Entre la urgencia, la limitación y la mala praxis
Hasta ayer a la tarde, los bancos no tenían definido el marco regulatorio para los créditos a tasa cero destinados a monotributistas y autónomos que, prometió el Gobierno, comenzarán a ofrecerse hoy. "Operativamente estamos listos, pero el Gobierno no definió qué organismo del Estado nos va a informar los beneficiarios, tampoco se firmó el contrato con el Fondep [el Fondo Nacional de Desarrollo Productivo, que funcionará como garante], hay dudas con respecto a cómo proceder si el cliente no paga y hay un pedido para que se aclare cuál es el plazo de la línea, si 12 o 18 meses, y el sistema de amortización, alemán o francés, porque hay diferencias entre el Fondep y el Banco Central", detallaba un banquero, algo frustrado. "No se puede anunciar algo y no tenerlo listo", esbozó una queja.
Las conversaciones con las cámaras bancarias se sucedieron el fin de semana para intentar aclarar el escenario. Los bancos saben que están en el ojo de la tormenta. Se apoyan en la racionalidad de Miguel Pesce (presidente del BCRA) e incluso del ministro Matías Kulfas, que suele llamar personalmente a los número uno de las entidades cuando detecta problemas con alguna empresa.
Temen que una desavenencia con estos nuevos créditos se use como justificativo para avanzar con alguna medida más dura sobre su liquidez (el dinero de los depositantes). La idea de un bono compulsivo para que los bancos financien directamente al Tesoro parece haberse aplacado.
Las últimas conversaciones de las entidades con funcionarios hablaban de la posibilidad de que las entidades compren el BOTE 20 (un bono que ya existe) para luego poder usarlo como encaje. El ministro de Economía, Martín Guzmán, les garantizó de todas maneras a los banqueros que todavía no hay nada inminente.
Pese a las buenas intenciones de muchos funcionarios, el Gobierno no deja de actuar de forma espasmódica ante un escenario económico por demás desafiante.
No existe, por caso, la posibilidad por estos días de que un banco le dé un préstamo al 24% a una empresa que demanda asistencia para el pago de salarios de abril, después de haberlo solicitado ya para la cancelación de los sueldos de marzo. No está establecido en el contrato firmado originalmente con el Fondo de Garantías Argentino (Fogar), que alimentó el Gobierno para garantizar esas líneas especiales a tasa subsidiada para el pago de salarios en plena pandemia. ¿No sabían las autoridades que el aislamiento obligatorio se prorrogaría hasta mediados de mayo o que puede extenderse aún más para algunos sectores?
Los descuidos con los créditos a tasa cero para asistir a autónomos y monotributistas se suman a los errores con el Ingreso Familiar de Emergencia -hay familias que deberán esperar hasta bien avanzada la cuarentena, en junio, para cobrar sus $10.000-, y a las idas y venidas con el Programa de Asistencia al Trabajo, entre otras medidas anunciadas recientemente para paliar el impacto de la pandemia en los bolsillos de los trabajadores y cajas de las empresas
Pero son problemas que parecen ir más allá de la gestión. Responden a la falta de un horizonte de mediano plazo, que permita una planificación más allá de la cuestión del día a día. La economía argentina es una olla a presión; si no se tiene claro cómo abrirla el día después de la pandemia, la explosión está asegurada.
El congelamiento de las tarifas vence en principio el 30 de junio, lo mismo que la suspensión de la movilidad jubilatoria. ¿Ya se sabe cómo se va a avanzar? Las empresas de electricidad y gas ya están anticipando que una vez que finalice formalmente el aislamiento es probable que sus clientes se encuentren con fuertes incrementos en sus facturas. No por un aumento de tarifas, sino porque como hoy los lecturistas (quienes monitorean los medidores de consumo en los hogares) no están declarados como actividad esencial, no se está cobrando a los usuarios lo que efectivamente están consumiendo.
