Crecimiento: la paradoja estadística que beneficia al Gobierno en 2021
Alcanza el rebote que se acumula hace algunos meses para cortar con tres años de caída y mostrar, en 2021, tasas “chinas” de crecimiento que no se dan hace más de una década.
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Pese a la suba en los contagios de Covid, la inflación acelerándose y la demora en la llegada de las vacunas, hay un número que le sonríe al Gobierno y le regala una buena noticia pensando en las elecciones. Es que después de tres años de caída del PBI, en 2021 la Argentina logrará crecer, aun si no crece.
Son las sutilezas inesperadas que ofrecen los números y la estadística, que entusiasman al oficialismo en su discurso de la recuperación. Porque después del desplome histórico del 9,9% del PBI el año pasado, alcanza el rebote que se acumula hace algunos meses para cortar con tres años de caída y mostrar, en 2021, tasas “chinas” de crecimiento que no se dan hace más de una década.
En efecto, la estadística muestra que, con sólo mantener el nivel de actividad de diciembre de 2020 durante los 12 meses de 2021 -es decir, que la actividad económica se mantenga estancada durante 12 meses- el país concluirá el año con un crecimiento del PBI del 6%, el más alto en una década (el PBI creció 6,1% en 2011). En otras palabras, para terminar creciendo este año, alcanza con no caer.
Es el efecto del “arrastre estadístico”, un concepto que usan los economistas para describir cómo la comparación entre diferentes períodos puede generar distorsiones o llevar a conclusiones engañosas o confusas. “La economía no cambia su tendencia más allá del calendario. Y gran parte del crecimiento proyectado para este año es el rebote post cuarentena. El número que termine dando 2021 hay que leerlo a la luz de este escenario”, explica Martín Vauthier, director del estudio EcoGo.
Su planteo hace referencia a la dinámica de 2020. Luego del impacto de la cuarentena estricta y el piso de abril, cuando la economía se desplomó un 25,4% frente a igual mes del año anterior (17% en comparación con marzo), la actividad se fue recuperando a medida que se eliminaron las restricciones a la movilidad y el funcionamiento en algunos sectores. Y si bien hasta diciembre acumuló ocho meses consecutivos de crecimiento (sin llegar a sus niveles pre-pandemia), el promedio del año arrojó una caída del 9,9%, según confirmó ayer el Indec.
Esta será una de las claves para analizar la dinámica económica de 2021. Porque el año pasado hubo meses de parálisis casi total de la economía (en abril, por ejemplo, no se fabricaron autos 0km, no hubo ingresos de turistas y se dio la mayor caída mensual de la historia) y eso termina afectando al número final del año.
Así lo muestra, por ejemplo, el dato de diciembre del Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE), que difundió el Indec. Según el organismo, la actividad en el último mes de 2020 se expandió 0,9% con respecto a noviembre, pero se ubicó 2,2% por debajo de igual mes de 2019. “No hubo crecimiento sobre los niveles que tenías en 2019, sin un rebote a medida que se fueron abriendo actividades. El gran desafío empieza a estar más adelante”, agrega Vauthier.
Pero la continuidad de ese rebote, con una tendencia que se mantuvo en el primer bimestre del año, configura el escenario positivo para 2021. Porque si con mantener el nivel de fines de 2020 alcanza para lograr un crecimiento del 6% en 2021, en el Gobierno se entusiasman con mejores noticias. Las proyecciones de enero y febrero dan cuenta de que el rebote continuó y, de esta manera, aun con 10 meses consecutivos de estancamiento en lo que resta del año, la expansión promedio del PBI frente a 2020 podría llegar al 8%.
De esta forma, el contexto económico de la Argentina abre un escenario que empodera a Fernández y su equipo. Porque si bien cayeron el PBI per cápita y el nivel general de actividad, con estancamiento desde 2011, de continuar esta tendencia el país tendrá la tasa de crecimiento más alta desde 2011. Ese año, Cristina Kirchner logró su reelección con el 54% de los votos.
Las curiosidades estadísticas arrojan, al mismo tiempo, otras conclusiones, y pueden aplicarse en sentido inverso: si la economía cae este año un 1% todos los meses de 2021, el promedio anual en comparación con 2020, arrojará un equilibrado 0%. En otras palabras, aún cayendo, la economía podría no caer.
El promedio, mientras tanto, oculta heterogeneidades dentro de cada segmento. Porque actividades como el comercio, la construcción, los bancos y la industria, según el Indec, superaron en diciembre de 2020 el nivel de actividad de diciembre de 2019. A la inversa, rubros como la minería, el transporte, las comunicaciones, la hotelería y los restaurantes aún están por debajo de su actividad pre pandemia.
En ese escenario, Vauthier advierte que las tasas de crecimiento inéditas en una década podrían no traducirse en una sensación de mejor bienestar en los ciudadanos. “Si la economía crece en la zona de 7% u 8%, la mayor parte ya habrá ocurrido a partir de mayo del año pasado. Más allá del promedio, lo que importa es la dinámica. Porque gran parte del crecimiento tuvo que ver con el rebote de actividades que habían estado cerradas, pero hay poco margen para que durante 2021 tengamos en la segunda mitad del año una mejora en el salario real o en los niveles de empleo formal de forma significativa que se note en la calle”, dice Vauthier.
Porque más allá del rebote, esperable tras el desplome de 2020, la economía argentina arrastra desequilibrios y factores negativos que la pandemia solo agravó. El riesgo país por encima de los 1500 puntos, la inflación mensual por encima del 3% desde octubre de 2020 y el cepo cambiario que restringe el acceso a divisas y limita las exportaciones condicionan las posibilidades de crecimiento de mediano plazo. A ese combo se suman los riesgos de una segunda ola de contagios de coronavirus, que derive en restricciones y limitaciones en la actividad de algunos sectores clave.
“A partir de ahora se abren dos interrogantes. La cuestión sanitaria va a ser muy relevante en el crecimiento de 2021. No hay margen para un cierre estricto como en 2020, pero evidentemente si la curva de contagios se complica, hay restricciones puntuales y gente que empieza a tener precauciones y salir menos, eso podría tener un impacto en la economía”, plantea el analista.
“Y en la economía propiamente dicha, para que empiece a haber crecimiento genuino de forma sostenida se necesita una descompresión de la tensión cambiaria. Mientras el Banco Central tenga que aplicar restricciones tan duras sobre las importaciones por la escasez de divisas y esta presión sobre la brecha, es difícil tener margen. Y esta restricción en las importaciones pasa factura en la inflación y el nivel de actividad”, concluye.