Cynthia Moskovits: “Exagerar con la inflación es una estrategia, pero es algo peligroso”
La economista de FIEL, especializada en política fiscal y financiera, consideró que el hecho de que se hayan incluido tantas medidas en el DNU y el proyecto de ley es una cuestión “distractiva” y con sus riesgos; su visión sobre la posibilidad de que se llegue al equilibrio de las cuentas públicas
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Estudió Economía en la Universidad de Buenos Aires (UBA) e hizo el máster en la Universidad del CEMA; es economista senior de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL) y consultora del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y del Banco Mundial; se especializa en política fiscal y financiera
La economista Cynthia Moskovits trabaja en la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL) y se especializa en política fiscal, financiera y macroeconomía.
–¿Cómo ve este primer mes del gobierno de Javier Milei?
–Empezaría por hacer un diagnóstico de lo que se heredó. Uno no puede evaluar medidas sin saber a los efectos de qué son esas medidas. La situación es realmente crítica, no cabe ninguna duda de que estamos en una crisis. En diciembre la inflación fue de alrededor de 25%, con lo cual el índice de punta a punta de 2023 fue de 210%. En los próximos meses va a ser muy fuerte también. Eso es el primer síntoma y es lo que estamos sufriendo todos los argentinos. Lo que está detrás de eso es el déficit fiscal y los desequilibrios de precios relativos, como el tipo de cambio, las tarifas y los salarios, con reservas negativas del Banco Central y con todo tipo de controles, rigideces y discrecionalidades. Tenemos también un Estado absolutamente ineficiente, que gasta mucho y gasta mal. No sé qué diagnóstico tiene el Gobierno, pero tiene en claro que esto no se va a solucionar solo porque llegaron ellos. Hay que tomar medidas para cambiar el rumbo. Y eso creo que es lo que votó la población. El punto de partida es mucho más razonable que decir que hay que generar un clima más propicio y que la gente no se sienta tan mal. No, la gente se siente mal, lo sabe y se lo dicen. Hubo un poco de exageración también, como decir que la inflación es de 1600% en el año, si se anualiza un 1% diario.
–¿Por qué se hace esa exageración?
–Creo que es una estrategia para decir que la situación es muy compleja, pero también puede generar esta cosa muy precautoria de los agentes económicos, de decir que si la inflación fue de 1% por día, puede ser 1,5%, y cuidado con la profecía autocumplida. Es peligroso. Como todo, hay que hacerlo en la justa medida. No hay que exagerar, pero por lo menos está claro que el Gobierno dice que estamos en una situación muy difícil y hay que hacer cosas.
–El Gobierno también dice que la situación es tan grave que, si no le aprueban el DNU o la ley, se termina en una hiperinflación. ¿Qué es lo relevante de todo eso?
–Son estrategias, evidentemente; son formas. No sé si es la mejor, a mí no me gusta. El argumento de que, porque estamos así de mal, si no se aprueba el DNU o la ley ómnibus, esto explota, no sé si es la forma. Esto está muy cerca de explotar, eso es un dato. Pero, ¿hay que amenazar con eso? No sé. Esta situación es parecida a la de 2002, con Eduardo Duhalde, o a la de cuando, con la ley de convertibilidad de 1991, se declararon en emergencia. No recuerdo que en ese momento hubieran tantas voces que se levantaran a decir que no podía haber una ley de emergencia. Acá también están dadas las condiciones para que haya una ley de emergencia. Eso no está en duda. La ley de emergencia de 2002 se prorrogó hasta 2017, pese a que se crecía fuerte a tasas chinas.
–Y el gobierno de Alberto Fernández también declaró el estado de emergencia apenas asumió, incluso antes de que se hablara de la pandemia.
