Coronavirus: el conurbano es un paciente de riesgo
Gerardo Martínez, líder de la Uocra, fue a ver el miércoles a Gabriel Katopodis, ministro de Infraestructura, con una advertencia que es a la vez súplica y catarsis: si no se hace nada por evitar que se paralice al menos parte de la obra pública, unos 100.000 trabajadores de la construcción empezarán a quedar en la calle desde el martes, con el cambio de quincena. Están, dice el dirigente sindical, en la tormenta perfecta: la gente teme ir a trabajar y no hay trabajo. Su propuesta fue que se pudieran aplicar en cada proyecto, incluidos aquellos a cargo de las provincias, protocolos sanitarios para seguir operando.
El dilema que plantea Martínez tiene una doble escala. La primera, la más obvia, es global y la expusieron desde el comienzo de la crisis del coronavirus líderes como Bolsonaro, López Obrador, el inglés Boris Johnson o Donald Trump. El intento de frenar drásticamente la pandemia, esfuerzo cuyo éxito por ahora nadie está en condiciones de pronosticar, dicen, traerá indefectiblemente lo único que sí está garantizado: una profunda y extensa depresión económica. Un repaso por la historia reciente indica que, al ser este imprevisto lo que los analistas llaman un "shock de oferta" –el mundo entero en dificultades para producir–, el remedio debería diferir del que se aplicó en su momento, por ejemplo, para la crisis que empezó en 2008 con la caída de Lehman Brothers. Entonces, el problema se había originado en la imposibilidad que las familias de clase media tenían para pagar las hipotecas; hoy, el drama reside más en que las empresas puedan seguir generando ingresos. Cómo hará para pagar sueldos o no despedir empleados, por ejemplo, una aerolínea que no vuela. El economista Gabriel Caamaño, de la consultora Ledesma, recuerda que los dos últimos shocks de oferta fueron hace no menos de cuatro décadas: la crisis de 1973, que se inició cuando los países petroleros se negaron a venderle crudo a Estados Unidos por haber apoyado a Israel en la Guerra del Yom Kipur, y la de 1979, desencadenada después de la revolución iraní y en simultáneo con el enfrentamiento Irán-Irak. "Este es otro shock real que afecta al trabajo. La única ventaja es que, si la vacuna o el antiviral no tardan tanto, la recuperación debería venir también rápidamente", dice Caamaño, y consigna el promedio mundial según el cual cualquier entidad puede soportar consumiendo sus propios ingresos sin cortar la cadena de pagos: algo más de 20 días.
La segunda dimensión del problema no es indiferente a ese plazo y afecta aquí al conurbano bonaerense, donde vive gran parte de los afiliados de la Uocra. ¿Cuánto puede aguantar ocioso un trabajador que cobra por quincena? ¿Y un vendedor ambulante de trenes que van vacíos? ¿Cuáles son los límites económicos y sociales de una cuarentena en la provincia? El peligro excede las restricciones de capacidad sanitaria preexistentes a la pandemia. En la Casa Rosada admiten que se está lejos de la recomendación de la Organización Mundial de la Salud para condiciones normales, que es tener 8 camas de hospital por cada mil habitantes: la proporción llega en territorio bonaerense apenas a 5,5; a 4,5 en todo el país; a 7,1 en la ciudad de Buenos Aires, y a 5,9 en toda Córdoba. La Argentina no solo tiene menos de un tercio de los respiradores de Alemania, sino que mide los contagios con mayor lentitud. "Si no sabemos cuántos infectados tenemos todo se vuelve imposible: es como atacar a alguien en la oscuridad", resumió anteayer ante este diario un responsable de salud comunal.
Pero el flagelo no se arregla solo montando hospitales de campaña, como han empezado a hacer los intendentes. Hay una situación laboral y social que, con la llegada del virus, se volvió incierta incluso para organizaciones y dirigentes con experiencia en la materia. "Tenemos que mantener a las orgas y a los punteros alejados de esto porque están en su salsa y sienten que están en 2001: esto no se soluciona con una olla popular", cuestionaron en un municipio en el que creen que toda la asistencia deberá correr por cuenta del Poder Ejecutivo y llegar coordinada, en lo posible, a todas las municipalidades al mismo tiempo. Un funcionario nacional se exasperó en estos días al oír, durante una reunión con referentes de organizaciones sociales en un ministerio, propuestas que juzgaba impracticables en tiempos de aislamiento obligatorio, como armar talleres de tejedoras de barbijos en asentamientos bonaerenses o agregar carriles exclusivos viales para determinados sectores. "Hay tipos que creen que una autopista tiene 9 carriles –protestó, delante de un peronista–. No sé qué nos va a matar primero, si el virus o los pelotudos con iniciativa".
La zona caliente son los 25 conglomerados más importantes, más La Plata y Mar del Plata. Hay municipios que han decidido evitar los envíos de camiones cargados de comida a comedores por temor a ataques de oportunistas: ahora son los referentes de esas instituciones quienes deben acercarse personalmente a recibir bolsones con alimentos para diez días que se entregan oportunamente a cada familia. ¿En qué situación podrían estar, por ejemplo, un jardinero o un pintor?, se preguntan quienes recorren el territorio, que advierten que, a diferencia de otras, esta parálisis no discrimina actividades honestas de delictivas. Ejemplo real de un distrito de menos de 400.000 habitantes: mientras la cantidad de robos puede llegar a 25 entre sábado y domingo y bajar a un promedio de 6 durante los días de semana, se registró apenas un episodio el último fin de semana. El asalto no se erradicó, se pospuso.
Alberto Fernández oyó algunas de estas urgencias el lunes en una reunión con intendentes en Olivos. Dos días después se encontró con su ministra Sabina Frederic y dispuso el envío de más gendarmes a la provincia. Será su gran desafío en las próximas semanas. Una coalición peronista puede encontrar mil justificaciones para una pandemia, una crisis global y hasta un default, pero pagará un alto costo político con desmadres sociales en su distrito histórico. "Esto va a ser mucho peor que 2001 porque la situación económica de base, antes de que explote, era muy mala", le contestó anteayer Eduardo Duhalde a la historiadora Camila Perochena en LN+.
El deterioro no fue en las últimas décadas solo económico. El pedido de Gerardo Martínez a Katopodis incluye, por ejemplo, supuestos de índole psíquica: que quienes trabajan en la construcción y quedarán sin empleo por la cuarentena no terminen de convencerse de que, tal vez, habría sido mejor aceptar vivir durante todos estos años de los planes del gobierno. Es demasiado lo que vuelve a estar en juego.
Otras noticias de Coronavirus en la Argentina
- 1
Dólar hoy: en una jornada atípica, subieron la Bolsa y el CCL
- 2
Un holding de capitales peruanos expande sus negocios en la Argentina
- 3
Dólar hoy, dólar blue hoy: a cuánto cotiza este martes 24 de diciembre
- 4
“Menos abundantes y más espaciadas”: anticipan cómo serán las lluvias en la primera quincena de enero de 2025