La "matachangas". El número más incómodo detrás de la cuarentena
La cuarentena liquidó las changas. La obligación de aislarse para frenar la pandemia provocó que 4 millones de argentinos perdieran su trabajo en un año, si se proyectan a todo el país los números interanuales de abril, mayo y junio del Indec. Es el mismo período -ligado al freno de circulación rígido- en el que se registró el derrumbe más profundo del PBI en la historia del país. Los más afectados forman parte del sector privado informal -asalariados e independientes y cuentapropistas todo en negro-, pobres en cuanto a la calidad del vínculo laboral.
Pese a las escalofriantes cifras, el desempleo subió "sólo" 2,5 puntos debido a que muchos argentinos no pudieron salir a buscar trabajo por estar obligados a quedarse en casa. Igualmente, casi 1,4 millones intentaron conseguir un trabajo en esas circunstancias. Con esos datos de base, son varios los analistas que pronostican que la semana que viene, cuando el Indec revele el número de pobreza de los primeros seis meses del año, casi la mitad de la Argentina estará por debajo de esa línea. Un número similar a los peores tiempos de 2001/2002, pese a que el derrape del PBI de este año superará con creces el récord de 2002.
Los académicos y especialistas en mercado laboral creen que sin la aplicación del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y el Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP) -que protegió principalmente al asalariado registrado- todo hubiera sido mucho peor, e incluso advierten que la pobreza podría haberse disparado algunos puntos más de lo esperado. Pero la contención no alcanzó. El IFE llegó con mayor facilidad al conurbano que al interior del país. La pérdida de empleo en el territorio que dirige Axel Kicillof y bastión del kirchnerismo fue de 1,3 millones de trabajadores, superior al del resto del país (siempre y cuando se tome la pérdida de ocupados de los 31 aglomerados).
El trabajador informal de la construcción, del comercio y del servicio doméstico estuvieron entre los más golpeados por la cuarentena. El achique de ese segmento laboral hizo que la subocupación bajara, según los datos oficiales. Por edades, los jóvenes estuvieron entre los más afectados. Los empleados públicos, en cambio, estuvieron entre los "privilegiados" si sólo se considera el mantenimiento de la fuente laboral y no la licuación de ingresos, que viene de años.
En un mercado laboral registrado estancado desde 2012 -que se mueve en forma de serrucho y cae desde 2018- y que expulsó casi 300.000 trabajadores privados registrados en junio (con relación al mismo mes de 2019), lo peor viene por las expectativas en medio de una crisis económica, tensión cambiaria y las dudas sobre el rol que le asigna el Gobierno a las empresas. Una encuesta de ManpowerGroup realizada entre el 15 y el 28 de julio pasado para relevar las expectativas de contratación entre 500 compañías privadas estimó que cuatro de cada diez empleadores esperan que los niveles de contratación previos a la pandemia -que venían de dos años de recesión- recién volverán a verse dentro de los próximos 12 meses.
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