Crece el uso del gasoil por políticas fallidas
En 1997 se vendieron en el mercado argentino 11,15 millones de metros cúbicos de gasoil, un 4.5% más que el año anterior. En 1991 la demanda interna de gasoil era de 7,58 millones de metros cúbicos. En 1997, se comercializó un volumen de naftas de 5,9 millones de metros cúbicos, un 6% inferior que el del año anterior y similar al que se comercializaba en 1991 (5,81 millones de metros cúbicos).
Curiosamente, en 1997, el país importó gasoil por 824 mil metros cúbicos y exportó el mismo refinado por 1,14 millones de metros cúbicos.
La demanda creciente de gasoil se explica por la explosión del parque vehicular gasolero, incluidos los vehículos particulares. Antes utilizaban el gasoil el agro y el transporte. Ahora lo utilizan las familias.
La industria automotriz produce e importa gasoleros para satisfacer la demanda argentina. Pero no puede exportar vehículos gasoleros de uso particular a Brasil. Están prohibidos. Las exportaciones gasoleras en un contexto de demanda interna creciente se explican por la alteración del patrón de refinación de la industria petrolera.
Con un barril de crudo tienen que producir más gasoil y menos naftas afectando la eficiencia de la industrialización del petróleo.
Producen lo suficiente para abastecer la demanda, pero por problemas de estacionalidad o de conveniencia económica en función de la calidad de los productos, se exporta gasoil descontando al precio seguros y fletes (paridad de exportación) y se importa pagando al extranjero seguros y fletes (paridad de importación). Todo un despropósito desde el punto de vista de las cuentas externas.
¿Quién es el culpable? ¿La industria automotriz que produce más gasoleros? ¿La industria petrolera que refina más gasoil? ¿Tal vez los argentinos que prefieren los autos con motores gasoleros?
La culpa es del Gobierno
La responsabilidad la tiene el Gobierno y ésta se remonta a las distorsiones impositivas que vienen de 1991.
El 1ºde septiembre de 1991, el Gobierno comenzó a incentivar la producción de naftas sin plomo, disminuyendo el impuesto al consumo de este combustible. El 14 de noviembre de 1992 , aumentó el incentivo a producir naftas sin plomo (se incrementó el diferencial de impuesto a la transferencia de combustibles para la producción de naftas sin plomo) y concomitantemente eliminó el impuesto a los consumos de los otros combustibles (gasoil, querosén, diesel oil y fuel oil).
La reformulación de las naftas para eliminar el plomo -sobre la base de especificaciones que deberían haberse explicitado desde un principio-, es costosa y demanda inversiones a la industria petrolera. La promoción debía articularse con la obligatoriedad del uso de conversores catalíticos en las unidades automotrices.
El plomo se elimina fundamentalmente porque inutiliza el catalizador. La eliminación del impuesto al gasoil dio una incorrecta señal de precios en la canasta energética, y desincentiva la conversión de unidades vehiculares al GNC (gas natural comprimido), combustible de indiscutida abundancia relativa en nuestro medio y mucho más limpio desde la angulación ambiental.
El impuesto al gasoil se eliminó para mejorar el tipo de cambio efectivo al sector agropecuario sin reparar en las distorsiones asignativas que ello generaba.
En suma, la tributación promovió la producción de nafta sin plomo olvidándose de las adecuaciones técnicas del parque automotor (los catalizadores), y alentó la producción de motores Diesel cuando estaba en plena vigencia la conversión de unidades al gas natural comprimido.
Resultado: hoy Argentina produce casi el 100% de las naftas sin plomo, pero tiene un parque automotor cada vez más gasolero.
Ya se eliminó el incentivo a producir naftas SP y se reimplanto el ITC al gasoil. Pero como puede advertirse de los cuadros comparativos, el precio del gasoil sigue siendo sustancialmente menor al de las naftas por la carga impositiva. Mientras ese incentivo subsista, vamos a seguir produciendo e importando gasoleros y alterando el patrón de refinación.
Esperemos que el acoso fiscal deje de abrir camino a las improvisaciones.En un contexto de mercado se puede hacer mucho daño con las distorsiones tributarias.