Crisis en Ucrania: cómo impacta en la Argentina el aumento de los precios del gas y del petróleo
La suba de los costos energéticos pegará de lleno en los subsidios al sector y en las reservas del Banco Central, que deberán suplir mayores importaciones
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Los analistas energéticos en la Argentina miran con una mezcla de preocupación y resignación la disparada de precios de los combustibles, que se acentuó en los últimos días a raíz de las crecientes tensiones geopolíticas en Ucrania. La inquietud pasa por el aumento en los costos energéticos que tendrá el país este año, justo cuando el ministro de Economía, Martín Guzmán, negocia con el Fondo Monetario Internacional (FMI) una reducción en los subsidios al sector. La resignación, en tanto, se debe a la nueva oportunidad perdida: la Argentina tiene la segunda reserva no convencional de gas más grande del mundo en Vaca Muerta, pero solo puede exportar a países limítrofes por falta de infraestructura y de confianza.
Como todos los inviernos, cuando el consumo de gas residencial se triplica con respecto al resto del año, la Argentina suple esos picos de demanda con gas importado de Bolivia y con buques de gas natural licuado (GNL), que es el mismo fósil en estado líquido (la única forma de trasladarlo por otra vía que no sea por gasoducto).
En el país hay dos terminales para recibir los buques de GNL: en Escobar y en Bahía Blanca. El año pasado se trajeron 42 barcos con una capacidad de 51 millones de metros cúbicos (m3) cada uno a Escobar y 14 barcos que cargaban 82 millones de m3 a Bahía Blanca. El precio promedio que se pagó en 2021 fue de US$8,33 el millón de BTU (medida inglesa que se utiliza en el sector).
Este año la Argentina enfrenta dos problemas. Por un lado, necesitará importar más buques de GNL porque Bolivia sufre una declinación de sus pozos gasíferos y entregará menos gas, que es más económico (alrededor de US$7,46 el millón de BTU). Por otro lado, el precio del GNL se disparó en el invierno europeo y la Secretaría de Energía proyecta precios arriba de US$25 el millón de BTU (más del doble de los US$8,33 del año pasado).
Daniel Montamat, exsecretario de Energía, estima que este año se importarán entre 70 y 75 barcos de GNL. “Además de que vamos a importar más gas, lo vamos a hacer a precios casi tres veces más caros que el año pasado. Nuestra estimación es que pasaremos de importar GNL por un total de US$1096 millones, como fue en 2021, a US$3900 millones este año. Esto pega de frente en la restricción de divisas que tenemos”, señala el exdirector de YPF y actual consultor.
Con respecto a lo que ocurrirá con el precio del GNL, Montamat dice que dependerá de la magnitud del conflicto y de su extensión en el tiempo y espacio. “No es lo mismo que dure unos días a que se transforme en un conflicto bélico de dimensión europea. La guerra siempre privilegia la energía fósil, porque tantos los aviones, como los tanques o las usinas térmicas funcionan con gas o combustibles derivados del petróleo”, señala.
La situación con el petróleo podría ser diferente. En los últimos seis meses, el aumento del precio del Brent, la cotización que se toma de referencia en el país, motivó una mayor producción de crudo, que ya está en niveles de 570.000 barriles diarios. Si bien todavía se está lejos del récord de los 850.000 barriles por día de 1998, la producción es la más alta desde 2011. Hoy el Brent subió casi 3% y llegó a US$96,37 el precio del barril, el valor más alto desde 2014.
“El aumento en los precios internacionales y el declino de la oferta de Bolivia determinarán un incremento de las importaciones de gas natural y de combustibles líquidos para la generación de energía eléctrica de aproximadamente US$2650 millones durante 2022 (de US$3237 millones a US$5898 millones). De todas formas, este proceso podría ser compensado parcialmente por el aumento de las exportaciones de petróleo de mantenerse la tendencia expansiva en los niveles de producción y el valor del crudo en el mercado internacional”, dice la consultora Economía y Energía, que dirige Nicolás Arceo, que estima nuevamente una balanza comercial energética nuevamente deficitaria.
Más allá de la crisis geopolítica en Ucrania, el precio del gas y del petróleo comenzó a subir a mediados del año pasado. Según explica el exsecretario de Hidrocarburos José Luis Sureda, hubo una aceleración de la transición energética que golpeó las inversiones en combustibles fósiles y que, sumada a la pandemia, generó una caída en la oferta que derivó en la suba de precios.
“Ya antes de este conflicto, desde hace dos o tres años, hay un cambio progresivo del orden mundial energético, con un ataque persistente contra los grandes inversores de proyectos fósiles. Este hecho, junto con el Covid, han hecho que las inversiones en combustibles fósiles caigan dramáticamente y eso hace que haya un escenario de escasez que garantiza precios altos de la energía por un tiempo prolongado. A eso se le suma el hecho de que Europa entró imprudentemente a una transición de energía intermitente [las renovables] muy acelerada, que no es viable, salvo que los países estén dispuestos a aceptar precios altos”, explica Sureda.
Si bien la Argentina tiene una de las mayores reservas de gas en el mundo, no tiene una planta de licuefacción que le permita transformar el gas en estado líquido para exportarlo por barco. Esta falta de infraestructura limita la producción local, ya que el mercado gasífero tiene otra particularidad: su demanda no es constante como la del petróleo y, en verano, cuando baja el consumo, sobra gas en el país. Esta estacionalidad de la demanda se podría corregir con la exportación de los excedentes en los meses cálidos, pero el país nunca generó la suficiente confianza como para invertir en la planta de licuefacción. Al contrario, tiene buques regasificadores que se encargan de convertir el gas líquido importado en invierno en estado gaseoso.
“La Argentina cuenta con una oportunidad formidable: tiene mucha reservas de gas y no es una potencia geopolítica, por lo cual no puede ser sospechada de intervencionismo como otros países, como Estados Unidos. Es un beneficio por primera vez no ser potencia. Rápidamente deberíamos involucrarnos con Europa y con China en proyectos de exportación de gas. Mientras tanto, los precios del GNL arriba de US$20 nos harán sufrir este invierno y nos harán recordar que perdimos mucho tiempo en estupideces”, concluyó Sureda.
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