Daniel Artana: “Si la política no está dispuesta a ordenar lo fiscal, la inflación va a bajar muy despacio”
El economista jefe de FIEL, que trabajó en el plan liderado por Carlos Melconian, analizó la coyuntura y los políticas que deberían tomarse para estabilizar, y se refirió a las consecuencias de las decisiones del Gobierno
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Se graduó en Economía en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) en 1980 y completó su doctorado en la Universidad de California en Los Angeles (UCLA) en 1988; fue secretario de Hacienda de la Nación en 2001; desde 1987 es economista jefe de FIEL (Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas)
“Un plan de estabilización primero tiene que resolver la cuestión fiscal y los precios relativos, y ordenar las cuentas siempre es conflictivo”, plantea Daniel Artana, economista jefe de FIEL, al analizar la coyuntura económica argentina y el escenario para 2024. El analista, que integra el equipo de economistas que trabajó en el programa elaborado por Carlos Melconian para un eventual gobierno de Patricia Bullrich, criticó las recientes medidas lanzadas por el Gobierno y advirtió sobre las consecuencias que tendrán sobre la inflación. “Tiene un impacto fiscal negativo, con lo cual han tirado por la borda la posibilidad de tener alguna chance de cumplir con la meta fiscal que confirmaron con el FMI del 1,9% de déficit primario. No tiene ninguna chance. Y son la consecuencia de no tener un plan antiinflacionario que cierre, se toman medidas que solo aceleran la inflación y después intentan compensar el impacto de esas macanas tratando de mejorar en forma ad hoc los ingresos de distintos grupos de la población, y lo hacen de forma que ni siquiera es equitativa. Si la inflación bajara, tendría un impacto positivo sobre el poder adquisitivo”, planteó.
-¿Por qué se da ese efecto?
-A la larga, como estas medidas deterioran la situación fiscal y no hay financiamiento genuino, termina en emisión y más inflación futura. Fue la conclusión de 2021 y el plan platita, y este que es una versión distinta, pero implica un deterioro de la posición fiscal para tratar de transferir ingresos a los votantes como ocurrió en ese caso con la elección de medio término, y ahora en la elección presidencial. Primero generan inflación, después dan platita y después generan más inflación.
-Los precios se aceleraron tras la devaluación. ¿Qué margen tenía el Gobierno para reaccionar?
-Este Gobierno ya tiene el boleto picado. Nunca hizo un programa de estabilización serio. No lo hizo en su momento en 2021, porque cuando tenía la posibilidad, con la economía que volvía a su nivel pre pandemia, y se quedaron con un nivel de gasto un par de puntos del PBI por arriba del nivel anterior mientras el resto de los países de América Latina volvieron a sus niveles previos, cuando empezó la salida de la crisis sanitaria. Lo lógico era volver a niveles anteriores, pero el Gobierno se quedó con transferencias mucho más altas que lo que eran en 2019, y eso generó una situación que terminó explicando la aceleración de inflación de 2022, la crisis de los tres ministros. Llegó un nuevo ministro con más volumen político y al poco tiempo te das cuenta que no alcanza. Pensó que la inflación iba a empezar con tres en abril, y ahora camina a dos dígitos. Fue un fracaso estrepitoso porque nunca tuvieron un programa económico que cerrara. No lo hicieron en más de tres años, menos van a poder hacerlo ahora.
-¿Qué análisis hace de la gestión de Massa?
