Del laboratorio a la empresa: los científicos se ponen el traje de emprendedores
La biotecnología, los desarrollos digitales y la medicina lideran los proyectos de los argentinos que encontraron en la ciencia un negocio y ambicionan entrar a un mercado global cada vez más competitivo
Todo nace con una idea, un proyecto que brota de la semilla de un paper científico o de una necesidad de la industria sin solución hasta el momento. Los científicos argentinos tienen hoy la oportunidad de materializar sus investigaciones en la forma de un producto elaborado con una visión de mercado. Eso los obliga a salir del laboratorio y convertirse en fundadores de empresas. Por su lado, los emprendedores de negocios se aventuran cada vez más en la ciencia para resolver los problemas cotidianos con soluciones del futuro.
Científicos y emprendedores. Los roles se invierten o se superponen y no existen proyectos imposibles. En el país hay nuevos emprendimientos que van desde empresas que proveen vacunas orales para peces hasta las que estudian el sueño para reducir los accidentes laborales. Algunas se las ingenian para hacer un aporte sustentable a la industria de alimentos y crean colorantes naturales mediante el cultivo de hongos. Otras, lejos de la ciudad potencian el rendimiento del campo con inteligencia artificial. No faltan los especialistas en salud, que diseñan tratamientos médicos bajo el mantra de que prevenir es curar.
Ya sea biotecnológica, desarrollos digitales o de ingeniería médica, el primer desafío de estas empresas es financiarse. Contar con la capacitación necesaria, la infraestructura, los insumos y los fondos suficientes para investigar y contratar su personal. Eso con el objetivo de lograr un producto vendible que sea disruptivo en el mercado y les permita consolidarse como compañía.
Entre los distintos emprendedores científicos están quienes desde cero solicitan un crédito para montar su negocio o aquellos que por su innovación tecnológica y aporte a la sociedad acceden a un subsidio estatal que les permite seguir investigando y desarrollando su producto. Otros acuden a los fondos semilla, donde los inversores compran una parte de la empresa, todavía en un estadio casi embrionario, y apuestan a su futuro crecimiento. Por último existe la posibilidad de acceder a las aceleradoras. Estas compañías se dedican exclusivamente a asistir financieramente y asesorar a las startups con el potencial de trascender la frontera local y entrar en un mercado global que es cada día más competitivo.
En los últimos años fueron apareciendo en la Argentina más aceleradoras que buscan impulsar la ciencia. Un caso es el de Grid Exponential que está radicada en Buenos Aires y cuenta con un fondo de inversión de US$10 millones para invertir en startups con base biotecnológica. En la actualidad financia 20 emprendimientos científicos y espera en los próximos años aumentar el número a 30. En Santa Fe, la aceleradora Del Litoral invierte hasta US$500.000 en empresas con proyectos de avances científicos en nanotecnología, ciencias de la vida, química y agronegocios, entre otras.
Muchos emprendimientos científicos empiezan en una aceleradora argentina, a la que le presentan su proyecto, y luego despegan hacia una en el exterior. Allí pueden profundizar su modelo de negocio y contactarse con inversores de todas partes del mundo que buscan soluciones innovadoras para potenciar sus industrias, optimizar su rendimiento y hasta lograr un desarrollo sustentable a menor costo.
Luis Barletta
Veterinario y cofundador de Feedvax
El veterinario y emprendedor trabajó por mucho tiempo en el desarrollo de feedlots para el sector ganadero. Su trabajo le requería pasar jornadas maratónicas en las mangas vacunando animales desde el amanecer hasta entrada la noche. Pero el verdadero desafío lo encontró al sumergirse en el mundo de la acuicultura, la industria que concentra un gran volumen de peces en jaulas y estanques para su cría y engorde.
"Yo me quejaba de los bovinos hasta que conocí la producción acuícola", dice, con humor, Barletta. "Las vacunas son inyectables, por lo que hay que sacar los peces del agua uno por uno, anestesiarlos y después vacunarlos. Es un stress muy grande no solo para los operarios que están todo el día vacunando sino también para el pez." Las inyecciones se aplican en el estómago del animal y a través de las viseras. Este procedimiento impacta en su peso y eleva la tasa de mortalidad en los criaderos.
Buscando una alternativa a los métodos tradicionales, Barletta invirtió US$10.000, hace tres años, y fundó Feedvax, una empresa que provee vacunas orales para peces. "La vacuna está directamente en el alimento. El pez no cambia su rutina y se alimenta sin saber que se está vacunando", dice."
El veterinario empezó a investigar la tecnología en papers científicos y consiguió la inversión adicional de dos aceleradoras que potenciaron su idea. Su primer aproximación fue la de intentar modificar genéticamente las algas con la que se alimentan los peces. Era una posibilidad económica para producir pero al poco tiempo encontró un muro regulatorio que no le permitió avanzar. Jugó con otras ideas hasta que con su equipo desarrollaron una vacuna recombinante que trata las diferentes enfermedades que pueden afectar al pez. Se puede suministrar en la etapa de engorde y a diferencia del uso de antibióticos no deja residuos en el animal que puedan llegar al consumidor.
