Según The Economist, Cristina amenaza con poner al país "patas arriba nuevamente"
Durante décadas la ciudad de Quilmes, a 40 minutos en auto al sur de Buenos Aires, ha tenido la distinción de ser el nombre de la cerveza nacional de la Argentina. Un inmigrante alemán, un tal Otto Bemberg, creó su cervecería allí, a orillas del Río de la Plata, en la década de 1880. Hoy, Quilmes (ahora parte del imperio de AB InBev) se vende desde las cataratas del Iguazú hasta Tierra del Fuego. Pero en la ciudad hay algo más que una cervecería.
Desde la caída de la dictadura de la Argentina en 1983 hasta 2015, los peronistas, gobernaron esa ciudad y a sus 650.000 habitantes, salvo un período de ocho años. Entonces el movimiento Cambiemos del presidente Mauricio Macri desplazó al intendente y al gobierno municipal, que había sido leal a su predecesora peronista, Cristina Fernández de Kirchner, con una montaña de votos.
Hace poco más de un año, Macri parecía tener asegurada otra victoria en las elecciones de este año, en octubre. Entonces la confianza de los inversores en su política de reformas graduales colapsó junto con el peso, lo que lo llevó a asegurar un rescate récord del FMI de US$ 57.000 millones. Con la inflación del 56% y el desempleo habiendo aumentado un 50%, las probabilidades de que Macri vuelva a ganar ahora se ven menores.
El 9 de mayo Fernández lanzó un nuevo libro (que se convirtió en un best seller instantáneo), lo que pareció señal de que entrará en la contienda. Quilmes es un terreno de batalla de sus filosofías contrastantes. ¿La promesa de Macri de reforma tecnocrática aún puede vencer el nacionalismo populista de Fernández?
Una encuesta nacional del mes pasado del grupo Isonomía, que ha trabajado para Macri, lo daba perdiendo por mucho contra Fernández. Eso creó gran conmoción en los mercados y en una semana el peso perdió casi 9% frente al dólar. El 29 de abril Macri obtuvo autorización del FMI para permitir que el Banco Central apuntalara al debilitado peso.
Una nueva encuesta de Isonomía ahora indica que hay una diferencia demasiado estrecha como para anticipar el ganador de las elecciones. En Quilmes, una encuesta con una pequeña muestra realizada por Gustavo Córdoba Asociados, sugiere que el intendente de Macri lleva leve delantera a un candidato del ala juvenil militante de Fernández, La Cámpora. Esa corriente es encabezada por Máximo, hijo de Fernández y diputado nacional que hizo campaña en Quilmes el 11 de mayo pasado, diciendo que la conducción de Macri es "un desastre de endeudamiento".
En la Casa Rosada, el jefe de Gabinete de Macri, Marcos Peña, sostiene que la elección es una opción entre la reforma o la reversión al pasado disfuncional de la Argentina. Si Fernández es reelegida sería una vuelta al "país quebrado" que dejó. "Eso sería una tragedia", dice
Peña reconoce que la inestabilidad del mercado representa la mayor amenaza a la supervivencia del presidente. Con un firme "no", rechaza toda posibilidad de que Macri dé un paso al costado en favor de un candidato mejor posicionado para derrotar a Fernández, persistente sugerencia de algunos dentro del movimiento Cambiemos en las últimas semanas. "Es un luchador y va a luchar por esto, igual que ella, porque ella también es una luchadora", afirma.
Según Peña, si Macri gana "puede ser un mensaje para otros países que han tenido gobiernos populistas que necesitan reconstruirse, recuperarse y avanzar". Calcula que el país está dividido en partes iguales: alrededor del 35% apoya a Fernández, otro 35% a su jefe y el resto está indeciso. "Confiamos en que hay una mayoría de argentinos que no quieren volver a un pasado autoritario, populista y que no volverán a Cristina", sostiene.
Pueden volcarse hacia uno de varios peronistas moderados posibles. Pero a Macri y Fernández les sirve polarizar la contienda. En el suburbio de clase obrera de Agronomía, el equipo de Cristina se une bajo el slogan "orden del caos". No es de sorprenderse que no haya mención de los controles de divisas, controles de importaciones, el proteccionismo y los subsidios insostenibles que caracterizaron el segundo período de Fernández. Que ella irá a juicio por corrupción –el 21 de mayo- tampoco merece una mención (niega haber hecho nada malo).
En cambio, Axel Kicillof, ministro de finanzas en el segundo período de la anterior presidenta, ataca los resultados del programa económico de Macri. Dice: "Los años de Macri han sido un desastre para nuestro país y para el pueblo. Estuvieron la primera mitad de su mandato culpándonos a nosotros por sus problemas. Ahora usan la segunda mitad para asustar a todoscon lo que pasará si ganamos. Se han quedado sin ideas".
Kicillof señala que los peronistas no son incendiarios económicos como dice Macri. Subraya que bajo "una Fernández reelecta" la Argentina no iría al default sobre las deudas internacionales. Pero, remarca: "Lo que necesitamos es que este Gobierno y el FMI renegocien su acuerdo insostenible. No preguntes lo que puedes hacer por tus acreedores sino lo que tus acreedores pueden hacer por vos".
En Quilmes, Daniel Kaploian, con una pequeña firma familiar que fabrica cortinas, expresa una mezcla de tristeza y cansancio. "Voté por Macri" dice, pero es renuente a volver hacerlo. Su mujer "positivamente" va a votar por Fernández porque está consternada de ver hambre en las calles de Quilmes. "Pero yo no puedo votar por Cristina. Es una opción podrida, y este país se merece algo mejor", concluye.
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