Salarios: paradojas de la crisis y el silencioso ajuste en los estatales
Crisis. Destrucción de puestos de trabajo. Caída en el nivel de actividad y suba en la pobreza. El 2020 no fue un año positivo en términos económicos y sanitarios. En ese contexto, el desempleo llegó a los dos dígitos y los ingresos de las familias acentuaron la pérdida de poder adquisitivo que arrastran desde mediados de 2018.
Los números ubican a los salarios del sector público como los de peor desempeño: en los primeros nueve meses de 2020, el ingreso promedio de los trabajadores de este grupo se incrementó un 18%, frente a una inflación del 22,3%.
En 12 meses, además, el incremento nominal de los salarios estatales es del 27,2%, frente a una inflación del 36,6% en el período. Así, completarán este año el tercero consecutivo con pérdida real de poder adquisitivo. "El período recesivo de 2018 y 2019 se caracteriza por una baja dispersión en las variaciones salariales, mientras que en 2020 se acentúan esas diferencias, con el salario registrado del sector público como el más atrasado", explica Darío Judzik, doctor en Economía Aplicada (Universidad Autónoma de Barcelona) y director del programa sobre Futuro del Trabajo e Inclusión Laboral del CEPE en UTDT.
Más allá de discursos y campañas, este movimiento describe otra arista de un ajuste que avanza bajo el radar. Porque si bien en términos absolutos el empleo público fue el menos afectado por la recesión, el impacto estuvo en la remuneración, que volvió a perder frente a los precios. Así, se replicó en este punto lo adoptado con jubilaciones y asignaciones como la AUH, cuya fórmula de recomposición fue suspendida por ley.
Al mismo tiempo, con una economía que proyecta un déficit primario superior al 7% para este año, el Gobierno cerró dos canillas vinculadas a la pandemia. A fin de año concluye el programa ATP para el pago de salarios en empresas, mientras que el IFE, que entregaría $10.000 al mes a familias sin empleo, se pagó finalmente cada dos meses y fue cancelado antes de su cuarta entrega.
De todas maneras, la dinámica salarial del empleo público en 2020 completa una paradoja. Porque este grupo, el más golpeado en términos del poder adquisitivo, estuvo blindado de despidos o suspensiones que fueron habituales en otros rubros de la economía, y resultó el más protegido ante la crisis y la caída en el nivel de actividad. En septiembre, según datos oficiales, el empleo público creció un 0,3% en términos interanuales, mientras que hubo 266.100 trabajadores formales del sector privado menos que hace un año.
Empleo y salarios: los que perdieron
Entre los trabajadores del sector privado registrado, el salario en los primeros nueve meses de 2020 empató con la inflación (22,3%). De todas maneras, la pandemia generó un quiebre en la dinámica, más allá del promedio. En el primer trimestre del año, este grupo de trabajadores formales había tenido una recomposición a través de sumas fijas y otros mecanismos que impulsó el Gobierno.
"Este aumento por encima de la inflación del primer trimestre de 2020, antes del surgimiento de la pandemia, es el primer aumento real de ingresos del trabajo registrado desde fines de 2017", ilustra Judzik.
Tras la llegada del coronavirus y las medidas de aislamiento dispuestas para intentar frenar los contagios, los ingresos de este sector comenzaron un deterioro, que en algunos casos incluyó bajas nominales en los salarios, suspensiones y otro tipo de acuerdos entre empleadores y sindicatos con el objetivo de conservar los puestos de trabajo.
"Esto da cuenta de un mercado de trabajo fuertemente segmentado, donde los beneficios de la protección laboral, la negociación colectiva y la acción sindical beneficia solamente a alrededor de un 35% de las personas ocupadas", agrega Judzik, quien enfatiza el carácter "regresivo" de la cuarentena en términos económicos: ante el confinamiento, los trabajos formales son los que cuentan con mayores protecciones y herramientas para defender su puesto y el ingreso.
"Durante la pandemia, el empleo de mayor calidad sufrió menos. Muchas de estas tareas se pudieron seguir haciendo de forma remota, están asociados a servicios o tareas de mayor nivel de calificación", coincide Matías Rajnerman, economista jefe de Ecolatina, en referencia a la cuarentena que marcó a 2020.
Salarios y paradoja: el que más rápido cae y más rápido rebota
La paradoja también alcanza a los trabajadores informales. Este grupo, concentrado en el sector privado no registrado en la estadística oficial, es el que muestra la mayor suba nominal en lo que va de 2020. Si bien en cantidades fue el más afectado (la cuarentena generó un desplome en el mercado laboral de este segmento), los salarios medidos por el Indec acumulan en los primeros nueve meses de 2020 una suba nominal del 25,1% (frente a una inflación del 22,3%).
"Si se compara contra diciembre, se ubican un 2,5% por encima de la inflación", ilustra Emilia Calicibete, economista de LCG, quien de todas maneras advierte sobre la diferencia entre la foto de 2020 y la película de largo plazo. "En la medición interanual, los salarios del sector privado no registrado tienen caída real desde mayo desde 2018. Son 28 meses consecutivos cayendo en términos reales", describe.
Los números de 2019 dan cuenta de una profunda crisis para este segmento de trabajadores, que fueron los más golpeados por la recesión que este año se agravó. De acuerdo con el Indec, la remuneración de este sector creció un 29,5% en términos nominales, frente a una inflación del 53,9%, récord desde 1991.
"Este grupo tiene una gran volatilidad, y durante la pandemia fueron los que más sufrieron. No hay mecanismo de negociación colectiva formal o algún tipo de cobertura. Por más que tuvieran el IFE, muchos se quedaron con cero empleo", explica Rajnerman
Esa vulnerabilidad quedó reflejada en los datos del Indec. En el segundo trimestre de 2020, los meses de cuarentena más estricta, la participación de los trabajadores informales (sin descuento jubilatorio) dentro de los asalariados fue del 23,8%, unos 10,7 puntos porcentuales menos que un año atrás (34,5%).
Antes que una ola de formalización, lo que experimentó el mercado laboral fue una eliminación de puestos informales, la variable de ajuste ante la caída del nivel de actividad.
Como en otras crisis, el trabajo informal (changas, venta ambulante, trabajadores independientes, etcétera) es el que más cae y el que, también, más rápidamente rebota.
En este escenario, Calicibete advierte por la dinámica del empleo y la precarización que podría profundizarse tras la pandemia, con empresas, pymes o comercios afectadas por la crisis y la incertidumbre de corto plazo por un eventual rebrote de los contagios que impacte negativamente sobre la recuperación.
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