De ganar US$105 millones al año a 80 centavos al día
L. Dennis Kozlowski, una figura paradigmática de la última ola de escándalos corporativos en Estados Unidos, confía en que saldrá pronto de la cárcel.
El ex presidente ejecutivo de Tyco International Ltd. fue declarado culpable en 2005 de saquear la empresa y condenado a un máximo de 25 años tras las rejas. Ahora, ha demandado al estado de Nueva York para conseguir libertad para trabajar (con lo que podría entrar y salir de la cárcel) y aguarda su primera audiencia de libertad condicional en abril.
Entretanto, Kozlowski mira —a través de un alambrado de púas fabricado por Tyco— a un mundo donde la economía tambaleante y el menosprecio hacia las grandes empresas resultan familiares.
Otrora uno de los presidentes ejecutivos mejor pagos de Estados Unidos, el presidiario de 64 años reconoce que se volvió codicioso y que comparte la indignación sobre la avaricia empresarial expresada por los manifestantes del movimiento de protesta de Occupy Wall Street, muchos de quienes se preguntan por qué la crisis financiera no llevó a prisión tantos ejecutivos como los escándalos de una década atrás. "Comprendo su frustración", dijo Kozlowski en una entrevista en la sala de visitas del Centro Correccional Mid-State.
El ex ejecutivo, quien recibió US$105 millones en el año fiscal de 2000, criticó las firmas financieras en problemas por pagar enormes bonificaciones a sus ejecutivos después de recibir rescates financiados por los contribuyentes de EE.UU. "Eso es indefendible", dijo.
Kozlowski fue declarado culpable en junio de 2005 de 22 de 23 cargos, entre ellos robo agravado, conspiración y fraude de valores, derivado de gigantescas bonificaciones y otra remuneración impropia que recibió como presidente ejecutivo de Tyco.
Fue sentenciado a entre 8,3 años y 25 años de cárcel, comparado con 25 años para el ex presidente ejecutivo de WorldCom, Bernard J. Ebbers, y 24 para el ex director general de Enron, Jeffrey Skilling. Al buscar la máxima sentencia, el fiscal adjunto Owen Helmer calificó los delitos de Kozlowski de "sin precedentes" y dijo que convirtió Tyco en "símbolo de gerencia cleptocrática".
Kozlowski confía en conseguir un empleo, al amparo de la posibilidad de libertad para trabajar, con Access Technologies Group Inc., una pequeña compañía de Connecticut, cuyos servicios incluyen la capacitación para búsqueda de empleos para ex convictos. Pero el estado de Nueva York ha rechazado cuatro veces su pedido de libertad para trabajar.
El ex ejecutivo ha entablado una demanda para revertir la decisión y le indigna que Mark H. Swartz, ex director financiero de Tyco condenado por delitos similares, ya tiene tal empleo.
Como líder de Tyco, Kozlowski vivía bien. Su apartamento opulento, financiado por la empresa, con su cortina para la du-cha de US$6.000, fue sinónimo de exceso corporativo. También dice que fue ahí que él y Jeff Immelt, presidente ejecutivo de General Electric Co., se reunieron en noviembre de 2001 y enero de 2002 para, según un banquero de inversión, "hablar de la posibilidad de unir Tyco y GE". Durante los años 90, Kozlowski completó cerca de 200 adquisiciones. Un crecimiento menos agresivo habría sido más sabio, observa.
Tyco aún busca en corte recuperar dinero pagado a Kozlowski. La compañía había buscado la devolución de al menos US$505,8 millones, y un juez el año pasado le ordenó renunciar a la remuneración y beneficios otorgados durante casi siete años a partir de septiembre de 1995. Paul Fitzhenry, portavoz de Tyco, dijo que el número preciso que la compañía ha buscado es secreto judicial. Kozlowski falló en su intento por apelar inmediatamente la decisión.
Cuando encabezaba Tyco, Kozlowski tenía tres casas caras, dos aviones y el yate de competición Endeavor. Vendió todo excepto su residencia de Florida, dijo, para cubrir los US$90 millones en restitución que pagó a Tyco y una multa de US$70 millones al estado de Nueva York.
En prisión, ha ascendido de servir comida y limpiar pisos de baños a encargarse de la lavandería. Gana 80 centavos de dólar al día.
Su celda de 2,4 x 3 metros contiene un estante de acero, un colchón, un lavabo y un inodoro, y luces encendidas todo el tiempo, lo que dificulta el sueño. "La comida es horrible", cuenta.
Cuando salga de prisión y se incorpore a Access, el ex presidente ejecutivo confía con establecer una planta fabril que emplearía mayormente a ex convictos y veteranos militares. ¿Qué produciría? "Cortinas de ducha económicas", bromeó.
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