén una caída de ventas y un encarecimiento de la financiación de esos productos.
En el mundo de la construcción, "el acopio de materiales es feroz en toda la cadena y se compra todo de golpe. Por eso hay faltantes en la red de distribución", cuenta el ejecutivo de una empresa del sector acerero. Y en el rubro automotor hay precios y se mantiene la venta, pero en una concesionaria advierten: "El gran problema es la reposición".
En definitiva, la brecha cambiaria contamina la economía. El viernes, en el caso del dólar blue, respecto del oficial, llegó a 129%. La desconfianza, la emisión excesiva de pesos, la expectativa de devaluación y de mayores aumentos de precios empujan a los argentinos a defender sus ahorros. En otras palabras, a buscar dólares. Amurallado ese acceso por el supercepo, cualquier cosa que se guíe por la divisa norteamericana se vuelve atractiva. Esa voracidad crea burbujas de demanda sin sustento real y complica la oferta de bienes, sobre todo, dolarizados. ¿La consecuencia? Deterioro acelerado de las reservas del Banco Central, volatilidad cambiaria, erosión del superávit comercial y estanflación.
La paradoja es que en la Argentina no faltan dólares. El economista Nicolás Gadano tuiteó en la semana que el 10% del circulante mundial de esa moneda está en el país y el 20% fuera de EE.UU. El economista del Ieral Jorge Vasconcelos dice que el stock de ahorros en esa divisa de los argentinos ronda los US$280.000 millones. "La ampliación de la brecha mejora el poder adquisitivo de esos ahorros y eso temporalmente se refleja en más demanda de autos, de cemento, de materiales de construcción. Pero esa transfusión no es permanente. Depende de las expectativas. Con incertidumbre creciente ese mecanismo se corta", explica.
"Después está el problema del lado de la oferta", dice el experto. "Las dificultades para acceder a los dólares oficiales para realizar importaciones hace que para calcular el costo de reposición de los inventarios cada vez más empresas usen un mix entre dólar oficial y dólar libre. Si la demanda no paga esos mayores precios, prefieren no vender. Eso es la estanflación", advierte Vasconcelos a LA NACION. Ese mix entre dólares implica un aumento de precios de los bienes. Por eso y por las expectativas de devaluación, hay una diferencia de 20 puntos entre el 29% de inflación para 2021 proyectado por Guzmán en el presupuesto y el cerca de 47,5% que prevén los economistas.
Con problemas de implementación y señales confusas sobre la hoja de ruta oficial, el Gobierno busca por estas horas modificar los problemas que produce el dólar. Guzmán prometió el viernes en IDEA un plan creíble (de sustentabilidad fiscal y monetaria) auditado y avalado por el Congreso y el FMI; afirmó que no devaluará el peso para evitar una disparada de precios y que eliminará obstáculos en la operatoria del Contado con Liquidación (CCL) para enfriar la brecha y contener las subas de precio de esa variante, que cerró la semana a $165,30.
"Es importante reducir la brecha cambiaria", indicó el director ejecutivo y economista jefe de la Unión Industrial Argentina (UIA), Diego Coatz. "Las expectativas de devaluación meten presión de precios futuros, que se adelantan al presente, sobre todo al que tiene que reponer stocks. La pyme que tiene que recomprar insumos, sobre todo importados, tienen poca posibilidad de conseguir cobertura en los mercados de futuros", agrega, para explicar que esa cobertura se da finalmente a través de mayores subas de precios. Esto despoja al peso de otra de sus distintivos de moneda nacional: si ya dejó de ser un vehículo de ahorro ahora pierde su característica de referencia de precio. No es una casualidad ver cada vez más precios de alquileres en dólares o la sensación de no poder determinar cuánto cuesta algo en pesos.
En la industria, algunos sectores en crisis empiezan a no liquidar exportaciones y se arriesgan a dejar los dólares afuera. "Que me vengan a buscar", dice un industrial, sobre el incentivo a subfacturar exportaciones y sobrefacturar importaciones que produce la brecha cambiaria.
El BCRA impulsó el jueves por la noche nuevas restricciones a las importaciones a través de la comunicación 7138, que obliga a los importadores a tener una SIMI "de salida" (un permiso de importación aprobado) para ir al banco por los dólares oficiales. Antes existían entidades que daban adelantos con el producto embarcado. Eso se acabó. "Hay muchos insumos allí y esto te puede afectar la operatividad de una línea de producción. Si no hay continuidad en la aprobación puede que se interrumpan los ciclos de producción. Eso lleva a una parada de planta y potencial problema de empleo", advierte un directivo de la industria electrónica fueguina, que sospecha que lo que viene es "la cuotificación" de importaciones similar a la de 2015.
Lo mismo pasa en la industria automotriz, donde los importadores esperan volver a tener récord de venta de autos de lujo como en 2013. No es casualidad que BMW haya encargado al exterior, bajo el nuevo esquema oficial de administración de importaciones y para los últimos cuatro meses de este año, la misma cantidad de autos que en todo el año pasado. "En la diaria, si no se puede pagar se corre el riesgo de que corten el abastecimiento de insumos del exterior", alerta un hombre de una terminal local. "Está muy complicada la situación de pagos de proveedores al exterior y, en algunos casos, son herramentales de nuevas inversiones. Eso pone en riesgo los proyectos ante la falta de pago", agrega.
Las inversiones son una duda para todos ya que se entran dólares en el país a $80 y existe el riesgo de no poder acceder luego a las divisas por menos de $180. Eso reflejó la última encuesta de ejecutivos de IDEA, en la que los directivos prevén una caída de las inversiones de 10% en 2021. Una incógnita para el Plan Gas, donde algunos creen que existiría un canal taylor made para atraer divisas. Varios recordarán el caso Chevron, otra rémora del pasado.
En el sector agroindustrial el tema es conocido. La brecha perjudica a los productores, que retienen stocks. Eso reduce la materia prima para la agroindustria y para la exportación. A su vez, afecta la liquidación. Pero además los productores y otros eslabones de la cadena usan fertilizantes y agroquímicos que se encarecen con el dólar percibido luego de las retenciones. Esto sucede también en la minería, aunque en ese sector -también en el agro y la energía- la gran preocupación son las restricciones a los pagos de deuda en dólares. "Las empresas entran en situación de default técnico, que se resuelve volviendo a generar endeudamiento más caro. En la minería se necesita financiamiento para el pago de años de exploración, construcciones millonarias y capital de trabajo. Por eso, las empresas deben repagar esas deudas al iniciar su vida productiva para poder seguir teniendo crédito", comentan en el sector ante la consulta de LA NACION.
El mismo diferencial entre el dólar de liquidación y el costo interno ajustado a otro tipo de cambio es la crítica que surge de la Cámara de Comercio y Servicios (CAC) para la exportación de estos últimos. "Eso reduce la rentabilidad para ellos y les reduce también la capacidad de inversión", dice Mario Grinman, secretario de la entidad. "La brecha [del dólar] es desconfianza y ésta afecta el consumo doméstico, pero aparte hace que los ajustes en los costos se aceleren porque muchos comercios pueden quedarse sin capacidad de reposición", cierra el directivo. O sea, recesión e inflación.
Mientras el Gobierno busca la solución para la desconfianza y la brecha cambiaria, que para los economistas pasa por mostrar un plan creíble en base a una clara ancla fiscal, existe una oportunidad accesible para ahogar penas. Los licoreros cuentan que el whisky importado le saca hoy mercado al nacional: se importa al dólar oficial y está en Precios Máximos.
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