De la "Fakerrari" al falso Big Mac: cómo Europa pelea contra las falsificaciones
Desde la ciudad española de Alicante un organismo se encarga de combatir la piratería para trece sectores claves de la región
Un flamante Fakerrari -así se podría bautizar al falso Ferrari-, donde lo único auténtico son los faros, porque era más caro copiarlos que comprar los originales, luce como un imán que atrae la atención de los visitantes en la Oficina de la Propiedad Intelectual de la Unión Europea (Euipo), la agencia europea encargada de velar por las marcas y diseños, que combate las falsificaciones. Esta institución, que tiene su sede en la ciudad española de Alicante, cumple ahora 25 años.
La réplica del auto italiano es una de las 19 piezas incautadas por la Policía Nacional en la operación Cavalli, que puso al descubierto una red de falsificación de coches de lujo que se vendían a 40.000 euros cuando el precio de un original supera los 200.000. Esta es solo una de las actuaciones en las que ha participado esta agencia, que recuerda que las pérdidas económicas anuales debido a la falsificación y a la piratería para 13 sectores clave de la UE, los más afectados, ascienden a 60.000 millones de euros.
La oficina, la más grande de las agencias descentralizadas de la Unión Europea, ha sido escenario de conocidos casos como el del Big Mac, la lucha de una cadena de comida rápida irlandesa con la americana McDonald's por el nombre de una hamburguesa, o el pulso de Kitkat por la marca de chocolates. O incluso el duelo entre los gigantes Apple y Samsung en torno a si las formas redondeadas del iPhone son o no exclusivas de este smartphone, una controversia jurídica que viene de lejos.
Otros de los casos en los que ha estado involucrada esta agencia fueron las peticiones de registro de marcas con el nombre de Ben Laden, Brexit o Trump. "Dos millones de marcas [solicitudes recibidas desde que abrió sus puertas en 1994] dan para una casuística muy rica", comenta el vocero de la Euipo, Luis Berenguer, durante unas jornadas de puertas abiertas celebradas hace unos días.
"Somos un rinconcito de Europa aquí en Alicante", prosigue el funcionario de esta oficina con un presupuesto anual de 200 millones de euros, que se autofinancia con las tasas de los usuarios y se ocupa del registro de derechos de propiedad industrial e intelectual.
En este complejo de edificios, de más de 100.000 metros cuadrados, erigidos a las afueras de Alicante, trabajan unas 1600 personas entre funcionarios y consultores.
"El 90% de nuestras decisiones son ratificadas por el Tribunal de Justicia europeo y es interesante saber que el principal cliente de este tribunal somos nosotros", asegura Berenguer.
La Euipo recibe unas 150.000 solicitudes anuales de registro, lo que la coloca entre los primeros cinco organismos del mundo. En junio llegaron a los dos millones de solicitudes. China es el tercer país con más registros, por detrás de Alemania y EE.UU., y España ocupa el quinto o sexto lugar. "Nos mantenemos pero la irrupción de China y otros países asiáticos nos ha hecho descender de posición", reconoce.
La Euipo ha organizado una exposición para mostrar algunas de las curiosidades de su labor durante estos años. En ella se explica como los farmacéuticos escanean dos veces el código de un medicamento porque así se agiliza la detección de falsificaciones. También se exhibe un artefacto parecido a una papelera que resulta ser un filtro nuclear falso.
"A veces se trata de imitar el éxito de una marca", explica Manuel García Torres, inspector y especialista en Propiedad Industrial de la Policía Judicial. "Los malos no tienen ningún pudor en falsificar cualquier cosa, y copiar un filtro nuclear es grave, precisamente porque puede provocar grandes daños", agrega.
Juan Ramón Rubio, de 54 años, es funcionario de la agencia desde hace 21 y, aunque ha pasado por casi todos los departamentos, ahora trabaja en el observatorio contra la falsificación, buscando y analizando datos útiles para que los legisladores tomen decisiones contra la piratería. Cuando echa la vista atrás ve crucial la apuesta de la agencia por internet:
"Las primeras solicitudes eran en papel y venían en cajas; ahora no creo que lleguemos al 0,1% de las peticiones en ese soporte", estima. Los planes de futuro de la agencia, explica el belga Christian Archambeau, director ejecutivo de la Euipo, son ayudar a las pequeñas y medianas empresas a registrar sus activos industriales "porque sabemos que así mejoran su negocio y el empleo, y resisten mejor las crisis".
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