Crece el número de colombianos que trabajan en locales porteños
Vienen al país por las ventajas educativas que les ofrece; son contratados por su bajo costo y su buena predisposición
Damián llegó a la Argentina hace poco más de un año. El alto costo de la educación en su Colombia natal y el reconocimiento que las instituciones de aquí tienen allá es lo que propulsó su mudanza. Pero pronto los altos costos de vida en Buenos Aires hicieron que sus ahorros no duraran y, antes de lo que había anticipado, se vio en la necesidad de buscar trabajo.
Lo encontró pronto en un bar en Recoleta, donde lo contrataron informalmente como mozo. "Mi horario era de 20 a 6 y me pagaban $ 100 por noche", señaló. "A eso se sumaban las propinas, que no se repartían. Así, por noche, podía ganar entre $ 500 y $ 800", añadió.
El de Damián es uno de los tantos casos de jóvenes provenientes principalmente de Colombia, pero también de otros países de América latina, que son empleados en restaurantes y comercios de la ciudad. Y si bien no hay cifras oficiales que lo verifiquen, éste es un fenómeno que parece estar en aumento.
¿Cuáles son las razones detrás de él? La afluencia de extranjeros responde principalmente a cuestiones educativas, como sucede en el caso de Damián. Pero las razones de la contratación casi masiva de estos jóvenes en comercios y restaurantes parece responder a dos variables distintas dependiendo del establecimiento.
El responsable de un restaurante porteño admitió una de ellas en un estricto off . "Son mano de obra barata que trabaja muy bien y que jamás haría juicio", afirmó.
Otra de las razones es la expuesta desde el management de Tea Connection, una cadena de restaurantes de cocina deli y natural, en donde un alto porcentaje de los mozos proviene de países de América del Sur y Central: "Los chicos de estas nacionalidades tienen un excelente trato y absorben muy bien los discursos de venta. Son muy desinhibidos y cordiales, y, a diferencia de los argentinos, son mucho más naturales en la venta sugestiva. Los mismos clientes destacan el buen servicio".
Para Damián también aquí está el quid de la cuestión. "Los colombianos tenemos mejor predisposición que los argentinos para este tipo de trabajo. Nosotros chequeamos todo: limpieza, seguridad, atención. Acá todo es un caos", explicó.
María Carolina, de 29 años, también colombiana y llegada a la Argentina con el propósito de hacer una maestría, conoció ambos tipos de empleadores.
"En mi primer empleo aquí me pagaban menos de lo que les pagaban a mis compañeras argentinas y las condiciones eran malas", recuerda. Ahora trabaja en el local de una reconocida marca de ropa, donde las condiciones son mucho mejores y equitativas, y recibe un buen salario. Sin embargo, ella entiende por qué a veces esto no sucede: "En Colombia, no se acostumbra hacer juicios por temas de trabajo y algunos empleadores se aprovechan de que no sabemos de ese tipo de cosas legales".
Tanto ella como Damián hace meses que buscan trabajo en sus respectivos campos profesionales, pero, hasta el momento, no han tenido éxito.
"En los comercios nos llaman rápido porque la tonada atrae a los clientes, pero es más difícil encontrar trabajo en otras ramas porque siempre temen que nos vayamos", explica María Carolina.
Mariana, una joven de 25 años, nacida en la República Dominicana, también se mudó a la Argentina por motivos académicos. Al igual que María Carolina, ella trabaja en un local de ropa donde las condiciones de contratación son buenas, pero, a diferencia de ella, éste fue el único trabajo con el que contó desde su arribo tres años atrás.
Ella también cree que la tonada favorece a los extranjeros en estas industrias: "Más que nada el colombiano tiene un dialecto formal que favorece a los locales. Parece formal para los argentinos".
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