-Al principio intentó dar alguna señal que podía encauzar la cuestión, pero duró poco. Hubo un montón de promesas de que iba a conseguir divisas, y se quedó corto. Es cierto que lo sorprendió la sequía, pero eso no es novedad, porque es algo que Argentina ha tenido en los últimos años: pasó en 2018, también en 2012. Hubo un error bastante grosero en 2021 y 2022, que, con una circunstancia excepcional, con términos de intercambio buenísimos, el gobierno no ahorró, no bajó el gasto lo suficiente, y en una economía con riesgo ambiental, en momentos de buena hay que ahorrar. En 2021 se embarcaron con el plan platita y en 2022 nunca lo pudieron embarcar. Llegó la sequía y te agarró desnudo, pero por decisión del Gobierno, que no aprovechó los términos de intercambio extremadamente favorables, los mejores desde que el Indec mide la serie en 1986. La economía estaba con una fragilidad enorme, la agarró la sequía y la volteó. Ahora lo que ha hecho es endeudarse, con China, Qatar y cuanto organismo internacional pudiera, pasando los problemas al gobierno que sigue. También obligando al sector privado a endeudarse con sus casas matrices y proveedores del exterior y adelantando recursos fiscales. Es ir contra la gestión que lo va a suceder, si no es electo, y hay una gran irresponsabilidad, porque en vez de pensar cómo se resuelven los problemas, se gana tiempo para que le exploten al que sigue. No es de un estadista, sino de un populista.
-¿Qué rol tuvo el FMI?
-Ha sido muy laxo, probablemente para evitar que, si el Gobierno entraba en default, la situación se agravara y hubiera una estampida de pesos y una aceleración inflacionaria mayor a la que hubo. No ha sido condicionante el FMI. El Gobierno recibió financiamiento del FMI, más allá del discurso. Con las metas ha sido bastante laxo cuando ha hubo desvíos, y lo va a volver a hacer, porque ninguna de las tres metas se va a cumplir de acá a fin de año. Será tarea del próximo gobierno encauzar ese programa.
-¿Por qué no serán cumplibles?
-La más difícil es la de reservas, porque las netas son negativas y hay que terminar con positivas por US$3500 millones. Eso requiere una acumulación que no va a ocurrir. La meta fiscal era alcanzable o hubiera estado cerca, pero con este paquete que se mandaron ahora, que tiene un costo fiscal de 0,5% del PBI según el Gobierno, no tiene chance. Va a estar entre 2,5% y 3%.
-¿Cuáles son los mayores desafíos que enfrentará el próximo gobierno?
-Tiene una herencia de gran fragilidad macroeconómica. Primero, una inflación extravagante, que al fin de este mandato van a ir a tres veces del nivel que la heredó. Tiene reservas netas negativas, cuando a comienzos de esta gestión eran US$10.000 millones positivas, y un endeudamiento no deseado con el sector privado de al menos US$15.000 millones, atraso cambiario y tarifario, distorsión de precios relativos. Ahora, no hay nada que no se pueda resolver, si hay voluntad política de corregir esos desequilibrios. Esta gestión va a dejar una situación complicada, en una economía que ya empezó a tener caída y se va a profundizar, porque el BCRA ya está parando pagos al exterior, y eso va a tener un impacto adicional a la sequía.
-Mencionó el tema del endeudamiento comercial del sector privado. ¿Qué consecuencias tiene eso?
-Eso también ocurrió entre 2015 y 2016, pero en menor magnitud. En aquel momento, el Gobierno liberó el mercado cambiario, pero pautó una salida con las empresas, que les permitía pagar al exterior una suma de dólares por tres meses, y después anticiparon la salida porque empezaron a recibir muchos dólares financieros y eso permitió liberarlo más rápido. Hoy no se ve una avalancha de dólares financieros a comienzos de 2024. Es un tema bastante complejo de resolver. Según los datos del BCRA, hay US$15.000 millones de stock más de deuda comercial por importaciones de bienes y servicios impagos. Eran US$30.000 millones desde fines de 2017 hasta 2021, y de ahí salta a US$45.000 millones. Ahí te das cuenta que fue algo no deseado, y es un stock que sigue subiendo. Se fueron acumulando en dos años, y las empresas no pueden pretender que un nuevo gobierno resuelva el tema en una semana. Hay una decisión compartida con el Gobierno, pero siempre se podría haber sacrificado nivel de actividad e importar menos, y lo hicieron porque convenía hacerlo.
