De González Catán a Retiro en bicicleta: los planes de Meoni para la poscuarentena
JetSmart, la línea aérea de low cost, fue increíblemente intimada a no ejercer sus derechos; Vía Bariloche, una de las empresas más grandes en el mundo de los ómnibus de larga distancia, acaba de ser denunciada por sus colegas: Ferrocarriles Argentinos la contrató en forma directa. Aerolíneas Argentinas pinta un avión retro y ya consumió varios cientos de millones de dólares en el primer semestre, Latam desarma sus oficinas y el Gobierno deja traslucir que cerrará El Palomar. En paralelo, cada colectivo del área metropolitana recibe un subsidio de $513.000 por mes y uno del Interior, $132.000. Paradójico, este desaguisado se da con los argentinos quietos y con la Argentina sin transporte.
Uno de los sectores que muestra más cambios y menos planes de salida es el mundo de trenes, colectivos y aviones. Nadie sabe muy bien cómo seguirá el transporte cuando, alguna vez, el Gobierno decida que regresa el momento de moverse libremente dentro y fuera del país. Más aun, incluso para ir de un lado a otro en una misma ciudad.
Hace unas horas, el ministro de Transporte, Mario Meoni, habló en la Fundación Mediterránea, vía Zoom. Al funcionario no le gusta demasiado que lo entrevisten los periodistas en esas charlas, prefiere académicos. Allí dio algunas definiciones que se podrían resumir en dos palabras: paciencia y piernas.
La primera, paciencia, se explica con los planes aéreos. "Tendrá que ver con la evolución de la pandemia en los distintos lugares del mundo. La verdad es que en los próximos 180 días tenemos que pensar que va a ser bastante difícil tener interconexión, tanto dentro de nuestro país como de manera internacional. Hasta que no esté la vacuna parece difícil", dijo. No hubo repregunta.
La segunda de aquellas formulaciones de política de transporte, piernas, se entiende de la siguiente manera: "Queremos incentivar la micromovilidad en el AMBA y en las grandes ciudades, particularmente en bicicleta. Queremos estimular ese modo de transporte en las principales ciudades para reducir el uso del transporte público." La bicicleta como política de Estado.
El sistema de transporte está paralizado. Sin embargo, los millones se escurren para sostener la infraestructura, las empresas y los puestos de trabajo. Claro que esto es lo esperado y esperable en medio de semejante crisis; el punto es que nadie trabaja en adaptar un esquema que irremediablemente será distinto.
En los últimos días, el ramal Sarmiento del ferrocarril metropolitano cambió su régimen de servicios. Con 36 trabajadores contagiados de Covid y más de 100 aislados, la línea decidió que habrá menos trenes, sólo correrán hasta las 10 de la mañana. Después funcionará un sistema de colectivos de dos pisos, de larga distancia, que copien la traza del oeste bonaerense.
Hace unos días, Meoni recibió una carta de dos de las cámaras que agrupan a los empresarios del sector (Aaeta y Celadi). Con los coches parados desde hace meses, los viajes especiales contratados para destinos específicos y previamente autorizados son el único alimento de miles de ómnibus. "Los viajes especiales, señor ministro, resultan casi el único ingreso genuino por prestación de servicios que poseen las empresas de transporte automotor de pasajeros de carácter interurbano. El 6 de agosto recibimos la ingrata y sorprendente noticia de que la empresa estatal Ferrocarriles Argentinos decidió contratar unilateralmente a Vía Bariloche para la realización de los viajes especiales", dice la carta. Le piden que distribuya el juego entre más jugadores.
El caso es una muestra de lo que sucede con las empresas del sector estos días. Por más que los subsidios crezcan -ya se confeccionaron varios cheques para los ómnibus de $1000 millones de pesos cada uno-, los empresarios saben que ya nada volverá a ser como antes. Que aquellos transportes, en el mejor de los casos, llevarán menos gente y que perderán muchos usuarios, que preferirán otro medio en el que no se pase tanto tiempo en un lugar que podría ser contagioso. Otros, en cambio, optarán por el auto.