El Enargas ya anticipó que en caso de que exista un saldo a favor de la empresa, podrá cobrarse en tres cuotas. Nada dijo el ENRE hasta ahora.
Lo mismo puede uno preguntarse con respecto a la política de precios. ¿Pueden sostenerse precios máximos en alimentos y otros productos, con una inflación que corre al 3% mensual o hay un plan de descongelamiento gradual?
Sobran ejemplos en la historia reciente argentina de lo que sucede en las góndolas cuando se congelan precios por períodos prolongados. La lógica indica que, con medidas similares, los resultados también serán los mismos.
O con la política exterior. ¿Cuál será la estrategia de cara al nuevo orden internacional que se plantea pos-Covid-19? Fernández fue rápido en desandar los pasos en falso de su secretario de Relaciones Económicas Internacionales, Jorge Neme, quien expresó la intención de la Argentina de abandonar negociaciones de libre comercio que estaba llevando adelante el Mercosur. No solo lo rectificó, sino que la Cancillería intentó solucionar el desliz solicitando asistencia entre profesionales de la diplomacia.
El error, afortunadamente, es corregible: según las normas del bloque, solo el canciller tiene la investidura formal en el Consejo de Cancilleres para comunicar decisiones de esa envergadura. Ni siquiera las declaraciones de los presidentes en las reuniones de mandatarios del Mercosur tienen carácter vinculante (para que puedan hablar libremente para sus tribunas).
En el corto plazo, el sector privado le prende velas a Guzmán. Cerca del Ministro admiten que hay maneras de sobra de hacer una leve mejora en la oferta y así acercarse a los pedidos de los acreedores.
Algunos días antes de que comenzara el aislamiento formal, en una de sus conversaciones de consulta, incluso Roberto Lavagna le habría expresado a Guzmán sus dudas con respecto al éxito de semejante oferta. "Sería tonto que Alberto Fernández se tire a un default, cuando además los costos de la renegociación recién los empezaría a pagar la siguiente gestión", reflexionó un hombre que supo ocupar cargos de relevancia en la función pública y que suele ser de consulta en todos los gobiernos, no importa el signo político. "Si la deuda se arregla, la cosa puede cambiar". Fernández suele insistir entre sus interlocutores de confianza en que no tiene intenciones de caer en default.
Pero, nuevamente, la desconfianza del sector privado con respecto a la política económica de Fernández surge cuando dentro de la coalición de gobierno ganan terreno ideas que se cocinan en la usina del Instituto Patria. Para muchos en el establishment, La Cámpora tiene una visión más moderada y pragmática que los miembros del Patria.
El Patria y La Cámpora
Un default (y el no mejoramiento de la oferta de canje) es, a los ojos de los inversores, la victoria del ala dura de la coalición. Fernández podría perder una porción de voluminoso apoyo popular con una postura más amigable hacia los acreedores, pero así y todo, se ilusionan, podría sostener un 40 o 50% de imagen positiva, más de lo que acumula la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner. El Presidente todavía no terminó de demostrar que él es quien tiene la última palabra pese a que no hay minucia de la gestión que no pase por su tamiz.
Rápidos de reflejos, los empresarios no se quedan quietos. En IDEA, una de las asociaciones empresarias que más se hacen escuchar, lanzaron una convocatoria de economistas. La idea es seleccionar uno en los próximos días para que elabore un plan de Gobierno que puedan acercarle al Presidente. Algunos banqueros, por su parte, le presentaron informalmente una propuesta al BCRA para asistir a empresas. La idea es que puedan comprar obligaciones negociables (ON) de empresas y de pymes, a cambio de, en caso de algún problema de liquidez, poder realizar pases contra esos títulos. La propuesta está terminando de delinearse entre las cámaras, para poder ya ser presentada formalmente. Algunas ideas para un Gobierno que escucha, pero que no termina de tomar las riendas de la economía.
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