De banquero a ministro de economía de Hollande
El ministro de Economía francés, Emmanuel Macron, no paraba de recibir las quejas de ejecutivos de minoristas y empresas estadounidenses de tecnología durante una reunión en enero en el hotel Venetian de Las Vegas.
Los lamentos iban desde demasiada injerencia del gobierno en temas económicos y las reglas excesivas del mercado laboral hasta impuestos demasiado onerosos, como un gravamen de dos años de 75% sobre los salarios de más de un millón de euros (US$1,1 millones), una iniciativa del presidente François Hollande después de ser elegido en 2012.
Macron, de 37 años, un ex banquero de inversión que asumió el cargo en agosto, juntó sus manos como si estuviera rezando y respondió con el mensaje que había traído desde París: "Concuerdo con todo". La carga tributaria de 75%, añadió, fue un gran error.
La crítica a su jefe no fue un desliz. Macron ha tratado durante años que Hollande y su gobernante Partido Socialista lleven a cabo reformas para modernizar la economía francesa, la segunda mayor de la zona euro. Ahora, la supervivencia del gobierno de Hollande depende de la agenda de Macron.
El mandatario logró que las reformas impulsadas por Macron, conocidas como la Ley Macron, fueran aprobadas por la Cámara de Diputados. Pero la oposición al interior del propio Partido Socialista de Hollande fue tan feroz que el presidente invocó poderes constitucionales especiales para no tener que acudir a la Asamblea Nacional, la primera vez que se utiliza esta maniobra en casi una década.
La represalia de los airados legisladores no tardó en llegar: sometieron al gobierno de Hollande a un voto de confianza. Aunque el mandatario ganó, dejó al desnudo las divisiones generadas por la decisión de dejar de lado el estilo de liderazgo consensual que lo instaló en la presidencia, pero le quitó fuerza a sus reformas económicas.
Francia está bajo una creciente presión tanto de Bruselas como de Berlín para cambiar la esclerótica legislación laboral y la burocracia que han restado dinamismo a la economía francesa. El Producto Interno Bruto creció 0,1% en el cuarto trimestre, comparado con 0,7% en Alemania.
Al darle un espaldarazo a Macron, Hollande se aleja de su pasado como un operador de partido abocado a apaciguar el ala más de izquierda con alzas de impuestos para los más pudientes y programas que ponen a pruebas las finanzas del gobierno, como subsidios para más de 150.000 jóvenes.
Es cada vez más evidente que el líder francés ha tomado el lado de los gobiernos europeos, encabezados por Alemania, que atribuyen la inercia económica a las protecciones laborales y otras prestaciones. "Estoy contenta", dijo la canciller alemana Angela Merkel, parada al lado de Hollande en París tres días después de que el mandatario se saliera con la suya ante el Parlamento francés. "Demuestra que Francia tiene la capacidad de actuar". Un asesor cercano indicó que Hollande no estaba disponible para hacer comentarios.
La Unión Europea quiere que Hollande vaya mucho más lejos y relaje las regulaciones laborales que dificultan que las empresas despidan y contraten empleados. Eso lo coloca en un curso de colisión con su propio partido.
En entrevistas con The Wall Street Journal, Macron dijo que contemplan fortalecer la legislación que lleva su nombre y es probable que ello acentúe las diferencias. Pretende, por ejemplo, que las empresas eludan las leyes laborales y negocien directamente con los trabajadores, lo que podría amenazar la semana laboral de 35 horas. "Hay que ser más desafiante", asevera. Es probable que el Senado empiece a revisar la legislación en abril.
El ascenso de Macron de un rol como asesor de campaña tras bambalinas a artífice y adalid del giro de Hollande ha alarmado a las filas del Partido Socialista. Macron nunca ha sido electo y ha mostrado un cierto desdén por los compromisos políticos necesarios para conseguir los votos de los legisladores. "En alguna parte de su ser carece del toque humano", advierte Jean-Marc Germain, un legislador socialista. La ley Macron "devasta nuestros principios porque aniquila buena parte de lo que los socialistas defienden", añade.
"Es una suerte de pacto implícito: si estoy en desacuerdo, siempre se lo tengo que decir", dice Macron sobre Hollande. "A veces peleamos".
Hijo de una familia de médicos en la localidad de Amiens, al norte de Francia, Macron conoció a su esposa, Brigitte Trogneux, cuando estaba en la secundaria y ella era su instructora de teatro. Protagonizó una obra dirigida por Trogneux, 20 años mayor que él, y pasaron a convivir un par de años después.
Macron accedió a los pasillos del poder después de ser aceptado en la École Nationale d’Administration, una universidad muy selectiva que entre sus ex alumnos cuenta a varios presidentes, incluido Hollande.
El mandatario conoció a Macron en una cena organizada en 2008 por Jacques Attali, un asesor del ex presidente François Mitterrand. Durante los años posteriores Macron siempre defendió a Hollande, sin importar los vericuetos de la política francesa. "Ese es el núcleo de la relación personal con Hollande", observó Alain Minc, un destacado empresario francés.
Macron combinaba su trabajo como asesor de la campaña de Hollande en 2011 con su rol de banquero de inversión de Rothschild & Cie. Con sus contactos, ayudó a orquestar la compra del negocio de alimentos para bebés de Pfizer Inc. por parte del conglomerado suizo Nestlé SA por US$11.800 millones. La operación lo transformó en un hombre rico y le enseñó a desenvolverse en una cultura corporativa de aversión al riesgo. "Eres una especie de prostituta", reconoce. "El trabajo es seducir".
En agosto de 2014, Macron, que había dejado el gobierno para trabajar en una nueva empresa de Internet, recibió una llamada de Hollande. El presidente le ofreció el Ministerio de Economía. Macron respondió que necesitaba un mandato preciso. "Estará acá para reformar", respondió el mandatario. Una hora después, Macron aceptó el puesto.
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