-¿Hay un escenario optimista por ingreso de dólares en 2024?
-Dólares va a haber porque va a mejorar la cosecha, habrá US$15.000 millones más del campo que perdiste este año por la sequía. El problema de eso es que vos parte de eso no lo vas a poder inyectar en la economía, lo vas a usar para recomponer reservas que hoy están en territorio negativo, y no sabemos las condiciones del swap con China, cuándo hay que devolver ese dinero. Nadie sabe qué negoció el Gobierno en esa cuestión secreta. Con una mejora de US$15.000 millones, deberías tener un crecimiento de la economía importante, pero lo que hizo el Gobierno es obligar a la economía a endeudarse a costa del futuro.
-¿Y qué impacto tendrá resolver estos problemas, en términos sociales y políticos?
-La gestión de 2016 a 2019 no salió bien. En ese momento no hubo una lluvia de inversiones, ahí perdimos una oportunidad y como la sociedad volvió a votar al populismo, el mundo ahora va a estar bastante escéptico, será ‘ver para creer’. No habrá lluvia de plata, ni en inversión extranjera directa ni en inversiones financieras, que tampoco es deseable porque genera atraso cambiario y otros problemas. La primera cuestión es que nosotros como sociedad tenemos que confiar. Los argentinos tienen un montón de dólares ahorrados, pero hay que ver si se da la suficiente confianza para que la gente de a poco empiece a invertir eso. Pretender que se van a resolver los desaguisados de la economía en un trimestre o dos… Un plan de estabilización primero tiene que resolver la cuestión fiscal y los precios relativos, y ordenar las cuentas siempre es conflictivo, porque por más que vayas sobre la casta o los grupos de presión, siempre va a haber resistencias. No es fácil, pero la pregunta es cuál es la alternativa. ¿Seguir con una inflación de 150% o más? ¿Otra década de estancamiento? El nivel de pobreza que tiene Argentina es obsceno con el nivel de potencial que tiene el país. Es evidente el fracaso rotundo que fue no hacer las cosas normales que hacen los países normales. El kirchnerismo cree que las cosas que hace el mundo acá no funcionan y que lo que no hace nadie acá va a funcionar, y eso es ilusorio. No quiere decir que no es difícil, pero el peor ajuste es la inflación que tenemos hoy, que golpea más a los que menos tienen. Desde 2017, el salario de los formales cayó 15% y 40% el de los informales. La economía y los trabajadores han sido ajustados a un nivel extravagante, y eso se puede revertir, pero hay que ordenar las razones que dan origen a esa inflación, que fue la forma en que se ajustó el nivel de vida a todos.
-Mencionó a la gestión de 2016-2019 como una “oportunidad perdida”. ¿Por qué terminó así? ¿En qué falló?
-Creo que el principal problema era el tema fiscal, y el déficit en los dos primeros años no bajó, y después tuvieron que bajarlo en medio de una situación macro donde tuviste un ‘sudden stop’, en la jerga de Guillermo Calvo. Había que haber empezado desde el principio, quizás no se hizo porque no había suficiente capital político; hubo que cumplir promesas de campaña de baja de impuestos cuando no había plata para eso; el fallo de la Justicia por las transferencias a las provincias… Hay una cantidad de cosas, pero el hecho es que hubo una apuesta a que el déficit enorme que tenía Argentina, que era del 6% del PBI cuando contás intereses, se podía financiar por mucho tiempo con ingreso de capitales del exterior, pero financiar déficit con endeudamiento externo genera un atraso cambiario fenomenal y algo de eso pasó. Eso hay que evitarlo, pero tampoco va a estar la posibilidad de endeudarse para patear problemas. Ahora, si la política no está dispuesta a ordenar lo fiscal, la inflación va a bajar muy despacio.
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