Coronavirus de la Argentina: La pregunta es qué piensa la invitada
Hubo un instante en que la foto era perfecta. Por lo menos para los empresarios que habían sido convocados esa tarde lluviosa, la del martes pasado, a Olivos. Estaban frente a Alberto Fernández, su secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, y su ministro de Economía, Martín Guzmán, y rodeados de parte de la CGT. La imagen les gustó porque parecía un ensayo de una promesa inconclusa, la de la mesa del consenso nacional, en la que han vuelto a creer gracias al Covid-19:no les costó, por ejemplo, llegar últimamente a acuerdos salariales para atenuar los efectos de la cuarentena. Casi una reforma laboral de hecho.
¿No es esta la oportunidad para un plan que baje lo que llaman costo argentino?, pensaron. La idea se sobreponía incluso a rasgos menos alentadores del encuentro, como haber visto al Presidente y a Beliz significativamente cansados, o que allí se les anticipara que no había manera de flexibilizar la cuarentena más allá de lo que se anunció. El Presidente se explayó en las limitaciones sanitarias, y reforzó la idea contándoles que había recibido al respecto felicitaciones de líderes como Angela Merkel o Giuseppe Conte. Los empresarios entendieron. Y volvieron a entusiasmarse al escuchar que, pese a los contratiempos en la negociación, el Gobierno haría lo posible por evitar el default y, más aún, les pedía respaldo, algo que hicieron con gusto al salir.
Pero el hechizo se rompió afuera, cuando compartieron estas percepciones con los dirigentes sindicales, a quienes les reconocen un mayor expertise en la hermenéutica del PJ: la cercanía de un gran acuerdo sectorial y la posibilidad de una Argentina amigable al mundo de los negocios pueden parecer horizontes extraordinarios, pero dependen de decisiones que no se toman con las puertas de la quinta presidencial cerradas. O, al menos, no sin la invitada más relevante del predio, Cristina Kirchner. Es la naturaleza del Frente de Todos. "La Argentina tiene un problema político", concluyó entonces el líder de una de las entidades del Grupo de los Seis.
"¿Voy a verte y me invitás a un mate cocido?", decía el chat que Alberto Fernández le envió a la expresidenta y les leyó al aire esta semana a las periodistas Luciana Geuna y María Eugenia Duffard. Como la respuesta fue que mejor sería hacerlo en Olivos, ambos se encontraron allí al día siguiente y conversaron a solas tres horas. Los empresarios pagarían fortunas por saber si, por ejemplo, hablaron de la deuda. Pero no hubo trascendidos. Estas nebulosas sobre lo que piensa el Gobierno, una oportunidad recurrente para consultores que ofrecen traducir el kirchnerismo al léxico corporativo, describen esta vez un problema más de fondo: en simultáneo con el repunte de la imagen presidencial, la crisis sanitaria viene apurando algunos movimientos del Instituto Patria, donde están convencidos de que los problemas requerirán de mayor presencia propia en la gestión.
Es la gran novedad del Covid local. Es cierto que la situación excede la capacidad de verdaderos líderes globales. En las grandes decisiones y hasta en los detalles. Hay todavía, por ejemplo, incertidumbre sobre parte de la asistencia a las empresas por el 50% de los salarios. "No nos los va a pagar él, como dice", protestó el miércoles un miembro de la Asociación Empresaria Argentina al escuchar al Presidente en Radio con Vos enrostrarles esa ayuda y ver que no se estaba incluyendo a las compañías de más de 800 trabajadores. Las penurias no discriminan tampoco a monotributistas, algunos de los cuales se quejan de estar afuera del ingreso familiar de emergencia. En una carta enviada el 23 del mes pasado a Luis Bulit Goñi, secretario de Seguridad Social, la Coordinadora de Cajas Profesionales expuso que a sus afiliados –800.000 trabajadores que no aportan a la Anses, sino a otras 79 cajas previsionales en todo el país– se les estaba negando el subsidio. Un doble perjuicio, en este caso: tienen, al mismo tiempo, la desgracia de ser acreedores de bonos del Estado que serán afectados con la reestructuración. El secretario les contestó al día siguiente que la ayuda estaba pensada también para quienes no aportan a la Anses, pero la situación no cambió. Los afiliados profesionales piden ahora una reunión con Alberto Fernández.
Los kirchneristas son críticos de las demoras. Se jactan, por ejemplo, de haber apurado esta semana el anuncio del barril criollo de petróleo a 45 dólares, unos 15 más que el Brent, noticia celebrada en Wall Street con un alza del 7% en la acción de YPF. La medida le costó a la petrolera una discusión interna: Guillermo Nielsen, su presidente, venía trabajando con sus pares de la Cámara Argentina de la Energía en un barril de entre 35 y 37 dólares y la propuesta de incluir un plus para regalías a las provincias, pero el Gobierno decidió intervenir y subió los valores. Para eso convenció al nuevo CEO, Sergio Affronti, designado en el cargo en la asamblea del 30 de abril. En el regreso de Affronti a YPF, un mendocino que empezó ahí su carrera a los 23 años y que ocupó la vicepresidencia entre 2012 y 2015, fueron relevantes las recomendaciones de Miguel Gallucio, ahora dueño de la firma Vista Oil & Gas y el petrolero al que Cristina Kirchner le presta mayor atención. Es probable que Nielsen, que lo había propuesto en marzo para el cargo, haya quedado sin embargo doblemente sorprendido: porque no esperaba finalmente el nombramiento, del que se enteró 12 horas antes, y porque fue Affronti quien pujó para el barril más caro. Exactamente lo que preferían los gobernadores y los productores puros de crudo –Pluspetrol; Tecpetrol, del grupo Techint; Compañía General de Combustibles, de Eurnekian, y Vista, de Galuccio– y en contra de lo que pretendían hasta ese momento YPF y Pan American Energy, de los Bulgheroni, y las que solo refinan: Ráizen, que administra la marca Shell, y Trafigura, la Puma.
Es difícil que estas cuestiones no se vuelvan a discutir el martes, durante la teleconferencia que YPF tendrá con accionistas para informar sus resultados del primer trimestre. Nielsen, que estará presente, viene diciendo internamente que la medida les hará perder 200 millones de dólares este año. No quiso estar en la charla del miércoles, cuando el ministro de Producción, Matías Kulfas, notificó de la iniciativa a las provincias y a los ejecutivos de las petroleras, Affronti incluido.
Al igual que con los cambios en la Anses, estos avances se hicieron en medio de la pandemia y con la aprobación de Alberto Fernández. Para disgusto del establishment económico, que anhela desde las primarias del año pasado la consolidación de un peronismo sin Cristina. Sueños rotos: el kirchnerismo es la única fuerza que trabaja en la Argentina para la construcción de poder territorial y piensa ya en las elecciones de 2021 y 2023. Es entendible que, sin la invitada principal en persona, cualquier empresario se vaya de Olivos con la sensación de estar perdiéndose algo relevante.
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