De inflación al cepo: la inestabilidad macro les pega a todas las industrias que fueron el motor de crecimiento en 2022
Cada sector enfrenta diferentes presiones que harán caer el consumo durante este año, según informe de Abeceb
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Desde la construcción, pasando por la minería y hasta el agro, este año todas las industrias se enfrentan a una macroeconomía que les pega por todos los frentes. Incluso aquellos sectores que supieron ser el motor de crecimiento argentino durante el año pasado, hoy los economistas advierten que “pierden el combustible” y explican la pérdida de impulso de la economía real.
“La inestabilidad de la macro les duele a todos, incluso a los más dinámicos”, sostuvo Natacha Izquierdo, responsable de práctica sectorial de Abeceb. Se trata de la consultora económica que fundó Dante Sica, exministro de Producción durante la gestión de Mauricio Macri.
Inflación, sequía, fuertes restricciones económicas a las importaciones, retracción de la actividad, reducción de ingresos y del consumo, incertidumbre electoral. Hay al menos una docena de factores que está impactando a todos los sectores, aunque de manera heterogénea. En ese escenario, el informe de la consultora económica pronostica una ralentización del sector industrial. Mientras que en el año 2022 la Argentina cerró con un crecimiento del 4,3%, para este año proyectan que se contraiga un 0,1%. Sobre todo en un contexto donde las inversiones entraron en “un estado de ‘wait and see’ (esperar y ver)” ante la incertidumbre que provoca las elecciones presidenciales.
“Los sectores que seguirán siendo los ganadores son los menos permeables a los desequilibrios de nuestra economía. Si bien sufren los desequilibrios, son actividades que están traccionadas por la integración global y se mueven por su propia inercia”, explicó Izquierdo.
En ese grupo se encuentra el de petróleo y gas, que será el “sector estrella” por su potencial para sustituir importaciones de gas y aumentar las exportaciones de gas y crudo, en un contexto en el que apremia la restricción externa y la escasez de divisas. Proyectan que la producción de crudo suba un 13% y un 6% para la del gas, aunque desde Abeceb aclararon que ello estará sujeto al avance del Gaseoducto Néstor Kirchner.
Sector por sector, la crisis
En la industria minera, se pronostica un crecimiento del 3,4% para 2023, mayormente explicado por los precios. Pero aun así, enfrenta grandes trabas. Por el lado de las inversiones, las mismas se ralentizaron a la espera de una “mayor certidumbre macroeconómica y de las reglas del juego”. En tanto, las restricciones a las importaciones de insumos esenciales tensionaron la producción de minerales, como el oro y la plata, y retrasan el avance de proyectos de construcción y ampliación de plantas para la extracción de litio.
“A eso se suma que el encarecimiento del costo de capital a nivel internacional afecta la disponibilidad de fondos para inversiones de alto riesgo. Y por casa, las limitaciones que el gobierno argentino impone al giro de divisas a casas matrices en el exterior reducen el atractivo del país como destino para nuevas inversiones en el sector”, agregó el informe.
La agroindustria es capítulo aparte. El efecto de la sequía y la magra campaña 2022/23 no solo impactará negativamente en las exportaciones (entre US$12.300 millones y US$15.000 millones), con el consecuente ingreso de divisas, sino que también se comprometen las inversiones en tecnología y bienes de capital para el ciclo 2023/24. Además, con una “brecha cambiaria sostenida e incertidumbre electoral” que presionan por una “devaluación real permanente y significativa”, el Gobierno anunció la llegada del dólar agro.
“El sector esperaba la letra chica antes de avanzar en la liquidación de granos que aún está en los silobolsas, ya que todavía se está cosechando la soja de primera, donde hubo rindes muy por debajo de lo esperado. Las expectativas ante el inicio de la campaña fina 2023/24 son moderadas, el mes bisagra es abril para decidir cómo y dónde avanza la cosecha fina, debido a que el cambio de ciclo climático va hacia la neutralidad más que a un niño y es clave la recarga de agua”, añadió.
Por el lado de la construcción, pese a que la obra privada tuvo resultados positivos en enero y febrero de 2023, la menor actividad económica y la inestabilidad de precios continúa en el “centro de las preocupaciones del sector”, repercutiendo en todas las etapas de los proyectos y generando disrupciones en la cadena de pagos. Con una caída esperada de 1% para 2023, el sector se verá presionado por la falta de divisas y las mayores restricciones a las importaciones de insumos.
La industria, como la automotriz, de maquinaria y equipo y química, tuvo un efecto dispar entre compañías locales y extranjeras. El endurecimiento de las restricciones a las importaciones generó una escasez de insumos y productos importados, lo que permitió que las empresas nacionales se reposicionen y ganen participación del mercado. Además, la presión inflacionaria en un contexto de “escasez de alternativas de ahorro” incentivó la compra de bienes durables como maquinaria agrícola y bienes de capital como resguardo de valor. No obstante, Izquierdo advirtió que las oportunidades comienzan a desvanecerse y los desequilibrios macro ponen un freno a la dinámica del sector.
“Comienza a sentir el impacto financiero de los elevados costos con los proveedores externos por mayor incertidumbre respecto al plazo de pago en función a la habilitación de la SIRA y stocks de producción al límite, que generan incremento en los costos operativos y riesgo permanente de frenos a la producción, particularmente sobre aquellos sectores que funcionan con producción continua como lo son el sector automotriz, autopartes, sustancias químicas, línea blanca y siderurgia entre otros”, señaló.
Algo similar ocurre con la producción de alimentos y bebidas. Desde el segundo semestre del año pasado empezó un proceso de desaceleración que, si bien terminará 2023 con una suba del 3%, es menor a otros años. Esto se explica por los problemas vinculados a las importaciones de insumos por mayor administración comercial y las negociaciones con el gobierno en el marco del acuerdo “Precios Justos” hasta el mes de junio, que mantendrá pisados los precios de 2000 productos.
También se desacelerará electrodomésticos y electrónica de consumo (+1,2% en 2023, versus +5,8% en 2022). El año pasado había alternativas de financiamiento como Ahora 12, 18 y 30, lo que dinamizó la demanda. Pero el recambio de bienes durables comienza a agotarse de cara al 2023, aunque Abeceb agregó que podría haber margen “motivado por el temor al salto del dólar y precios más baratos que en el exterior”. Sin embargo, tanto el nivel de endeudamiento de las familias como la desactualización de los topes de las tarjetas de crédito se suman como “factores de riesgo” que harán caer el consumo.
“En síntesis, las oportunidades que traccionaron el crecimiento de la actividad en 2022 se están agotando. Aun en los sectores que ganaron share en el mercado interno por tener mayor integración nacional (autos, química), por el freno del mercado local que muestra signos de desaceleración del consumo y las presiones crecientes de los desequilibrios macro. Los sectores exportadores también se enfrentan a riesgos por caída del nivel de intercambio global, sobre todo en los principales países de destino fuera de América Latina (China y Estados Unidos”, cerró el informe.
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