Incluso con una tendencia a la baja en la variación del índice de precios y previendo una salida de la recesión, los analistas advierten que la recuperación del sueldo real se daría muy lentamente; de cuánto es la caída de la capacidad adquisitiva
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Cuando la Argentina “real” –aquella que podría definirse a partir de la encrucijada en la que convergen variables como la productividad, el salario, el costo de vida y el consumo, entre otras– pareciera ya no resistir más vaticinios respecto de un eventual repunte, al menos en el corto plazo, los límites pueden correrse un poco más. “Los salarios ya empezaron a ganarle a la inflación”, dijo el presidente Javier Milei en vísperas del Día de los Trabajadores. Sin embargo, y debido a que la caída salarial no es un fenómeno de coyuntura, sino que inició hace ya mucho tiempo y no ha logrado revertirse, los expertos sostienen que aún no hay elementos para pensar en una recomposición inmediata de los ingresos reales.
El escenario es complejo. Aun si se consolida el sendero de una inflación en descenso, la pérdida de poder adquisitivo en los últimos años habrá sido de tal magnitud que el proceso de recuperación asoma lento. Según los datos del Indec, en febrero (mes en el cual el índice de precios avanzó un 13,2%, luego del 20,6% de marzo), los salarios aumentaron, en promedio, solo una décima más que la inflación (13,3%). “Va a llevar mucho tiempo, incluso con una economía creciendo”, afirman los especialistas respecto de la recuperación.
Las declaraciones del Presidente tuvieron una amplia repercusión no solo por el tono de expectativa, que contrasta con un contexto de alta fragilidad del mercado laboral y de creciente malhumor social por el alza del costo de vida, sino porque se dieron en una semana en la cual los temas laborales y los relacionados con los ingresos (salarios, jubilaciones, asignaciones) estuvieron en el centro del debate.
Por un lado, la Cámara de Diputados le dio su aprobación a la Ley Bases, que en su interior contempló finalmente algunas actualizaciones a la legislación laboral –se aprobó la ampliación del período de prueba, la posibilidad de crear fondos de cese laboral en reemplazo de la indemnización y la condonación de multas por trabajo no registrado–, mientras que, casi al mismo tiempo, no hubo acuerdo en el Consejo del Salario Mínimo Vital y Móvil, lo que llevó a que, una vez más, se establecieran los valores de referencia mediante una resolución de la Secretaría de Trabajo. La normativa, publicada el viernes en el Boletín Oficial, dispone la vigencia de un salario mínimo de $221.052 para abril y de $234.315 para mayo.
Si bien las mediciones realizadas por diversas consultoras y think thanks difieren respecto de cuándo se dio el punto de inflexión y empezó la caída de los salarios –algunos señalan que fue en 2015, otros en 2017 o en 2018, con los saltos devaluatorios de cada entonces– la mayoría coincide en que la carrera entre los ingresos y la inflación comenzó hace ya varios años. De esta antesala y de los efectos de las primeras medidas económicas de la actual gestión es que surgen los números oficiales de febrero de 2024, los últimos disponibles a los fines comparativos
Según el Indec, en febrero (último dato disponible), los salarios aumentaron en promedio un 13,3% con respecto al mes anterior, mientras que la variación interanual fue de 200,4%. En tanto, la variación acumulada para el primer bimestre de 2024 arrojó una suba de 31,9%. Así, el índice mensual está apenas una décima por encima de la inflación del período (13,2%), pero muy por debajo de la variación de precios en un año, que trepó a 276,2%. Y también es menor a la inflación del período (36,6%) la suba de salarios de los dos primeros meses de 2024.
Asimismo, de acuerdo con el desglose del valor promedio, el organismo estadístico oficial informó que en febrero los salarios del sector registrado privado y público tuvieron un incremento de 14,4% y que la suba interanual fue de 215,4%, mientras que los del sector privado no registrado aumentaron solo 5,7% mensual y 121,5% interanual. Esos números reflejan que, si bien la crisis es generalizada, los ingresos de los informales son los más rezagados.