"Feedvax está pensado como una empresa global y nuestro primer mercado es Brasil", dice Barletta. La compañía proyecta ingresar al mercado a fines de 2021, pero ya cuenta con solicitudes de compra de 35 millones de dosis de vacunas por parte de GeneSeas y Aquabel, dos de las mayores empresas de acuicultura en la región.
Malena Lis Mul Fedele
Biotecnóloga y cofundadora de 24/7
Mul Fedele, tiene 29 años, es biotecnóloga y junto a un equipo de investigadores y becarios del Conicet fundaron 24/7 una empresa que estudia el sueño como un factor de riesgo laboral. "Por demandas culturales y laborales, la sociedad necesita estar activa las 24 horas del día, toda la semana. Eso no solo hace que durmamos menos sino que se desincronicen los ritmos biológicos", dice. Para la biotecnóloga, la falta de sueño extendida en el largo plazo lleva a contraer enfermedades cardiovasculares, obesidad, cáncer y diabetes. Dentro del trabajo tiene el impacto más inmediato de producir accidentes.
"Lo que ofrecemos es un sistema de manejo de riesgo de fatiga. Es una herramienta que trabaja distintos niveles, de forma preventiva y hasta cuando ya se contrajo y hay que tomar medidas para tratarla", dice Mul Fedele. Luego agrega: "Hablamos de fatiga como la somnolencia que tenemos durante el día. Es esa sensación de sentirte dormido todo el tiempo que lleva a tener menos atención y concentración".
Desde la empresa utilizan un modelo biomatemático que permite predecir qué tan óptima estará la persona para desarrollar sus tareas a lo largo de los días. Se concentran en mayor medida en industrias que trabajan con un ritmo incesante y horarios nocturnos como la minería, el transporte y la salud. Diseñan los turnos laborales y un sistema de manejo de riesgo de fatiga personalizado mediante estudios de la actividad del rubro, y relojes actígrafos que miden el movimiento del cuerpo y la calidad del sueño.
24/7 nació en 2013 con una inversión inicial de $491.000 del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, a modo de subsidio para startups. Fue la primer experiencia de Mul Fedele en el mundo de los negocios. "Al principio proveíamos servicios desde el ámbito científico pero llegó un momento en que los clientes empezaron a ser más grandes y tuvimos que emprender". Este año proyectan facturar US$90.000.
Entre sus clientes destacados están Mondelez, Quilmes, Arredo y Transportadora de Gas del Sur. Asesoraron también al plantel de Boca Juniors para un partido que disputó en China y realizaron informes para la Superintendencia de Riesgos de Trabajo sobre la falta de conveniencia de extender la jornada de los choferes de transportes de larga distancia.
Ricardo Cassini
Licenciado en Administración de Empresas y cofundador de Michroma
"¿Qué es lo que hacemos? Colores. Usamos biotecnología y un desarrollo muy complicado pero en resumen es eso", dice Ricardo Cassini, de 24 años, cofundador de Michroma. La empresa de biotecnología cultiva hongos a través de reactores para crear colorantes naturales.
"De chico cada vez que consumía algo con colorante artificial se me brotaba todo el pecho. Así que dejé de consumirlos", dice. La mayor parte de la industria utiliza productos a base de petróleo que pueden generar en algunas personas reacciones alérgicas, hiperactividad y hasta cáncer. "Están presentes en casi todos los alimentos. Hasta la comida vegana, que te da una sensación de que es natural y saludable".
Cassini formó Michroma junto con Mauricio Braia, un científico de 38 años. La empresa fue seleccionada por Grid Exponential, entre 800 proyectos, para financiar su desarrollo. Luego se mudaron a Estados Unidos donde consiguieron una mayor inversión de Indiebio, una aceleradora especializada en biotecnología.
"Cuando llegamos a San Francisco mandamos a analizar uno de los hongos con el que trabajábamos y descubrimos que producía micotoxinas", dice Cassini. Estas son sustancias riesgosas para el consumo humano y son inaplicables a la industria alimenticia. "Tuvimos que arrancar de cero y encontrar uno con igual rendimiento o superior. Pero así es la vida del emprendedor".
Hoy dieron con una cepa que no produce micotoxinas y concentran su producción en el rojo, naranja y amarillo, lo que representa el 90% del mercado. También tienen otros hongos para el color verde, azul, negro y violeta. "Es un ingrediente que se puede utilizar también en farmacéutica, textiles, papel y tinta de impresoras. Hasta se nos acercaron artistas al laboratorio que quieren nuestros colores para sus pinturas", dice Cassini quien proyecta ingresar al mercado dentro de 18 meses cuando reciba la aprobación de la FDA, el organismo que regula los alimentos en Estados Unidos.
