Cultura corporativa. Tres pistas para evitar perder los logros de la cuarentena
La cuarentena impuso una ruptura de hábitos en el trabajo. Entre lo incierto y lo incómodo, nos vimos obligados a ir inventando nuevos procesos y formas de organizarnos, aprendiendo mientras hacíamos, improvisando sin receta, con lo que teníamos a mano. Muchas de esas soluciones funcionaron incluso mejor que las anteriores, y sería un desperdicio que esos logros se perdieran cuando volvamos a la "normalidad".
En estos meses, a pesar de las limitaciones del contexto, en los grupos y organizaciones que acompaño se produjeron cambios valiosos y dignos de conservar. El trabajo a distancia obligó a los líderes a delegar más y empoderar a sus equipos, distribuyendo las decisiones y ampliando los márgenes para decidir. Las nuevas prácticas fortalecieron la autonomía, la horizontalidad y la velocidad de los procesos, llegando incluso, en muchos casos, a eliminar el lento recorrido de las decisiones por la burocracia de una larga cadena jerárquica.
Hubo redefiniciones de roles, emergencia de nuevos líderes y cambios en las dinámicas de colaboración. Por necesidad de reformular estrategias conjuntas, se establecieron formas de comunicación más estrechas y fluidas, con más escucha, con los clientes, proveedores y otros stakeholders. ¿Qué barreras de protección necesitamos poner para que estos logros no se olviden, para que no se caigan?
Poco a poco, algunos antes y otros después, de una manera cuidada y distinta, vamos volviendo a los lugares de trabajo. ¿Cómo hacemos para que las prácticas exitosas que forjamos durante la crisis no se queden en la anécdota, en la excepción? ¿Cómo podemos evitar que la tradición y las costumbres anteriores se lleven puestos los nuevos procesos y formas de interacción? ¿De qué manera nos garantizamos que perduren, se consoliden en hábitos y se integren a la cultura de la organización? No alcanza con las ganas, con decirlo o con decidirlo. Necesitamos tener en foco ese propósito e implementar refuerzos y tutores de lo que logramos, acciones cotidianas que nos motiven y motiven a nuestro entorno a sostener lo que funcionó bien.
1. Sellar a fuego lo que funcionó bien
Los nuevos procedimientos, acuerdos y formas de relación que se establecieron de manera informal durante este tiempo de excepción necesitan ser formalizados para que perduren. Por ejemplo: en muchas organizaciones se crearon comisiones de crisis en las que se integraron personas de distintas áreas que antes no habían participado activamente en la toma de decisiones. El aporte de estas perspectivas diferentes muchas veces llevó a soluciones innovadoras, creativas. ¿Por qué dejar de exprimir este gran recurso adquirido una vez que pase la crisis? Quizás con otro nombre y con otra frecuencia, es importante sostener estos espacios de intercambio multidisciplinario, que por fin rompen con los silos, donde seguir reflexionando juntos cómo mejorar y cómo van a ser los próximos escenarios.
Aprendimos a prestar más atención a cómo están las personas que trabajan con nosotros, a conocer más sus contextos. A pesar del aislamiento y la distancia, o quizás debido a ello, muchos contactos entre personas de distintas áreas, regiones y países, que en tiempos presenciales solían ser puntuales y espaciados en el tiempo, se volvieron más frecuentes a través de las pantallas. ¿Lo vamos a desperdiciar? ¿Qué medidas podemos tomar para que estos vínculos fortalecidos se sigan manteniendo?
¿Qué dejamos de hacer? ¿Qué nos dimos cuenta de que ya no era importante y no vale la pena seguir haciendo?
¿Qué "recetas" nos sirvieron? ¿Cómo hacemos para acordarnos de sostenerlas? Es el momento de dejar registrados los mecanismos, los pasos, los criterios y las reglas de juego en una guía de navegación útil y consensuada que establezca en forma tangible la nueva forma en la que hacemos las cosas.
Para lograr acuerdos, para que todos sepan lo que se espera y cuál es su nuevo rol en este contexto emergente, las pautas tienen que ser claras y sencillas, estableciendo las responsabilidades y lo que no es negociable. Micro acciones, como mantener un contacto frecuente, reforzarán la motivación y harán más probable que los hábitos se arraiguen. La formalización de las nuevas prácticas, además, facilita que sean enseñados a otros, repetidos, compartidos y multiplicados.
2. Consolidar las nuevas estructuras
De la misma manera, si las redefiniciones de equipos y los cambios de roles "improvisados" en la cuarentena fueron efectivos y ágiles, consolidar esas estructuras y buscar formalizar los liderazgos que surgieron informales no sólo mejorará nuestras prácticas presentes y futuras, sino que demostrará que sabemos valorar y reconocer a quienes se pusieron el hombro en tiempos difíciles aun sin garantías.
En estos tiempos hemos necesitado hacer acuerdos estratégicos distintos con los clientes, proveedores, distribuidores y otros agentes involucrados en nuestras operaciones para crear soluciones conjuntas. Si resultaron efectivos, y si prevemos que lo seguirán siendo en el contexto pos-pandemia, es bueno que formalicemos esas alianzas y sigamos construyendo juntos una estructura y nuevos acuerdos que la sostengan.
3. Comunicar mucho
En todos los casos descriptos, la acción más poderosa que podemos hacer para sostener lo que logramos es una comunicación clara, fluida, frecuente. Comunicar, comunicar, comunicar, aunque parezca redundante, es clave para mantener vivos la motivación, el compromiso y la mística que logramos generar en cuarentena. Comunicar como recordatorio, como prevención del olvido, pero también como contagio de estados de ánimo positivos y depósito en las cuentas emocionales de las personas de nuestro entorno.
En resumen, las buenas decisiones y los buenos cambios que implementamos en momentos de adrenalina tienen un potencial que no podemos desaprovechar. La capacidad de sostener y formalizar los aprendizajes y las experiencias exitosas es una nueva competencia organizacional que enriquece el caudal de conocimientos colectivos, mejora nuestra eficiencia y nos vuelve más competitivos, ahora y en los contextos desconocidos por venir.