Dante Sica: "Tenemos que adaptar los marcos laborales a las nuevas formas de producción"
El Senado tratará el miércoles el proyecto de ley de economía del conocimiento, aprobado recientemente en Diputados y que busca promover con desgravaciones impositivas industrias basadas en bio, nano, info y neurotecnologías, inteligencia artificial, robótica, producción audiovisual, satélites y servicios profesionales de exportación, entre otras. En diálogo con LA NACION, Dante Sica, ministro de Producción y Trabajo, se refirió a las oportunidades que se abren con esta nueva normativa.
-Esta ley se discutió mucho tiempo en el Gobierno. Pero había dos posturas opuestas: quienes sostenían que no debía subsidiarse ningún sector y quienes creen en las políticas de estímulo a actividades estratégicas. Dicen que su llegada al Ministerio de Producción inclinó la balanza a favor de la ley. ¿Es así?
-La ley se aprobó en Diputados con el voto de todos los legisladores, salvo dos del Partido Obrero. Es un gran mérito de los diputados, tanto del oficialismo como de la oposición, que trabajaron en conjunto. Cuando llegué al Gobierno el año pasado había una discusión acerca de si debíamos avanzar en mecanismos horizontales iguales para todos o apuntalar algunos sectores. Yo introduje el concepto de que lo ideal era llegar a una economía donde los incentivos sean transversales, pero que ese era un punto de llegada y no de partida. Mientras mejoramos la competitividad general, mientras avanzamos hacia una reforma laboral, hay sectores en los cuales tenemos que poner nuestra mirada, porque van a estar traccionando y generando el cambio.
-¿A qué se refiere?
-Así como hicimos una mesa especial para Vaca Muerta y estamos trabajando en temas específicos de competitividad para ese sector, de igual modo ahora nos enfocamos en las industrias del conocimiento. Este sector se convirtió en el segundo o tercer exportador (según el año). Además, es un gran generador de empleo. La ley del software, sancionada en 2003, quedó obsoleta, limitada solo a una actividad tecnológica. Entonces la ampliamos a todas las industrias del conocimiento, incorporando actividades que tienen un impacto transversal sobre la competitividad de toda la economía.
-Fue una sorpresa que Diputados aprobara esta ley en medio de la crisis económica y las corridas cambiarias...
-Es que trabajamos mucho durante el año pasado. Se decidió que fuera una iniciativa conjunta de los legisladores del oficialismo y la oposición. Hubo un muy buen trabajo de las cámaras sectoriales que dialogaron con todos los partidos.
-Hoy, las diez empresas líderes del mundo son todas de tecnología. Cinco son norteamericanas y dos chinas; no hay ninguna europea. Emmanuel Macron y Angela Merkel se reunieron en enero para promover la llamada Industria 4.0. Con esta ley del conocimiento, ¿alcanza para que la Argentina también impulse la transformación de su matriz productiva?
-Esta ley es un puntapié inicial muy importante, sobre una base muy fuerte: la ley del software contribuyó a que la Argentina generara cuatro de los 11 unicornios (empresas de tecnología valuadas en más de US$1000 millones) de América Latina. Esta nueva ley nos va a permitir ampliar esta fortaleza a nivel regional e internacional. Pero necesitamos recuperar la moneda para tener un mercado de capitales que pueda financiar estas empresas. Ahora viene una gran etapa de coordinación entre el sector público y el privado, y las provincias. En estos años, las mejoras de infraestructura digital permitieron que esta sea una industria mucho más federal. Se armaron polos en Mar del Plata, Córdoba, Mendoza y Jujuy. También hay que coordinar esfuerzos con el sistema educativo. Tenemos que lograr un proceso de formación y capacitación continua de profesionales y trabajadores para este sector.
-Estudios comparativos con Israel, la India, Polonia, otros países de Europa del Este y Latinoamérica revelan que la Argentina tiene muy buen talento humano, pero no la cantidad suficiente.
-Tenemos un doble desafío: por un lado, acondicionar nuestro sistema educativo para que nos dé la formación de base, y por otro, trabajar con los que se gradúan en un proceso de formación tecnológica continua y en habilidades blandas. Ahí también tenemos debilidades. Por otro lado tenemos que mejorar los marcos laborales para adaptarlos a estas nuevas formas de producción. Tenemos un sistema de contrataciones, despidos y judicialización, de costos extrasalariales, que impide el crecimiento de empresas formales.
-Con esta Cuarta Revolución Industrial se estima que desaparecerá gran parte de los trabajos actuales. Los países que no preparen a sus trabajadores enfrentarán serios problemas de desempleo masivo. ¿Cree que es posible sentar en una misma mesa al sector educativo, a los sindicatos y a los empresarios para encarar los cambios tecnológicos que se avecinan?
-La palabra no es si es posible, es imprescindible. Lo hicimos con Vaca Muerta. Ahora estamos avanzando en un acuerdo con el sector audiovisual: con el sindicato técnico, con el sindicato de actores -que era muy duro- y con funcionarios del Incaa y de Cultura. Estamos armando un convenio especial para captar la revolución en ese sector que es la producción de series. Esta es la metodología. La OIT está cumpliendo 100 años y en sus documentos habla del trabajo del futuro: ahora habla del trabajo decente y no del trabajo dependiente. Porque están cambiando las formas del trabajo. Los derechos y las reivindicaciones son centrales, pero tenemos que hacer entender a los sindicalistas y trabajadores que lo que hacemos no es contra ellos, sino que queremos generar más trabajo decente y formal. Muchos actores sociales, empresariales y sindicales sienten vértigo, porque el mundo en el que ellos se formaron y consolidaron su patrimonio cultural está cambiando de forma abrupta.
-¿Cree que la Argentina podría ser el polo de innovación de América Latina?
-Con estabilidad macroeconómica tenemos todo el potencial para serlo.
-Pero hay un punto flojo: ha caído la inversión en ciencia y tecnología. Los científicos, que son fundamentales en la economía del conocimiento, no se sienten convocados por el modelo económico del Gobierno.
-Sé que hay una discusión filosófica de fondo. Nosotros queremos desarrollar un polo científico-tecnológico que esté vinculado al sector productivo. En los nuevos emprendimientos vemos jóvenes que salen del Conicet y se juntan con emprendedores e inversores, y generan patentes y empresas. Tenemos que salir de la mirada cerrada que piensa que la ciencia se genera en el sector público para el sector público. El otro desafío es que el sector privado invierta más en investigación y desarrollo. La Argentina tiene que discutir sin tapujos las normas de patentes. Tenemos que romper esa desconfianza del sector universitario y científico con el mundo empresarial.
-Me parece que hay prejuicios de ambos lados...
-Son taras ideológicas que todos tenemos que vencer.
-El Foro Económico Mundial y el BID anunciaron que van a instalar uno de los cinco Centros para la Cuarta Revolución Industrial en Medellín, Colombia. Los otros están en Estados Unidos, Japón, la India y China. ¿Por qué la Argentina teniendo los mejores científicos y emprendedores tecnológicos de la región no está en el radar internacional?
-Uno entra en el radar cuando demuestra seriedad, consistencia y que esta visión no es solo la voluntad de un gobierno, sino de distintos actores. Gran parte de la inestabilidad de hoy se debe a que los candidatos no discuten sobre las mismas bases.
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