Cuáles son los secretos de Rappi y qué apuesta tiene para la Argentina
"Necesito que me hagas un favor". Para Rappi, que se instaló en febrero pasado en la Argentina, casi cualquier producto puede llegar a través de un rappitendedero en aproximadamente 30 minutos a tu casa desde un supermercado, un restaurante, un kiosco o la farmacia -entre otros establecimientos y retailers– a través de un click en un smartphone.
Cuando Rappi llegó, otras dos apps ya aparecían en el radar de los usuarios con una filosofía por lo menos similar (Glovo y PedidosYa), pero los fundadores de la empresa colombiana afirman que el gen latinoamericano de Rappi les da una ventaja. "Sabemos lo que significa el día a día en América latina; la poca infraestructura que tenemos, lo complicado que es moverse. Además, sabemos que en nuestra región ya había una cultura del delivery. Luego escuchamos a nuestros usuarios. ‘Necesito que me hagas un favor’", afirma a LA NACION desde México, Sebastián Mejía, uno de los tres cofundadores de la app de delivery on demand, que se convirtió en el segundo unicornio -emprendimiento con un valor de más de US$ 1000 millones- de Colombia. "Si se remueven esos obstáculos y se da a los consumidores una alternativa se está generando una transformación", agrega.
Rappi comenzó como una app destinada a los supermercados, pero pronto se expandió a casi cualquier otro servicio. La plataforma es joven, tiene tres años y medio de existencia, pero cuenta con 1500 empleados en toda la región y unos 200 en la Argentina (los repartidores son 2000), donde opera en Buenos Aires principalmente, pero también en la ciudad de Córdoba. En el país, según sus propios datos, tiene crecimientos mensuales de 20%. "La Argentina es un hub de desarrollo porque hay mucho talento", dice Mejía, economista de la universidad Autónoma de Madrid y estudios en el Eseade de Barcelona. "Hemos invertido más de 7 millones de dólares y vamos a invertir bastante más en los próximos años", completa.
Básicamente, Rappi es una plataforma que conecta a tres actores: comercio (exhibe sus productos), consumidores (adquieren los productos) y rappitenderos (transportan el producto). A los retailers, cuenta Mejía, les cobran una comisión de 18% y les ofrece mejorar las ventas de sus productos, y "poner a disposición todo el músculo que tiene que ver con las herramientas de pagos y de datos". Pronto sumará además las posibilidades de pago QR y el envío de dinero entre amigos. "En la Argentina la recepción fue increíble".
"A un restaurante, les hacemos todo el servicio. Generamos una orden, tenemos un equipo de márketing generándole ventas y nuevos usuarios, les hacemos un video de cómo cocina la milanesa, generamos la orden, hacemos toda la entrega quitándole la parte logística, los ayudamos a expandirse, a abrir nuevas sucursales", dice y agrega: "También trabajamos con cocinas sólo dedicadas al delivery o sea, que sólo producen para delivery. Tenemos una relación muy cercana con nuestros aliados. Rappi hace el 100% de la operación".
Para el caso de los supermercados, para dar otro ejemplo, Mejía cuenta que el usuario chatea con su personal shopper incluso cuando este está dentro del mismo establecimiento para explicarle cómo debe cortarse la carne que quiere o qué tipo de fruta desea.
"No hay nada de precarización ni nada de esas historias que se cuentan", afirma el joven empresario cuando este medio le consultó sobre el tema laboral, que ya generó polémicas. Dice además que trabaja con las autoridades para encontrar un marco legal que sea el mejor para la economía colaborativa. Justamente, sobre los rappitendederos, afirma que todo (el 100%) de lo que paga el cliente va para ellos y que en promedio pueden ganar sueldos hasta 2,5 más elevados que el salario mínimo. Los cierres de los salarios son diarios (se les paga día a día) y en blanco. Todos cobran mediante transferencias a sus cuentas personales.
"Este era el momento político para que un emprendimiento tecnológico pudiera generar valor para ese ecosistema de emprendedores. Para darles una mejor fuente de ingresos y una legislación que reconozca el talento, para que puedan trabajar de forma independiente, con un modelo on demand de economía colaborativa. Era el momento para trabajar con reguladores", dice Mejía. "Cuando entendés el valor que generás en la sociedad, con nuevos ingresos flexibles y oportunidades laborales, ves que estos modelos de economía colaborativas son tremendamente beneficiosos para la sociedad. Trabajamos muy de cerca con las autoridades y el grupo de repartidores, juntos, para que haya una nueva avenida de regulación que reconozca la economía colaborativa. Hay apoyo", señala.
Mejía aclara que Rappi paga todos los impuestos a nivel nacional y local en la Argentina. La cuestión tributaria es uno de los grandes desafíos de la digitalización e incluso uno de los temas que el G-20 trata en las reuniones que se llevan adelante en Buenos Aires. Tenemos firmas locales en cada país (están en la Argentina, Brasil, Uruguay, Chile México y Colombia)", cuenta. "En la Argentina tenemos casi 200 empleados fijos por los que se pagan todos los impuestos a nivel local. No somos una empresa que factura desde Europa. Trabajamos con todos los requerimientos legales y las responsabilidades tributarias".
La compañía parte de Y Combinator, la aceleradora de startups más significativa del mundo, y que trabaja con los fondos de inversión de tecnología más importantes de Sillicon Valley, entre los cuales está Andreessen Horowitz, tiene planea apostar a esta Argentina. "Nuestra apuesta a la Argentina es de largo plazo", confiesa Mejía.
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