–Absolutamente, eso no fue por la pandemia, que ni se sabía todavía que vendría en diciembre de 2019. La ley de emergencia de 2002 se prorrogó hasta 2017 y, ni bien asumió Fernández, sin situación de emergencia, declaró la ley de emergencia previsional, financiera, fiscal y energética, con unos poderes amplísimos. No veo que esta ley de emergencia, en principio, deba ser cuestionada por ser una ley de emergencia.
–¿Por qué se la cuestiona tanto?
–Esta semana leí un tuit relacionado con la misión del FMI que decía: “No nos endeuden más”. Podemos charlar sobre si la deuda es buena o mala, en qué circunstancias y con qué características, pero no podemos no aceptar que si nosotros queremos un Estado que provea servicios a la población, hay que financiarlo. ¿Cómo se financia? Con impuestos, que son legislados o no legislados, como la inflación, o se financia con deuda. Seamos conscientes de que, si queremos cultura para todos o fútbol para todos, tenemos que financiarlo. No podemos decir “no nos endeudemos” o “no me cobren Ganancias, porque el salario no es ganancia”. Porque se derogó un impuesto que es absolutamente razonable y progresivo.
–Dentro del estado de emergencia, ¿era necesario hacer modificaciones como, por ejemplo, que los clubes de fútbol puedan ser sociedades anónimas, o eso es una provocación del Poder Ejecutivo?
–Claramente, es una estrategia, un vamos por todo, queremos un cambio de régimen, una sociedad que se organice de manera diferente, una sociedad en la cual las decisiones del individuo pesen más que las decisiones del Estado. Que el Estado no ponga restricciones donde el propio Gobierno dice que no se tiene que meter. Uno puede coincidir o no, me parece que es una estrategia, no sé si está bien o mal, yo habría empezado por las medidas económicas del 12 de diciembre, y después habría seguido con la ley. Si el DNU tiene que tener 300 artículos y 600 el proyecto de ley, me parece que es un poco provocar. Pero dicen que se están metiendo con todos, no es que están yendo solo contra los sindicatos, sino también contra los dirigentes del fútbol. Mandan un mensaje de “no me tiembla el pulso” y “no tengo preferencias”.
–¿Es bueno unificar a todos los grupos de interés en contra? ¿Eso ayuda a pasar el proyecto?
–Probablemente le dé apoyo de la sociedad, si es que se lee que no le están quitando privilegios a uno, sino que están tratando de emparejar la cancha. Si se ve así, por ahí es una buena estrategia. No es para DNU, porque evidentemente no son cosas de emergencia; desde ese lugar es vulnerable. Hasta ahora, la CGT fue la única que fue adelante con una acción y obtuvo una cautelar. ¿Cuánto desestabiliza que la CGT haya logrado la cautelar? ¿Te tira todo o lo demás sigue? Otros pueden decir que si la CGT pudo, entonces esos otros también. Pero, ¿quién tiene el poder de la CGT? Y es dudoso lo que logró, porque no tuvo un fallo unánime a su favor. El Gobierno quiere ir a un cambio de régimen. ¿Se hace ese cambio rompiendo reglas? No sé, a mí no me gusta. ¿Hay otro modo de hacerlo? Las revoluciones en general no se hacen desde el statu quo, respetando las normas. Están jugando al filo de la navaja.
–Las medidas incluidas en el DNU y en el proyecto de ley, ¿ayudan a estabilizar la economía o distraen mientras se hace el ajuste?
–Creo que meter todo es medio distractivo. A mí me da igual si los clubes de fútbol son sociedades anónimas, pero, ¿hay que ponerlo en un DNU cuando se está cambiando de régimen? Es provocador. También es distractivo y puede ayudar. Están tocando tantos intereses... y los del fútbol no se van a juntar con la CGT, porque tienen otros intereses. En algún punto pueden coincidir. Son estrategias riesgosas, pero cada gobernante tiene su modo. Alfonsín no lo hubiera hecho. Las circunstancias eran muy distintas. A Milei no lo vemos yendo al Congreso a darle la mano a cada uno de los diputados y senadores y a decirles cosas lindas: ese era Menem.