"Nuestro objetivo ahora está en Estados Unidos donde está el mercado más grande, para después pasar a la Argentina y expandirnos a Europa". El mercado mundial de colorantes para alimentos es de US$5 billones y el total de colorantes se encuentra alrededor de los US$70 billones.
Gabriela Gutiérrez
Doctora en Inmunología y cofundadora de Microgénesis
Desde 1960 hasta hoy, la tasa de fertilidad en el mundo se redujo un 50%. 186 millones de personas sufren la infertilidad y el 30% de las parejas no logra detectar la causa por la que no pueden tener hijos.
Gabriela Gutiérrez, de 50 años, doctora en inmunología reproductiva e investigadora del Conicet, identificó este problema junto a otros científicos y crearon Microgénesis. La empresa provee un método que detecta las causas inmunológicas que producen la infertilidad. Eso les permite identificar a su vez enfermedades silenciosas, como la diabetes y la celiaquía, cuyo primer síntoma antes de ser diagnosticadas es la propia infertilidad.
"Nos dimos cuenta que es la puerta de entrada a un montón de otras enfermedades", dice Gutiérrez. "Tomamos los síntomas específicos que nos cuentan las pacientes, como alteraciones del sueño o el colon irritable, y armamos una herramienta para hacer medicina preventiva."
Microgénesis ofrece un hisopado no invasivo que se toma de una muestra vaginal, y que lo puede hacer la paciente en su casa o ir al ginecólogo. La muestra viaja en un medio de conservación a la clínica y se le hace un estudio. Todo en quince días.
Una vez con el resultado recetan un tratamiento personalizado y elaboran una dieta de micronutrición, probióticos y vitaminas. Desde la empresa aseguran que la tasa de embarazo después del test y una vez que se completa la recomendación clínica es del 75%.
"La experiencia como emprendedora fue difícil porque los biólogos no tenemos formación en finanzas. Como futura empresaria hice una maestría de gestión de innovación para tener conceptos básicos de propiedad intelectual y economía", dice Gutiérrez quien en dos oportunidades consiguió financiación del Banco Mundial para desarrollar sus emprendimientos.
La primera ronda fue de $4 millones para crear Inmunogénesis, una empresa que sirvió como puntapié para fundar Microgénesis, que requirió $6 millones.
"El producto ya está testeado, validado e hicimos las primeras muestras piloto de las que se vendieron entre 50 y 100 tests. Ahora estamos esperando la licencia del Conicet", concluye Gutiérrez. Microgénesis espera entrar en los próximos tres meses al mercado mundial de la fertilidad que mueve US$1000 millones.
Gonzalo Slaboch
Ingeniero en Sistemas y cofundador de Acronex
Gonzalo Slaboch, de 34 años, y su padre Luis trabajaron a la par por nueve años en la creación de Acronex una empresa de tecnología agrícola. Dos ingenieros, uno en sistemas y el otro en electrónica, juntaron sus mentes para llevar la inteligencia artificial al campo rural.
Con el objetivo de optimizar el rendimiento de las máquinas en la producción agrícola diseñaron un sistema de monitoreo que permite a los operarios y maquinistas conocer todo lo que está sucediendo en los procesos de siembra, cosecha y pulverización (la práctica de aplicar finas gotas al suelo y el cultivo, para abono o control de plagas).
"En las pulverizadoras, por ejemplo, metimos un montón de sensores para poder obtener toda la información necesaria. Instalamos una central meteorológica en cada máquina que mide el viento por ultrasonido y otros sensores para saber qué pastilla (boquilla de la máquina) está usando y determinar qué tamaño de gotita está tirando", dice Slaboch. El producto final fue un mapeador universal que contiene un modelo matemático que armó con su padre. La herramienta registra en tiempo real todo lo que hace la máquina, estandariza la información agronómica y la transmite a un celular, una computadora o tablet.
"En nuestro modelo más avanzado, que es el que tiene el modelo matemático, todavía no tenemos una competencia muy clara. Sabemos que eso no va durar mucho tiempo por lo que tenemos que sumar más inteligencia y mejorarlo", dice Slaboch.
La empresa logró crecer sin aceleradora ni inversión externa. "En un momento pedimos un crédito pero la inversión fue más que nada de nuestro tiempo, de arrancar sin cobrar un peso y tratar de desarrollar el producto hasta tener algo vendible", dice Slaboch. "Conseguir nuestro primer cliente grande fue lo que nos permitió consolidarnos como empresa. Fue casi como la entrada de un inversor".
La plataforma de Acronex tiene 18 millones de hectáreas mapeadas y su estrategia ahora es expandirse a Brasil y otros países. Tiene 1000 mapeadores en funcionamiento y su cartera de clientes cuenta con gigantes del mercado como Bayer y Pla, la empresa de maquinaria agrícola que fue adquirida recientemente por la norteamericana John Deer.
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