Creatividad aumentada: las tecnologías que suman puntos para conectar ideas
En una plataforma de creatividad alguien relaciona la muerte con los impuestos (las dos cosas que sí o sí te van a tocar, dice el saber popular), y luego con la canción interpretada por Sinatra de Amor y Matrimonio. Otro usuario toma la pelota y relaciona con la película La Comezón del Séptimo Año, en la cual Marilyn Monroe es la tentación personificada; a eso, a su vez, lo asocian con la canción Temptation, de New Order, y con el ilustrador Luke Chueh que dibuja a una chica con tres ojos (porque la letra de Temptation menciona tres colores de ojos), y eso lleva a alguien a relacionarlo con el monstruo con ojos en las manos de El Laberinto del Fauno, y con la idea de cómo seguramente ese monstruo sufre al agarrar alimentos picantes.
En otro lugar del planeta, alguien asocia Cien Años de Soledad con la novela gráfica Agujero Negro, porque a un personaje le sale cola; a esto otra persona lo asocia con angustia, que alguien más conecta con la obra surrealista de Christopher McKenney y, de ahí, un usuario en Suecia, curiosamente, lo conecta con el tango La Bruja.
Los primeros dos párrafos cuentan asociaciones reales hechas por seres humanos (no por algoritmos) de todo el mundo que usan la plataforma de creatividad “Seenapse”, en la actualidad gratuita y en estado beta (pronto se lanzará formalmente). Rafael Giménez, el creativo mexicano que ideó la plataforma, cuenta a LA NACION que tuvo en consideración dos factores principales a la hora de pensarla: “El primero es el de la famosa definición de creatividad de Steve Jobs: no es otra cosa que unir puntos que no se habían conectado previamente”. El segundo factor, agrega el director de la oficina en México de Good Rebels, tiene que ver con una observación de los cientos de workshops de innovación a los que asistió: cuando llega a un grupo alguien de afuera, lo más distinto posible al resto, la conversación creativa se enriquece.
En el último año, que fue pandémico, se multiplicó la cantidad de aplicaciones e iniciativas que ayudan a sumar y conectar puntos, algunas de creatividad, como Seenapse, y otras de productividad personal, como Roam Research (ya comentada en esta sección), que ayuda a establecer conexiones entre las notas que uno va tomando de distintos proyectos.
Pero, además, muchos de los avances tecnológicos de los últimos meses implican dinámicas de generación de infinitos planos de puntos nuevos, con mecanismos humanos o algorítmicos para conectarlos. A continuación, algunos ejemplos de estos fenómenos:
Una idea de negocios cada media hora. GPT3, el sistema de lenguaje natural lanzado a mediados de 2020 por OpenAI, ya disparó cerca de 400 aplicaciones que lo utilizan comercialmente. Una de ellas, “IdeasAI”, desarrollada por el programador Pieter Levels, genera, a partir de necesidades y problemas planteados por usuarios, una idea de negocios cada media hora,. ¿Cómo se monetiza? Uno puede comprar y reclamar cierta idea, y el sitio deja de mostrarla al resto de los usuarios.
Invención en lugar de descubrimiento. La cantidad de combinaciones posibles de partículas que dan lugar a nuevos materiales con propiedades distintas es mayor a la cantidad de átomos del universo. Por eso, a los científicos “humanos” les puede llevar –literalmente– una eternidad analizarlas a todas. Pero el aprendizaje automático (IA) está acelerando este proceso, creando modelos que predicen dónde puede haber agua y dónde no. Como sostuvo la científica platense Valeria Bosio en esta sección: “Los nuevos materiales ya no se descubren: se inventan”. El campo de la ciencia de materiales es particularmente fértil para que la IA descubra nuevas conexiones, porque sus estudios suelen estar más estandarizados que en otros campos científicos (al final de cada paper suele haber una ficha con los materiales utilizados y las propiedades descubiertas). Lo que está sucediendo en este terreno es una revolución silenciosa, subcontada en los medios porque no tiene tanta tensión narrativa, a pesar de su enorme impacto disruptivo.
Compuertas culturales. Una de las tecnologías que tuvo más desarrollo en el último año es la de las traducciones simultáneas con inteligencia artificial, de lenguaje escrito y de voz con el mismo timbre que el usuario original, pero en otro idioma. “Esto se ve muy claro en la explosión de deepfakes (falsos videos): en 2020, según una estimación del MIT, más del 20% de los videos subidos a Internet corresponden a medios sintéticos”, explica el economista y experto en innovación de Bahía Blanca Leonardo Valente. En términos de “nuevos puntos a conectarse”, significa que se abren las compuertas entre toda la cultura occidental y oriental, continúa Valente, quien trabaja en agenda de innovación para el BID, en nodos que antes no se terminaban de conectar por la fricción de las barreras idiomáticas. Esto ya se está comprobando empíricamente en economía: plataformas de comercio entre China y Estados Unidos registraron aumentos de operaciones de más del 10% cuando los sistemas de traducción en tiempo real comenzaron a ser implementados.
Revolución de cocreación. Otra característica que trajo el año pandémico fue la de la explosión de herramientas y dinámicas de trabajo en equipo de manera remota que antes no existían, no tanto porque la tecnología no estuviera disponible sino porque el hábito no estaba generalizado, cuenta ahora Paul Estes, VP de manejo de comunidades de Mural, una aplicación nacida en la Argentina de mapas mentales digitales, que hoy usa la mitad de las firmas del Fortune 100. Estes, autor del libro The Gig Mindset, dice que la nueva dinámica de cocreación y de suma de puntos para unir desde distintas oficinas repartidas por el planeta se aceleró en la segunda mitad de 2020.
Realidades paralelas. El despliegue de Internet en su momento fue un gran “agregador de puntos” a conectar: de golpe, millones de personas de cualquier edad, país y clase social pudieron empezar a conectar libremente nodos de un conocimiento que antes estaba encapsulado. Con el fenómeno de realidades paralelas enormemente sofisticadas (lo que se conoce como “metaverso”) esta multiplicidad de puntos explota a niveles inimaginados.
La semana pasada se anunció una inversión de 1000 millones de dólares con Sony a la cabeza, para que Epic Games desarrolle un universo virtual paralelo. La idea del ‘metaverso’ se originó cuando el escritor Neal Stephenson la introdujo en su libro Snow Crash, en 1992, y desde entonces inspiró muchas obras, como la saga de Matrix o Ready Player One. Allí, los seres humanos podremos interactuar sin los límites de la pandemia, el cambio climático y otros males contemporáneos: toda una tentación, como la canción de New Order.
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