Corretaje, fuente de poder y vulnerabilidad para Glencore
LONDRES—La división de corretaje de Glencore PLC obsesiona a los inversionistas en medio de las dudas de que los US$18.000 millones en créditos de corto plazo que utiliza para comprar, vender y transportar materias primas representan un mayor riesgo de lo que dice la compañía.
El presidente ejecutivo, Ivan Glasenberg, y otros altos ejecutivos, salieron a defender el modelo de negocios del conglomerado minero, reuniéndose con accionistas y escuchando sus preocupaciones. La plana ejecutiva prometió que la calificación de crédito de Glencore es segura y que la empresa cuenta con el efectivo suficiente para operar sin mayores inconvenientes, dijeron asistentes a las reuniones.
"Nuestro negocio sigue siendo robusto en lo operacional y en lo financiero. Tenemos un flujo de caja positivo, buena liquidez y ningún problema de solvencia en absoluto", dijo un vocero de la empresa en un correo electrónico.
La ofensiva comunicacional parece haber surtido efecto. Después de caer 29% el lunes debido a las dudas en torno a los deprimidos precios de los commodities y la deuda de Glencore, las acciones repuntaron 17% el martes y 14% el miércoles en la Bolsa de Londres y acumulan un descenso de 69% en lo que va del año.
Algunos inversionistas creen que las dudas del mercado en torno al gigante de las materias primas son exageradas. "No me parece que exista un riesgo crediticio o de refinanciamiento en esta empresa", dice Charl Malan, analista sénior de metales y minería y gestor de portafolio de Van Eck Global, uno de los 20 mayores accionistas de Glencore.
"No me parece que se haya producido un cambio fundamental en las últimas semanas que justifique una destrucción tan grande de valor de mercado", observa David Herro, vicepresidente de la junta y director de inversión internacional de la gestora de activos estadounidense Harris Associates LP, el tercer mayor accionista de Glencore, con poco más de 5%.
Glencore es un caso muy particular entre las grandes mineras puesto que se trata, en el fondo, de una empresa de corretaje fundada por el inversionista y corredor de petróleo Marc Rich y que Glasenberg, también un corredor, transformó en un coloso industrial.
La compañía despacha más carbón térmico que cualquier otra minera, es la mayor proveedora de cobre del mundo y domina participaciones importantes en mercados como los del crudo, los granos y el aluminio. Antes de su salida a bolsa en 2011, Glencore reveló que controlaba 60% del zinc del mundo, 50% del cobre y 45% del plomo.
El negocio de corretaje, junto con algunos de los mayores activos mineros que la compañía incorporó tras la adquisición de Xstrata en 2013, debería haberle otorgado a Glencore una ventaja competitiva y protegerla de las caídas de precios de las materias primas.
En lugar de ello, Glencore se ha transformado en un ejemplo de los riesgos que corren las empresas que no sólo se dedican a comprar y vender commodities, sino también a producirlos. "Siempre es interesante mirar en retrospectiva cuando los comerciantes de commodities piensan que son productores y cuando los productores creen que son comerciantes", recalca Albert Helmig, presidente ejecutivo de la consultora Grey House.
Ahora, la combinación de un alto nivel de endeudamiento y el derrumbe en los precios de los commodities desatado por el enfriamiento de la economía china le está pasando factura a Glencore.
El brazo de corretaje aportó a la compañía un promedio de US$2.300 millones al año desde 2010 en ganancias ajustadas antes de intereses e impuestos. Su mejor año fue 2014, cuando las utilidades ajustadas rondaron los US$2.800 millones. Aunque tales ganancias registraron un caída interanual de 29% en el primer semestre, alcanzaron de todos modos US$1.100 millones y representaron 76% de las utilidades del grupo.
Sin embargo, esa división podría perder su acceso al efectivo y reducir significativamente sus operaciones si Glencore pierde su calificación de grado de inversión.
La empresa no contabiliza los US$18.000 millones en préstamos de corto plazo como deuda y los considera efectivo porque están respaldados por activos que puede vender en forma inmediata.
No obstante, combinados con una deuda neta total de US$30.000 millones, muy superior a la de otros gigantes mineros como Rio Tinto y BHP Billiton, los créditos que necesita el brazo de corretaje se han vuelto un foco de atención de los inversionistas, quienes temen que una rebaja crediticia eleve los costos de financiamiento y pueda ahuyentar a los socios de Glencore en las transacciones. La empresa resaltó el martes que había adoptado "medidas preventivas", incluido un plan para reducir su deuda total a US$20.000 millones.
Entre sus competidores en el corretaje se cuentan compañías que no cotizan en bolsa como Vitol Group y Trafigura Beheer BV, dos actores de escala considerable en el mercado global de commodities. No obstante, ninguno de ellos tiene la red de activos que atraviesa la cadena de suministro desde la producción al marketing que Glencore dice que es su ventaja comercial.
Los corredores de Glencore se han ganado la fama de ser agresivos, aunque no siempre han sido exitosos. En junio, gastaron cientos de millones de dólares en 1,8 millones de toneladas de fueloil, durante los precisos momentos en que la agencia Platts publicaba los precios al contado, una práctica corriente. La operación ayudó a elevar las primas que pagadas por el combustible —utilizado por los buques cargueros—, que a mediados de junio llegaron a sus niveles más altos en 45 meses.
Glencore podría haber ganado por múltiples vías con la movida, según especularon los analistas. En agosto, sin embargo, los precios cayeron 36% y el corretaje no perdió ni ganó dinero alguno, según una fuente al tanto.
En otras ocasiones, la provisión de metales de Glencore ha generado aparentes desequilibrios. La empresa despachó en 2011 grandes cantidades de aluminio a sus depósitos en Vlissingen, Holanda, lo que provocó retrasos en los envíos a clientes que pretendían retirar el metal. Esto permitió a Glencore y sus rivales cobrar tarifas más altas a clientes industriales para recibir las entregas a tiempo en Europa.
Una fuente dijo que el costo de la entrega pronta del metal en Europa fue influenciada por otros factores, incluyendo un superávit generalizado del metal que aumentó la demanda de almacenamiento.
Scott Patterson, en Londres, y Tatyana Shumsky y Christian Berthelsen, en Nueva York, contribuyeron a este artículo.
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