Si bien la “foto” que permite tomar el Indec es importante para comprender el comportamiento del índice salarial durante los primeros meses del gobierno de Milei, el análisis de lo ocurrido en los últimos años permite dimensionar lo que demandaría una recuperación real de los ingresos.
Las caídas del poder de compra
Según Nadin Argañaraz, economista y presidente del Iaraf, en febrero el poder adquisitivo de lo cobrado por los asalariados privados formales fue un 29% más bajo que el del promedio de 2017. En el caso de los trabajadores del sector público la caída fue de 38% respecto del mismo período (2017), al Argañaraz que señala como punto de inflexión para el poder de compra de los trabajadores. En tanto, si se considera la variación interanual real de los salarios, se observa, en el caso del sector privado no registrado, una caída de 41,1% respecto de febrero de 2023 y de 64% en relación con 2017.
Un informe del Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (Cifra), de la Central de los Trabajadores Autónoma (CTA), reveló que, tras la suba total en tramos del 30%, el salario mínimo, vital y móvil (SMV) sufrió una pérdida de poder adquisitivo de 34,1% desde la asunción de Milei. Así, entre noviembre de 2023 y abril pasado (considerando el valor vigente durante el cuarto mes del año, ya que ahora se decidió un incremento con efecto retroactivo), el salario mínimo aumentó nominalmente 38,9% (hasta $202.800) frente a una inflación estimada en más de 110%, según el mencionado centro de estudios. Y agregan: “Dadas las reducciones previas que ya habían tenido lugar, en abril de 2024 el poder adquisitivo del salario mínimo se ubica 44,7% por debajo del nivel que tenía en noviembre de 2019, y 57,7% por debajo del de noviembre de 2015″.
Sobre la base a datos oficiales, en Cifra consideran que debido a que el aumento de precios fue más alto para los alimentos que para el resto de los bienes y servicios, la pérdida de poder de compra del salario mínimo resulta mayor cuando se considera exclusivamente ese rubro: una caída de 51,7% respecto de noviembre de 2019 y una reducción de 63% respecto de igual mes de 2015.
Por su parte, una encuesta hecha por la firma Adecco Argentina arrojó que casi un 66% destina la mayor parte de su salario a los gastos en el supermercado, un 25% al alquiler y un 5% a gastos en remedios y temas relacionados a la salud. “Los distintos procesos inflacionarios fueron llevando a que cada vez una parte mayor del salario se vuelque a los gastos de primera necesidad, como los del supermercado”, explicó Carla Cantisani, directora de Servicios, Calidad & Transformación de Adecco en el país.
En Cifra afirman que el valor real del salario mínimo está incluso por debajo de los niveles de la crisis de 2001/2002. “También en la comparación con las líneas de pobreza y de indigencia se evidencia el retroceso histórico. En abril el salario mínimo solo alcanzó para adquirir poco más de la mitad de la canasta básica de alimentos que define la línea de indigencia para una familia tipo y menos de un cuarto de la canasta de pobreza, relaciones solo comparables con el peor momento de la crisis tras el estallido del régimen de convertibilidad”, dice el informe.
Personal fuera de convenio
Respecto de los reajustes salariales hechos por las empresas para el personal fuera de convenio, un relevamiento de la consultora Willis Tower Watson (WTW) que abarcó a más de 400 empresas, concluyó que el desvío entre los ajustes salariales y la inflación de 2023 fue de 23%, considerando las actualizaciones que muchas empresas otorgaron durante enero y febrero de 2024 para compensar el gran desfase producido por la alta inflación de diciembre (25,2%). Según datos de la consultora, entre 2017 y 2022 este desvío fue de 18%.
En este contexto, desde WTW destacaron las estrategias que adoptaron las empresas para el personal fuera de convenio, con el fin de compensar algo de la pérdida de poder adquisitivo. “A estos empleados las empresas le otorgan “beneficios” que pueden ser iguales para todos los empleados, como el almuerzo y el seguro de vida, o bien pueden tener un alcance y una modalidad de otorgamiento diferente, como el auto o el plan médico”, explicó María Marcela Angeli, directora Work & Rewards. Afirmó también que “las empresas han trabajado en implementar medidas que minimicen el impacto de la inflación, como dar ajustes salariales con mayor frecuencia y actualizar los montos de los beneficios monetarios”.
