Dale print: impresos 3D con aires de revolución
¿El pulmón para el paciente X lo imprimimos en A3 o A4?" "Che, esta impresora es una porquería, se trabó de nuevo en la mitad del edificio." "¿Por qué mandan tantos autos a imprimir si después no los vienen a buscar?"
Mientras la mayor parte de los economistas se desvelan tratando de anticipar los cambios en la tasa de la Fed o en el ciclo de las commodities en 2014, pocos se ocupan de imaginarse los cambios drásticos que podrían generarse sobre la economía a partir de algunos avances tecnológicos que apuntan a volverse ubicuos en poco tiempo. Y de todas las tecnologías que se encuentran, según sus seguidores más entusiastas, "a punto de explotar", tal vez sea la de las impresoras 3D la que lleva la delantera en el potencial de los cambios que generaría sobre la economía.
"Por ahora, estamos en una etapa muy inicial, y la pregunta clave es si de «tecnología gourmet» la impresión 3D va a convertirse en una tecnología disruptiva. Si eso ocurre, vamos a ver efectos económicos tremendos, pero también impactos sociales gigantes, con ganadores y perdedores, que pueden darse antes de lo que creemos", explica Andrés López, director del Departamento de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA y especialista en análisis de procesos tecnológicos desde la economía.
Aunque los científicos están coqueteando con la idea de impresiones tridimensionales desde hace décadas, recién en los últimos años comenzaron a comercializarse modelos de máquinas a precios atractivos para el mercado masivo (en el orden de los 2000 dólares). Parecen noticias de una novela de ciencia ficción, pero ya se pudieron "copiar" con éxito órganos humanos (vejigas y orejas), grandes partes para aviones y objetos arquitectónicos de hasta seis metros por seis metros.
"¿Qué pasará en tan sólo 20 o 30 años, cuando para todos sea posible imprimir lo que quieran con tan solo el costo de la materia prima? ¿Qué significará tener fronteras o sistemas de transporte en un mundo donde productos físicos se mueven a través de Internet? ¿Qué valor tendrán las patentes y las marcas registradas cuando la copia de un producto sea exactamente igual a la original?
"Las implicancias para los gobiernos y las políticas públicas de la impresión 3D en las próximas décadas serán enormes", plantea el físico Andrei Vazhnov en su reciente libro: Impresión 3D: cómo va a cambiar el mundo (Baikal).
Vazhnov es, como lo define su editor, Emiliano Chamorro, "un personaje de otra galaxia". Nació hace 39 años en Omsk, Siberia, una ciudad del tamaño de Córdoba que fue la capital de Rusia entre 1918 y 1920. Al terminar su carrera de físico, se instaló en los Estados Unidos, donde trabajó en Wall Street, en empresas de software e hizo un posgrado en políticas públicas. Vino a Buenos Aires porque está convencido de que "el clima es uno de los principales determinantes de la felicidad" (y le gusta la temperatura porteña), y además porque es un fanático de la música latina: subió a YouTube el tutorial más exitoso sobre "introducción al ritmo de salsa". Habla con fluidez ruso, castellano e inglés, y está estudiando chino, francés y portugués. Con una vida así, ¿cómo no creerle sus vaticinios?
Cambios o bancarrota
"Hasta no hace muchos años, si uno quería ampliar o modificar una foto debía hacerlo a partir de la copia física. La digitalización de las fotos cambió toda la dinámica, ya no hay traslado de materia, y empresas como Kodak entraron en bancarrota", cuenta Vazhnov, para quien la mejor analogía para anticipar lo que puede suceder con todas las mercancías es la de la historia reciente de la fotografía.
¿Cuáles pueden ser los impactos de la tecnología de impresión 3D sobre la economía global? El primero y más obvio es el de las modificaciones en la logística: ya no serán necesarios los viajes de grandes cargueros transatlánticos para trasladar productos desde China o el sudeste asiático hacia los centros de consumo, porque las mercancías se fabricarán -según un criterio de eficiencia económica y de menor contaminación ambiental- "en el barrio de al lado".
Una segunda ola de cambios afectará nuestra cotidianeidad: "Estamos acostumbrados a que nos rodee una geometría regular, de líneas rectas y círculos, y eso tiene que ver con una lógica de escalas de producción industrial. La impresión 3D va a tener como único costo la materia prima, y por lo tanto cada uno va a poder elegir la forma que quiera para sus objetos cotidianos. Van a adquirir mucho protagonismo los diseñadores", vaticina Vazhnov.
El tercer frente de impactos económicos tiene que ver con "la muerte del inventario": ya no será necesario tener productos en stock.
La economía real replicará la lógica del "long tail" -la "larga cola"- descripta por Chris Anderson, el ex editor de Wired , en su libro homónimo: nichos de mercado que en la vieja economía no eran rentables ahora comenzarán a serlo. Anderson, un fanático de la tecnología de impresión 3D -su último libro es sobre este tema-, cuenta en The Long Tail cómo los cambios en la comercialización de libros y de música en Internet permitieron la explosión de pequeños segmentos que en la década pasada, por costos de distribución y de stockeo , no eran rentables.
"Pronosticar es una tarea difícil, especialmente cuando se trata del futuro", dice la frase; y en materia de tecnología, la futurología es mucho más dificultosa aún. Se trata de sistemas complejos en los cuales "la incertidumbre permea todo el proceso", marca Andrés López, de la UBA. "Uno no sabe si va a lograr lo que quiere desarrollar, pero aun con el éxito tecnológico hay que conseguir pasar a la etapa comercial. Además, en muchos casos las innovaciones tienen efectos sociales amplios y las reacciones consecuentes pueden potenciar o demorar el desarrollo de ciertas tecnologías. Hay incertidumbre técnica, comercial, regulatoria, estratégica, etcétera", agrega.
Una idea para algún estudiante avanzado de la carrera de economía que esté en busca de su tema de tesis: ¿cómo afectará una eventual difusión de esta tecnología disruptiva a la economía argentina?
A priori, uno podría pensar que se tenderá a un esquema que premiará aquellas cosas que hacemos bien (producir materias primas, creatividad y diseño) y les bajará el precio a las que no hacemos tan bien (industria manufacturera). Ergo, estaríamos, como dijo un ex presidente, "condenados al éxito", y ardería la interna de la UIA, con el desembarco de los nuevos hombres fuertes de Epson, Hewlett-Packard (o de las empresas que capitalicen el boom de la impresión 3D) en los puestos clave del directorio de la central fabril.
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