Del sueño liberal a los cables pelados que pisó Milei
El libertario participó del almuerzo del Consejo Interamericano de Comercio y Producción; las polémicas con el empresariado, que mañana recibirá en el mismo auditorio al ministro de Economía, Sergio Massa
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Antes del mediodía, una veintena de cámaras de TV esperaban instaladas en la puerta del Hotel Alvear. La cita era 12.30. Javier Milei llegó algo más tarde. Tuvo una reunión corta y protocolar con los organizadores, entre ellos, el presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Daniel Funes de Rioja, quien le pidió limar asperezas –el candidato había sido invitado a la entidad fabril, pero nunca fue- sacándose la tradicional foto. Milei entró luego al salón donde había casi 300 empresarios. Las palmadas llegaron al instante mientras el libertario avanzaba hacia su lugar. Luis Miguel Etchevehere lo paró a medio camino y lo abrazó. “Qué buen trabajo estás haciendo”, le dijo el exministro de Agricultura de Mauricio Macri.
Milei se sentó en la mesa central. A su derecha estaba Funes de Rioja. A su izquierda, Marcos Pereda, presidente del Consejo Interamericano de Comercio y Producción (Cicyp), los dueños de casa, y también vicepresidente de la Sociedad Rural (SRA). Rápidamente, Funes de Rioja se acercó al oído del libertario. “El Mercosur es indispensable”, lo escucharon susurrar algunos. El candidato de La Libertad Avanza fue acompañado, entre otros, por “El Jefe”, su hermana Karina, que antes de sentarse se acercó al lugar en el que estaba sentado Eduardo Eurnekian, dueño de Corporación América y mentor de Milei, y lo saludó. Hizo lo mismo con Alejandro Bulgheroni (PAE), ubicado al lado de Eurnekian.
“Tengo 3700 empleados en mi empresa y uno salió fallado”, había dicho Eurnekian al ingresar al hotel. Cuando esas palabras llegaron a los celulares de la mesa de Aeropuertos Argentina 2000 mediante un cable de Télam (la agencia oficial del Estado), muchos comenzaron a agitarse en los asientos. Sus colaboradores se acercaron al empresario y comenzaron los llamados para aclarar los dichos. “Yo hablo siempre en joda, si no ustedes no me dan bola”, le dijo a LA NACION Eurnekian mientras comía el primer plato. Más tarde dio otra acepción a las mismas palabras. “Alguno puede salir fallado, en el sentido de una excepción a la regla y que busque la presidencia”, aclaró el empresario. Nada, parecía, se había roto. De hecho, Milei, que no comió y sólo tomó un jugo de naranja, pidió especialmente que su salida fuera dando toda una vuelta a la gran mesa principal, solamente para saludar a Eurnekian antes de irse. No se habían cruzado previamente.
La ambivalencia con el empresariado fue la nota de la última presentación de Milei frente al círculo rojo. Muchos encuentran en sus palabras la frescura del sueño liberal. “El Cicyp es liberal”, aclaró, de hecho, en los pasillos el presidente de la Cámara Argentina de Comercio (CAC), Mario Grinman. Sin embargo, Milei también sembró escepticismo e incertidumbre entre los hombres y las mujeres de negocios tocando varios cables pelados. Pocos no acordaban con el rumbo, pero varios se quedaron con las ganas de conocer el cómo, otros se preguntaban por la idoneidad de sus colaboradores o la viabilidad política de sus promesas. Las dudas más específicas llegaron después de sus palabras en el escenario y estuvieron vinculadas al comercio exterior, las relaciones con Brasil y China, o el destino de la obra pública. No habló ni fue consultado por sus dos propuestas más polémicas: la dolarización y la eliminación del Banco Central (BCRA).
Entre otros, escucharon al libertario Pereda; Grinman; Adelmo Gabbi, presidente de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires (BCBA); Gustavo Weiss, presidente de la Cámara Argentina de la Construcción (Camarco); Javier Bolzico, presidente de la Asociación de Bancos Argentinos (Adeba); Nicolás Pino, presidente de la SRA; Eurnekian, y Adrián Werthein; Funes de Rioja, y Miguel Ángel Rodríguez, vicepresidente de la UIA. Había mesas también para Eduardo Elsztain (IRSA), Rodrigo Pérez Graziano (PSA); Cristiano Rattazzi y Jaime Campos (AEA), entre muchos otros, como Rubén Cherñajovsky (dueño de Newsan) y un hombre que pocas veces está presente en este tipo de encuentros.