–¿Por qué cree que llegó esta forma de gobernar, un poco provocadora con el Congreso?
–Me parece que todo es sumamente reciente y yo iría paso a paso para analizarlo. Esto puede salir bien, si se encamina la economía, se coordina y vamos en un sentido. Las voces de los puristas contrarios al Gobierno y aún los cercanos dicen que este no es el modo. Estimo y espero que sea justamente la estrategia de decir: “Dada la situación de crisis, a mí me votaron para cambiar el estado de situación, y estoy proponiendo la reforma del Estado y la desregulación”. En el corto plazo, por otra parte, es bastante razonable. ¿Necesito que la desregulación sea para todos y todo en una sola jugada? Esa es la pregunta. Si vamos a desregular, ¿hace falta que sea todo de una sola vez? ¿Eso te deja que sea de una sola vez y para siempre o te hace más vulnerable? Porque no seguiste estrictamente los cánones institucionales. Me parece que eso se va a ir viendo al andar. Por otra parte, la situación de 1991 con la ley de convertibilidad, o la de 2003 con Néstor Kirchner eran muy distintas en términos de la conformación política en el Congreso. Esos dos gobiernos tenían mayoría y ahora ese no es el caso. Creo que podría armar alianzas como para sacar algo adelante.
–En lo fiscal, ¿cómo ve la situación? ¿Es posible llegar al equilibrio financiero en un año, o lo más probable es que terminemos en un equilibrio fiscal primario?
–Ese puede ser el objetivo de máxima... Macri tuvo dos errores clarísimos en el inicio de su gestión, que fueron minimizar la situación y apuntar a la “pobreza cero”, que ni el país más rico tiene. Haciendo el parangón con eso es, creo difícil que logren llegar al equilibrio financiero. Probablemente de la moratoria y el blanqueo logren obtener 0,3% del PBI, en vez de 0,5% como decían; de reducción de transferencias discrecionales a las provincias, también 0,3% del PBI, en vez de 0,5%. ¿Por qué no hubo nada del impuesto a las Ganancias ni en el DNU ni en la ley ómnibus? Tal vez es una estrategia de negociación. “Dejemos lo de los clubes de fútbol y negociemos Ganancias”, se podría decir. Pero está bien, son tomas y dacas, algo se tiene que estar dispuesto a ceder. Si fuiste por todo, vas a tener cosas para ceder. También está el hecho subsidiario de que Milei había votado en el Congreso la cuasi eliminación del impuesto. Contradecirse tan flagrantemente y de forma tan evidente, dejando a la luz que había sido una actitud con un objetivo claramente eleccionario, no sería la mejor decisión.
–¿Cómo es el estado fiscal de las provincias?
–Las provincias han tenido que ajustarse en los últimos años y lo han hecho. Pero, en promedio, se financian en dos tercios con recursos de coparticipación. Por supuesto que hay provincias que no pueden sobrevivir sin eso y otras que podrían hacerlo, que están mucho más ordenadas. Algunas son más ricas y saben aprovechar sus recursos, y otras son pobres y perpetúan la pobreza por las políticas que llevan adelante.
–¿Cómo cuáles?
–Formosa es un caso claro. Hay mucho por hacer por ahí. Las provincias es un conjunto absolutamente heterogéneo. En el primer semestre de 2023 hubo más provincias con un poco más de desequilibrio. Justamente, por ser tan dependientes de los recursos nacionales, cuando a la Nación no le va bien, a las provincias les resulta más difícil. También subir el impuesto PAIS y las retenciones cumple varios objetivos al mismo tiempo. Y si bien el principal es inferir en el tipo de cambio, una función secundaria muy importante es que ninguno de los dos se coparticipa. Todo lo que se obtiene de esto o va directamente al Tesoro Nacional o a seguridad social, pero no a las provincias. Le hace las cosas más fáciles a la Nación.
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