Parece una obviedad, aclaran los expertos, pero lo prioritario para que se dé un repunte de la capacidad de compra es que el salario real deje de caer. “Es enorme todo lo que se perdió en los últimos seis años. Por ahora, enero marcó un piso y el punto clave es si ello se transformará en el punto de inflexión del salario real o no. La importante caída de actividad económica de marzo puede haber limitado a muchos sectores para sostener salarios reales crecientes. De ahora en más, el salario real va a poder aumentar de la mano de una mayor productividad de los trabajadores”, analizó Argañaraz.
Según el economista del Iaraf, es vital que la actividad económica “encuentre el piso” y a partir de ahí empiece una recuperación, al menos mínima; en ese sentido, el nivel de producción será determinante para una recuperación sólida del salario real. “La disminución de la inflación pone al descubierto ineficiencias de muchos actores económicos. La pérdida real de los ingresos ha sido muy grande y por mucho tiempo. Va a llevar mucho tiempo, aún con una economía creciendo, para que los salarios reales vuelvan a niveles como los de 2017″, expresó. Y precisó que los sectores “más dinámicos” de la economía, relacionados con la energía y el agro, podrían liderar esta recomposición en particular, así como también de la macroeconomía.
Efectos estadísticos
Por su parte, Luis Campos, coordinador del Observatorio del Derecho Social de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA Autónoma), opinó: “En el futuro cercano no hay ninguna chance de que los salarios reales se recuperen. El desafío es que no se profundice el retroceso”. Y agregó: “A lo sumo, puede haber alguna recomposición salarial en paralelo a un deterioro del empleo. Es decir, el salario promedio se calcula sobre los trabajadores que tienen empleo, por lo que si los despidos se producen en sectores de bajos salarios eso puede tener un impacto estadístico en un crecimiento del promedio salarial. Pero la participación de la masa salarial sobre el producto seguramente se va a seguir deteriorando”.
Sin embargo, para Campos habrá que esperar y ver qué capacidad de coordinar la dinámica precios-salarios existe, y si el nuevo escenario macroeconómico habilita alguna recomposición salarial en términos reales. “El Gobierno parece estar enamorándose de un esquema que tiende a la apreciación cambiaria y eso podría favorecer algún aumento salarial en términos reales. Pero al mismo tiempo las tensiones en dirección contraria son muchas: no hay muchos dólares para sostener la apreciación cambiaria y las presiones para devaluar van a ir creciendo”. Además, según el especialista, la capacidad sindical para discutir salarios en un contexto de desempleo en alza tampoco es la mejor, lo que contribuiría a un “escenario de incremento de la conflictividad”, tal vez no en el futuro inmediato, pero sí en el mediano plazo.
“Hay incertidumbre. Esto se ve muy claro cuando se observa que al mes de abril hay un 40% de empresas que no tiene un presupuesto salarial para el año definido y cerrado”, aseveró Angeli. Para el personal fuera de convenio, por el momento, las estimaciones de las empresas son que los ajustes salariales para este año serán del 189% acumulado. “Ahora bien, todo dependerá de cómo evolucionen la inflación y los resultados de negocio. Las empresas tienen en cuenta muchas variables para definir los ajustes salariales por aplicar, como los acuerdos con sindicatos, el posicionamiento en el mercado y los resultados del negocio, entre otras. Y también no hay que perder de vista que una variable externa en el movimiento de los salarios es la oferta y demanda de trabajo, que si esto tiene un impacto puede afectar los ajustes salariales”.
“Los aumentos en los productos de consumo masivo han sido muy altos y han tenido un gran impacto en toda la población. Si bien la inflación comenzó a desacelerarse [estimaciones privadas ubican en un dígito la cifra de abril], el proceso de recuperación salarial será lento, más allá de que algunos sectores se hayan acercado a los últimos índices inflacionarios. El impacto ha sido muy significativo en los sectores con trabajo formal registrado y mucho mayor aún en los informales”, concluyó Cantisani.
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