Pereda abrió el encuentro con un discurso tan corto como contundente: reclamó al candidato el apego a la Constitución y a las leyes; respetar el mérito y el trabajo, la transparencia en la gestión y, sobre todo, el diálogo político verdadero.
“Los empresarios deberían ser reconocidos como héroes”, destacó Milei, que prefirió no hacer un discurso, sino una breve introducción y responder tres preguntas de los comensales. Repitió su diagnóstico sobre la profundidad de la crisis actual, con ingredientes del Rodrigazo de 1975, la híper de 1989 y la debacle de 2001. “Si hay un momento para rebelarse es este. Los vienen ultrajando hace 100 años”, dijo sobre la distribución que hace el Gobierno del dólar oficial. ¿Su brújula? Dar señales fiscales claras (un ajuste), solucionar el problema de la deuda remunerada del Banco Central (BCRA), las Leliq, y luego, sacar el cepo. Fue claro con el qué, pero no con el cómo. Tampoco dijo quiénes serían los encargados de esa sufrida misión. Entre el público deambulaban además Ramiro Marra y Guillermo Francos, su armador político.
“Que la obra pública genera trabajo. ¡Eso es mentira!”, disparó. Criticó la ineficiencia del gasto, que él pretende recortar, y las “filtraciones”, aludiendo a la corrupción. Weiss, presidente de la Cámara de la Construcción, sentado en la mesa principal, bajó la mirada. Milei dijo que apostaría por un régimen impulsado por el sector privado, un esquema “a la chilena”. En los pasillos recordarían, con cierto fastidio, que ese gasto trasandino en infraestructura no llega al 7% del PBI. Algunos cuentan que lo vieron luego a Weiss cerca de Francos intentando entender tales afirmaciones.
“El Mercosur ha fallado brutalmente”, disparó luego de repetir que su gobierno no mantendría relaciones con comunistas, autócratas o líderes que no respetan las democracias liberales. Algunos señalaron que el embajador brasileño, sentado en la primera fila frente a Milei, se habría ido luego algo ofendido. Sin embargo, fue el único aplauso de los empresarios a sus dichos. Antes había hablado de “abrir la economía unilateralmente”. Corrió un escalofrío entre los industriales presentes. El libertario aclaró entonces la importancia de la “secuencialidad” en la apertura comercial. Primero, dijo, la reforma del Estado y el orden fiscal, una reforma laboral, y luego sí, a competir con el mundo.
Elogios y dudas
“Está más calmo, eso es bueno”, dijo un industrial. “Dice cosas interesantes, pero no dice cómo las va a hacer ni qué equipos va a tener”, recalcó. A su lado, el dueño de una importante empresa nacional afirmó que “no negociar con China no existe”. En una automotriz explicaban lo mismo sobre Brasil. “No hay país menos comunista que Brasil. Además, en un sector como el nuestro, tan regulado, no podemos esperar que el Estado se corra de las negociaciones”, se quejó. Lo mismo sobre la idoneidad de los equipos decía, tanto para Milei como para Sergio Massa, Werthein.
En el cocktail previo al almuerzo ya había salido a la luz una grieta. Tres industriales recordaban el “sopapo” de Massa a Milei en el debate y temían por la apertura comercial anunciada. Al mismo tiempo, se quejaban por la falta de dólares para importar en la actualidad. Mientras tanto, en el campo destacaban las “ideas correctas de Milei” y su “bandera de cambio cultural”. Un importante hombre de ese sector decía sobre el apoyo al libertario: “Hay que tirarse de cabeza”. Nadie dudaba de que, gane quien gane, impulsar cualquier cambio será pedregoso, requerirá de consensos y será con recesión mediante. Sobre Milei, recalcaron el “amateurismo”, el temor por la gobernabilidad y, si fracasa, el fin de las ideas liberales.
Nadie sabe qué pasará el domingo. “Las encuestas dicen que no anda mal”, dijo Rattazzi sobre Milei. El empresario fiscalizará el domingo. La fiscalización -y las internas sobre ese tema en la oposición- era el temor de un hombre de PRO que recorría el Alvear. A media tarde, Gabbi mostraba en su celular algunos números que había recibido. “Yo recibo todo”, sonreía ante periodistas. Antes, había contado que en el Grupo de los 6 la cosa viene tan pareja, y que, tras un paso por el cuarto oscuro, terminarían tres a tres. Después corrigió: 4 a 2 en favor de Massa. “¿Cómo lo vio a Milei?”, le preguntó LA NACION a Eurnekian al cierre. “Me gustó. Fue concreto y bien empresarial”, dijo algo ambivalente, como sus colegas.
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