Crisis y renacimiento: la nueva explosión cámbrica de la economía de la creatividad
Vamos a empezar este Álter Eco con una noticia urgente de último momento: la denominada “explosión del cámbrico”, que ocurrió en una ventana de 20 millones de años, 540 millones de años atrás, en las que estalló la diversidad de formas de vida en la tierra.
El filósofo estadounidense Daniel Dennet hizo en su momento una analogía con la actual explosión de modelos de negocios digitales. Entre las teorías que compiten para explicar el fenómeno del cámbrico está la de un cambio en la composición química de los océanos, que se volvieron menos opacos y promovieron nuevas adaptaciones en seres vivos (como la vista). Dennet cree que la evolución digital genera una dinámica equiparable en el campo de los negocios y las interacciones sociales.
Si esto es cierto, la nueva economía creativa atraviesa una suerte de explosión cámbrica al cuadrado. Porque ya no solo hay startups que suben de precio de manera vertiginosa, sino que los grandes monstruos globales de la tecnología tomaron nota de este nuevo rumbo.
Uno de los más entusiastas analistas de este nuevo fenómeno es Jack Conte, el fundador y CEO de Patreon, una plataforma que promueve herramientas para que los creadores de contenidos se vinculen directamente con su audiencia y ya vale más de 4000 millones de dólares. Conte habla de un “nuevo Renacimiento” artístico, que llega después de dos décadas donde el modelo de ingresos por publicidad, en el que reinaron Google y Facebook, entró en una crisis porque estas alternativas “solucionaron el problema de la distribución pero no el de la monetización”. Postear de manera gratuita en Twitter, Facebook y otras plataformas sociales equivale, según la periodista estadounidense Samhita Mukhopadyay, a la embarcarse en la “pasantia ad honorem más masiva de todos los tiempos”.
Pero esto comenzó a cambiar radicalmente durante 2020 (y se aceleró con la pandemia) con la expansión de la denominada “economía de la pasión”, que consiste en la intersección de una nueva oferta de contenidos y de una nueva demanda, en un vínculo directo o con intermediarios menos “extractivos” que en la etapa anterior. Blogueros y tuiteros están mudando sus gracias a newsletters pagos, creadores de juegos amateurs venden sus ideaciones en Roblox y la audiencia paga para ver jugar a expertos en Twitch.
La novedad en 2021 es que los gigantes tecnológicos tomaron nota del fenómeno y se generaron incentivos para nuevos modelos de negocios que posibilitan el surgimiento de una “clase media creativa”. “En el desarrollo de todos estos proyectos, nos estamos focalizando realmente en el lado de los creativos, mucho más que en el del consumo”, dijo recientemente el creador de Facebook, Mark Zuckerberg, en una entrevista con Casey Newton, del newsletter Platformer. Tanto esta empresa como Youtube, Linkedin y Tik Tok, entre otras, vienen agregando herramientas de monetización directa para impedir un éxodo masivo de creadores de contenidos.
De fondo, la economía de la pasión se enmarca en un movimiento de placas tectónicas estructural que tiene que ver con la caída del empleo formal, que viene desde la década del 80. Se estima que para 2027 la mitad de la población de los Estados Unidos será contratada, freelancer o informal para los parámetros tradicionales (esta proporción ya es un hecho en el segmento millennial)
En este ritmo vertiginoso cuesta diferenciar cuáles de estas tendencias son una moda pasajera y cuáles llegaron para quedarse. En Inside, un especial de comedia del “artista renacentista” (por la cantidad increíble de talentos que tiene) Bo Burnham, hay burlas a los lugares comunes de esta nueva economía creativa con canciones como “mujer blanca en Instagram” o ironías hacia creadores de contenidos que comentan juegos absurdos o agradecen en vivo a personas que se acaban de suscribir. El show se filmó durante un año en la soledad de la casa de Burnham, que cumplió 30 años frente a sus cámaras y se convirtió en un ícono de la explosión de creatividad en pandemia.
El volumen de NFT (tokens no fungibles), una de las zonas más interesantes del mapa de la economía de la pasión, cayó un 90% desde su pico de hace dos meses. Para Micaela Mantegna, abogada e investigadora del Berkman Klein Center de Harvard especializada en videogames e inteligencia artificial, “como en todo, se produjo una reacción elástica de extremos producto de la saturación (de NFT) pasada la novedad. Pero esto no invalida su potencial, porque el valor de los NFT está en su posibilidad técnica de crear ‘escasez artificial’, habilitando mercados secundarios para la reventa de bienes digitales”.
Mantegna, que se define como “abogamer”, le cuenta a LA NACION que más explosiva aún será la combinación de estas tecnologías con el “metaverso”, un mundo virtual inmersivo, con idas y vueltas con el mundo físico, al estilo de la película Ready Player One. “De alguna manera, con las cuarentenas estrictas, el último año vivimos en una especie de metaverso”, provoca.
Al igual que otros divulgadores de esta nueva agenda, como Rex Woodbury y Zoe Scaman, Mantegna cree que la verdadera innovación se está dando en modelos de negocios y que el área de videogames está a la vanguardia. Woodbury remarca que “no hay más gamers que amantes de la música”, y sin embargo la primera industria mueve mucha más plata que la segunda por un creatividad en modelos de negocios más amplia. Hay más “piezas de Lego” para construir fácilmente.
Diego Luque, creativo, estratega de marcas y director de Picnic, cree que la “economía de la pasión” va mucho más allá de lo digital. “Esta avenida se queda corta para explicar lo que está pasando, sobre todo en América Latina y en la Argentina. Un excelente ejemplo de economía de la pasión prepandemia aquí fue el boom de cervecerías artesanales. O el desarrollo de Renato “Tato” Giovannoni con gins y tragos enlatados”, ejemplifica Luque. Nueva oferta que se cruza con una nueva demanda: la zona caliente de la disrupción que en su momento describió el economista de Harvard Clayton Christensen.
¿Qué otros casos hay para estudiar desde esta parte del mundo? Juan Marenco, CEO de Be Influencers, menciona a Hernán Casciari con Orsai, Gerry Garbulsky con Aprender de Grandes, Velentín Muro con El Club de la Curiosidad, Kari Pintos con su Consultorio de Crianza o Space Bunny. Marenco plantea una duda: Si esta tendencia no va a hacia un exceso de oferta de contenidos que termine bajando su precio. ¿Qué pasa si todos los periodistas lanzan un newsletter pago, por ejemplo?
Dos mantras de cierre: Conte, de Patreon, está seguro de que nunca en la historia hubo un mejor momento para ser creativo. Y el otro repetido en los Álter Eco anteriores sobre economía de la pasión: nadie puede competir con la gente que se divierte haciendo lo que hace.
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