Cristina Kirchner consiguió la salida de Matías Kulfas, un funcionario que la irritaba y por el que discutía con Alberto Fernández
Un libro que criticaba las gestiones kirchneristas, su optimismo en la visión de la economía y viejas diferencias en materia energética habían convertido al ministro en un blanco predilecto de la vicepresidenta
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Desde el primer día de gobierno, Cristina Kirchner comenzó a madurar un rechazo visceral contra Matías Kulfas, quien hasta hace algunas horas fue ministro de Desarrollo Productivo y era considerado uno de los funcionarios más cercanos al presidente Alberto Fernández.
El recorrido de ese encono encierra ironías. El círculo más cerrado de la vicepresidenta cuestionaba a Kulfas por contarle una verdad cambiada a Fernández. Una de las cosas que más los irritaba era que el ministro le hiciera llegar periódicamente buenas noticias con respecto a la marcha de la economía.
En muchas ocasiones, Kulfas se comunicaba con Fernández por WhatsApp. El dato no puede pasar desapercibido: el envío de un mensaje de texto por esa red en off the record (como se denomina en el periodismo a las informaciones cuya fuente se acepta no revelar) detonó la salida de Kulfas.
El incidente que aceleró las cosas en las últimas horas tiene que ver con la construcción del denominado gasoducto Néstor Kirchner. La vicepresidente había reclamado ayer, en Tecnópolis, que la chapa con la que se fabrican los caños debía producirse en el país. Pero el material solicitado por el Estado argentino implicaba que Techint la trajera desde Brasil.
El mensaje con reserva de la fuente que les llegó a varios periodistas le echaba la culpa por el origen del material a los funcionarios de la exEnarsa, que responden a Cristina Kirchner. La empresa hizo hoy un descargo que la vicepresidenta cito en un tuit. Fue el final de Kulfas en el Gobierno, una historia que contaba ya con muchos capítulos.
Entre fines de 2019 y principios de 2020, Alberto Fernández y Cristina Kirchner tuvieron una de sus primeras discusiones en el marco del nuevo gobierno. El eje de la disputa era una decisión de Kulfas. La vicepresidenta patrocinaba a Federico Bernal para dirigir el Enargas (el estratégico ente que regula el negocio del gas), pero Desarrollo Productivo mantuvo en el cargo a Mauricio Roitman, que venía de la gestión de Mauricio Macri.
Pasaron meses para que Bernal, hoy al frente del organismo, llegara a ese sillón. Más aún: la incomodidad de los funcionarios del área de energía, un territorio colonizado por la vicepresidenta, con el ministro de Desarrollo Productivo, llevaron a que Kulfas perdiera el manejo de la Secretaría de Energía y de toda el área, que quedó en manos de Guzmán. Pese al cambio, se mantuvieron las diferencias y el jefe de Economía es, por otros motivos también, el último objetivo grande a tachar en la lista de la vicepresidenta.
Cristina Kirchner le dedicó una fruncida de seño personalizada a Kulfas a principios de este año. Cuando llegó al Senado el temario de las sesiones extraordinarias del Congreso, preguntó por un proyecto para promover los autos eléctricos en la Argentina. El diálogo que mantuvo se reproduce a continuación:
-¿A quién se le ocurrió esto?-, preguntó Cristina Kirchner.
-Vino de Kulfas-, le respondieron.
-No esperaba otra cosa-, acotó la vicepresidenta.
Tanto la vicepresidenta como La Cámpora consideraron que Kulfas pensaba en un país distinto a la Argentina, dominada por variables como la alta pobreza, la desbocada inflación y la inestabilidad política. Desde la otra vereda, Alberto Fernández estaba encantado con la iniciativa y el ministro sostenía que la única manera de crecer en serio era pensar en el largo plazo.
El kirchnerismo duro le reprocha a Kulfas otras decisiones. Por ejemplo, tiene un lugar preponderante en la gestión de Impsa, la compañía mendocina que fundó la familia Pescarmona y rescató el Estado. La empresa es fuerte en el área energética, pero no hay en su directorio ningún representante de la Secretaría de Energía, tierra del kirchnerista dialoguista Darío Martínez. Entre los que se lamentan por eso está el influyente Federico Basualdo, un camporista de llegada a Máximo y a Cristina Kirchner que pasará a la historia como el hombre que fue despedido del Ministerio de Economía, pero que logró mantener el cargo: todavía es subsecretario de Energía Eléctrica.
El pasado editorial de algunos ministros albertistas los persigue. Es el caso de Vilma Ibarra, la secretaria Legal y Técnica, pero más aún el de Kulfas. Su libro Los tres kirchnerismos sostenía que los dos períodos de Cristina Kirchner no habían tenido un plan productivo y habían dejado sin dólares al país.
El empresariado reaccionó con sorpresa. Uno de los más importantes integrantes de la Unión Industrial Argentina cruzaba hace minutos los dedos para que se mantuvieran en el cargo secretarios y subsecretarios de la gestión del ahora exministro.
Por estas horas se barajan diversas alternativas para reemplazar el puesto de Kulfas. Cristina Kirchner quiere desde siempre en ese lugar a Augusto Costa, que fue secretario de Comercio Interior en su última presidencia. Lo conoció a través de Axel Kicillof, quien lo tiene como uno de sus principales funcionarios en la provincia de Buenos Aires. Hay un pequeño escollo: Kicillof no quiere que Costa lo abandone. Sería una tibia defensa para el ascenso de su funcionario hacia las oficinas de la Nación en caso de que la vicepresidenta, jefa política de Kicillof, así lo desee.
Hernán Letcher es otro economista cuyas acciones al interior del kirchnerismo están en ascenso. Es director del centro de estudios Cepa y fue elogiado días atrás por Cristina Kirchner, quien dio a entender que era uno de sus preferidos para manejar Comercio Interior.
Poco después del cimbronazo que implicó el despido de Kulfas, funcionarios cercanos a Alberto Fernández instalaban otras dos posibilidades, diferentes a las que están más cerca de los deseos de la vicepresidenta. Una de ellas contemplaba que el cuestionado Martín Guzmán engrosara su responsabilidad: sumaría Desarrollo Productivo a sus tareas en Economía y se convertiría en un superministro con influencia sobre casi toda la esfera que le importa, salvo el Banco Central. Sería un experimento aumentado del que ocurrió en miniatura días atrás, cuando a la salida de Roberto Feletti -kirchnerista que estaba, en los papeles, bajo las órdenes de Kulfas- le siguió la designación, en Economía, de su amigo de la universidad, Guillermo Hang.
Otra eterna promesa albertista también se menciona por estas horas. Se trata de Cecilia Todesca, que ahora trabaja con Santiago Cafiero en Cancillería. Todesca es economista y miembro fundadora del grupo Callao, la unión de voluntades originaria desde la que Alberto Fernández intentó volver a la política. Hasta ahora, la funcionaria siempre rechazó los cargos de más alto perfil.
El kirchnerismo tenía previsto lanzar una ofensiva más sanguinaria contra Kulfas y Alberto Fernández esta tarde, pero fue desactivada por la decisión del Presidente, que resignó a un alfil. Algunos creían, sin embargo, que la jugada defensiva lo había condenado a un jaque mate frente a la furia de Cristina Kirchner.
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