La necesidad de reducir el déficit fiscal y al mismo tiempo enviar una señal de ajuste en la política a la sociedad volvió a poner en discusión la eventual reducción de la cantidad de ministerios, que la administración de Mauricio Macri multiplicó cuando llegó al poder y luego redujo de manera muy moderada.
Si se los mira desde su peso en el presupuesto nacional, hay varias carteras que podrían fácilmente ser subsumidas al interior de otras. El Gobierno, además, ya usó esa receta recientemente: el exMinisterio de Finanzas, que hasta la semana pasada era una dependencia en sí misma, quedó absorbida por Hacienda, que conduce el ministro coordinador del equipo económico, Nicolás Dujovne .
La ex dependencia al mando de Luis Caputo –ahora presidente del Banco Central- tenía un presupuesto de $2.386,76 millones, el más bajo de todos los ministerios, muy lejos de los 1.320.794,10 millones del Ministerio de Trabajo.
En la lista de los menos beneficiados hay dos carteras que también podrían quedar subsumidas sin que eso implique un cambio radical en la estructura del Estado. Son los casos de los ministerios de Turismo (Gustavo Santos) y de Cultura (Pablo Avelluto). En el primer caso, suma para este año $2.653,19 millones, y en el segundo, $ 4.275,96 millones.
Hacienda, Modernización, Cancillería y Producción son también ministerios que usan recursos menores al resto, pero su importancia estratégica es determinante y garantizan su subsistencia. En el caso de la cartera de Dujovne, no sólo acaba de sumar Finanzas, sino que también podría acaparar otras dependencias –se especulaba con la vuelta a su órbita de Energía, como ocurrió históricamente, aunque eso quedó de lado tras el nombramiento de Javier Iguacel en reemplazo de Juan José Aranguren - y actual como virtual ministerio de Economía debido a su rol de coordinador.
Cancillería, en tanto, se desempeñó históricamente como ministerio, y constituye un engranaje clave en la reinserción al mundo que espera plasmar Macri, mientras que Producción, repotenciado con la llegada de Dante Sica en reemplazo de Francisco Cabrera , es una de las principales banderas del oficialismo para atender a la instalación de un discurso industrialista, algo que le reclama parte de la sociedad y sus socios políticos, como la UCR y Elisa Carrió.
Modernización, que también maneja comunicaciones, está a cargo de Andrés Ibarra, uno de los hombres más cercanos históricamente al presidente Mauricio Macri. Es, también, dueño de un sillón clave: por su firma pasan decisiones como la reducción del personal del Estado, el análisis del cumplimiento de metas de los funcionarios y la eliminación de los trámites con papel en toda la administración pública.
Aunque con realidades distintas, Ambiente y Desarrollo Sustentable; Ciencia, Tecnología e Innovación y Agroindustria ocupan la parte baja de la lista desde la mirada de la contabilidad pública y podrían integrarse a carteras mayores.
En todos los casos, sin embargo, pesa la señal política hacia sectores específicos. Por caso, cómo explicaría el Gobierno que apuesta por el desarrollo tecnológico y científico local si disolviera la cartera del área. La misma pregunta podría hacerse en el resto de los casos.
Desde el punto de vista del ahorro, la reducción de ministerios podría ahorrar algunos pocos millones en materia de burocracia y reducir sueldos jerárquicos. Los más evidentes: mientras que un ministro gana unos $200.000 brutos por mes, un secretario recibe a razón de $100.000.
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