Colectivos subsidiados, algunos más que otros
Lo mismo podría decirse de los colectivos urbanos. Si Meoni anticipa que la política de Estado será incentivar el uso de la bicicleta, pues ya debería ponerse a trabajar al menos en dos ramas. La primera, cómo dotar de infraestructura y seguridad a grandes zonas urbanas que no tienen ni la más mínima condición para transitar ni para estar seguro como para que se generalice el uso de las dos ruedas. La otra, no menor, es empezar a decidir el futuro de un parque de colectivos preparado para otra demanda. En el sector, los empresarios y los gremios miran extrañados. El ministro suele parecerse más a un panelista que a un funcionario con tareas ejecutivas.
Por lo pronto, Meoni firma cheques de subsidios con poco de federalismo. Los colectivos del área metropolitana reciben $513.000 pesos por mes para correr con unos pocos pasajeros; los del interior del país reciben $132.000.La diferencia ya llevó a una rebelión de los funcionarios de Transporte provinciales. En Santa Fe, por caso, el actual ministro de Economía, Ángel José Sciara, y un exsecretario de Servicios Públicos, Alejandro Boggiano, publicaron un trabajo que da cuenta de esta asimetría.
"Las varias decenas de leyes, decretos y resoluciones, siempre de carácter 'provisorio', que forman un intrincado corpus legal, casi imposible de ordenar en un solo texto por sus superposiciones y cambios veloces, han ido concentrando cada vez más la autoridad de aplicación en un único organismo, el Ministerio de Transporte, con decisiones porteñocéntricas y su correlato en una distribución de los recursos cada vez más sesgada hacia el espacio denominado AMBA", dice el documento. Seguramente podría ser suscripto por decenas de colegas de otras provincias.
Meoni sabe que el sistema de transporte que viene deberá cambiar frente al que llegó hasta el día anterior a la cuarentena. Pero por ahora, la única idea es mandar subsidios sin control. Sobre todo a la provincia de Buenos Aires, ya que el gobernador, Axel Kicillof, dijo que no pondrá una moneda para los colectivos. Todo el país aporta para Axel.
El mercado aerocomercial está absorto. Hoy la IATA, la asociación que abroquela a la gran mayoría de las aerolíneas del mundo, organizó un seminario web. Peter Cerda, el vicepresidente para las Américas, era el moderador del evento "Argentina, listos para el despegue; mesa de discusión virtual para la reanudación segura de la aviación". Estaban invitados ejecutivos de Aerolíneas Argentinas, Aeropuertos Argentina 2000, Airbus y la asociación de aerolíneas ALTA, además de Paola Tamburelli, directora de la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC).
Sobre la hora, el evento perdió a los dos que más expectativas generaban. Tamburelli y el gerente General de Aerolíneas, Pablo Ceriani, se excusaron de participar. Dicen que, casualmente, sonaron algunos teléfonos con llamados del senador Mariano Recalde (expresidente de Aerolíneas) y del gremialista, Pablo Biró, verdaderos líderes de la política aerocomercial argentina. Finalmente, ellos decidirán cuándo los argentinos podrán volver a viajar.
Cuando esa decisión se tome, los usuarios volverán a las pistas, de aterrizaje. Se encontrarán con el Aeroparque cerrado por reformas, al menos hasta fin de año, y con la operación en Ezeiza. Se toparán con mucha menos oferta para viajar al interior. Latam termina estos días de levantar sus oficinas y de negociar con gran cantidad de empleados. Cerca de 1000 ya cerraron su retiro voluntario y prefirieron esa solución al juicio.
Pero varios esperan que el cielo sea más celeste y blanco que nunca. Mientras Aerolíneas Argentinas está quieta y no vuela, la simbología hace estragos. La poscuarentena eliminará los colores y el logo de Austral del fuselaje de los Embraer de la firma que será absorbida por su hermana mayor. Ya se contrató a una empresa para que los pinte con el ropaje de la línea aérea estatal y de paso, hará lo propio con uno de Aerolíneas Argentinas al que le estamparán los colores viejos, la onda retro, como quien dice. Se gastarán un puñado de dólares para mimar a Biró. El líder del gremio de pilotos, sentado en el directorio de la compañía, exige gestos que los camporistas que manejan la línea aérea entregan gustosos. En voz alta reclama el aeroparque porteño sólo para Aerolíneas Argentinas. Cuando terminen las obras en la terminal se conocerá si el gremialista se llevó el regalo de fin de año.
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