Inflación: los datos públicos cuestionan la teoría oficialista sobre los precios
La carrera alcista ensayada en el último trimestre de 2020 por los precios internacionales de los granos, en simultáneo con el abaratamiento mundial que registró el dólar estadounidense, un fenómeno que suele darse en simultáneo, ya que es la moneda en que se referencian, permitió al país registrar una ganancia por dos vías en sus términos de intercambio comercial: vendió más caro lo que exporta y compró algo más barato lo que importa.
El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) reveló la semana pasada que esa diferencia beneficiosa fue del 3,1% en dicho período, producto de haberse registrado un aumento del 1,7% interanual en el precio promedio de lo enviado al exterior y una baja del 1,3% en el costo de lo ingresado.
Para entenderlo solo basta saber, por caso, que en ese período el precio internacional de la soja escaló de US$374,7 a US$476,5 la tonelada mientras que el Dollar Index (un indicador sobre el valor real del billete estadounidense en relación con otras seis divisas) bajó de 93,71 a 89,70.
La última vez que la Argentina había captado un beneficio similar por ambas vía fue durante el último trimestre de 2016, período en que se cobró 1,6% promedio más por las exportaciones y pagó 3% menos por lo importado. "Con el cambio de paradigma en el comercio mundial y la irrupción de China se dieron condiciones para que este fenómeno se produzca más en los últimos años, pero en perspectiva histórica no es un fenómeno tan común: ocurrió en 19 de los últimos 136 trimestres desde 1987 en adelante", hizo notar el economista Franco Mastelli, de LCG.
Un informe de esa consultora detalló que en este caso "la mejora estuvo básicamente traccionada por subas del 5% interanual lo cobrado por exportaciones de productos primarios y manufacturas de origen agropecuario (MOA)". Ese efecto simultáneo en los precios de lo transado "permitió obtener un superávit de su balanza comercial de US$692 millones en el último trimestre del año que se habría reducido a US$320 millones si esas alzas no se hubieran producido", indicó Mastelli. Es decir, más que duplicó su saldo por ese efecto aunque la Argentina, según detalló el índice de precios y cantidades del comercio exterior oficial, vendió en cantidades 27% menos que un año antes en igual período y compró 14,2% más.
La parcializada teoría oficial
Las contundentes cifras contrastan con la teoría de la "maldición" que significaría exportar alimentos que esbozó días atrás la diputada oficialista y economista recibida en la UBA, Fernanda Vallejos, al explicar que los precios internos resultan "tensionados por la dinámica internacional", un argumento en que pareció basarse luego el presidente Alberto Fernández al relacionar esa mejora en los precios de la exportación con la aceleración inflacionaria de los últimos meses.
La tesis supone una simplificación que luce intencionada para generar lo que se vio después: la convocatoria a distintos sectores productivos con la cancha "marcada".
Los datos muestran que la presión que la escalada de los commodities agrícolas implica en los precios domésticos se notó en otros países de la región que, como Argentina, exportan granos y carnes.
En Paraguay aportó para que la inflación escale de 0,5% en octubre o 0,65% promedio en noviembre-diciembre, básicamente por encarecimientos en carnes y alimentos. Y en Uruguay también se filtró, aunque no se notó en su índice general de precios (viajaba al 0,5% en octubre pero cerró con deflación del 0,19% en diciembre) porque bajaron fuerte los precios de la energía eléctrica.
Pero fue en Brasil, donde mostró el impacto más marcado, ya que lo hizo pasar de una inflación del 0,86% a una del 1,2% entre octubre y diciembre y con alzas de 3,7% en el rubro alimentos en ese último mes.
En Argentina los datos de inflación muestran una correlación similar o mucho menor en relación con Brasil, donde esos ajustes aceleraron casi 40% el ritmo de la indexación mientras aquí esa aceleración fue menor al 9%, considerando que el IPC general navegó el último trimestre del 2020 al 3,66% mensual promedio cuando los precios de la canasta alimentaria lo hicieron a un ritmo del 3,97 por ciento.
Para el economista y consultor Fernando Marull (FyMA), está claro que los precios de commodities internacionales no tienen correlación alguna con la inflación argentina (ver gráfico) con lo que la reacción oficial apunta a buscar otros culpables del fenómeno y no reconocer la responsabilidad propia. "Todo un deja vú de los anteriores gobiernos kirchneristas, pero no tienen asidero", resume.
Mastelli coincide y apunta que la discusión local está contaminada por los desequilibrios previos de la economía y lo afectados que quedaron los ingresos tras tres años de aguda recesión. Eso hace que no se evalúe la oportunidad que da el ciclo alcista de los granos. "Estamos en precios que no se veían desde el 2013, lo que plantea toda una oportunidad para el país. Lamentablemente ya vimos la posición oficial con respecto al fenómeno: se miran los supuestos perjuicios que son muy menores e ignoran beneficios aunque los muestre la estadística oficial y por eso piensan en cupos o más impuesta a la exportación cuando a la vez hablan de la restricción externa o la falta de dólares cuando el único ingreso de dólares al país es, precisamente, por la vía comercial", sostiene.
El riesgo es perder otra oportunidad en momentos en que algunos actores internacionales, como el banco de inversión estadounidense JP Morgan, sostienen que el mundo podría estar a las puertas de un nuevo "superciclo" de los commodities empujado por la forma en que China sorteó en términos económicos la pandemia y las políticas monetarias y fiscales "ultraflexibles" que se anuncian y mantendrían debilitado al dólar.
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