Controles de capital paralizan la economía griega
ATENAS—En un cajero automático bajo la Acrópolis, Angeliki Andreaki se aferraba a su tarjeta débito con las dos manos. Paga sus cuentas en efectivo y su arriendo de 330 euros y una factura del teléfono de 39 euros vencían el miércoles. "Tsipras ha convertido a este país en Corea del Norte", dijo la mujer de 83 años sobre el primer ministro de Grecia, mientras sacudía la cabeza. "No puedo creer que a mi edad tenga que hacer fila para recibir efectivo racionado".
La anciana retiró el máximo permitido de 60 euros (US$67,08) y se fue directo a pagar la factura del teléfono. Dijo que volvería durante cinco días consecutivos para retirar el dinero del alquiler.
Su caso ilustra lo que ha pasado a ser la vida cotidiana desde que Grecia cerró sus bancos e impuso controles de capital para prevenir la fuga de dinero del país.
El congelamiento del sistema bancario griego es el momento más dramático de la crisis de deuda que ya cumple cinco años, y tal vez sea el más importante. Desde el lunes 29 de junio, los griegos solamente pueden retirar 60 euros al día y no pueden transferir fondos fuera del país. El resultado es que la vapuleada economía sufre un nuevo apretón. Puede que el país nunca regrese por completo al euro, la moneda que adoptó hace más de una década.
Cuánto tiempo durará el dinero que queda y cuán inquietos se volverán los griegos serán factores vitales en el referendum del domingo en el que los ciudadanos votarán sobre las exigencias de los acreedores de más austeridad a cambio de más financiación. Los analistas creen que mientras más restringidos se sientan, más probable es que los electores voten por el "Sí".
Hasta el miércoles, el sistema bancario de Grecia tenía cerca de 1.000 millones de euros en efectivo, según una persona al tanto. Incluso con el límite de 60 euros diarios sobre los retiros en cajeros automáticos, "es cuestión de unos pocos días" antes de que el dinero se acabe, añadió la fuente.
El miércoles, numerosos cajeros automáticos en el centro de Atenas tenían filas constantes de gente esperando retirar su límite diario. Los comerciantes dicen que la gente gasta menos, los mayoristas no pueden pagar sus suministros y los exportadores extranjeros prefieren no hacer transacciones con sus contrapartes griegos.
Ryanair Holdings PLC, la mayor aerolínea de bajo costo de Europa, que vuela a Atenas, Tesalónica y otras ciudades griegas, informó el martes que aceptaría efectivo por los pasajes en los aeropuertos griegos porque los clientes han tenido problemas para pagar con tarjetas de débito. Ryanair tiene su sede en Irlanda y los pagos electrónicos en el extranjero están prohibidos.
"La peor pesadilla en lo que se refiere a la comunidad empresarial se ha hecho realidad", dijo Constantino Michalos, presidente de la Cámara de Comercio e Industria de Atenas. Michalos tiene un negocio mayorista de alimentos y 65% de su línea de productos es importada. A partir de esta semana, los proveedores extranjeros dejaron de enviar productos, dejándolo con unos 20 días de inventario. "Tengo la capacidad y los fondos necesarios en mi cuenta bancaria para importar", aseveró, pero "no se me permite hacer una transferencia electrónica".
La crisis de liquidez de Grecia golpea primero a los pequeños comerciantes. Christos Georgiopoulos posee un supermercado gourmet en Plaka, un pintoresco barrio de Atenas frecuentado por los turistas. Vende champán y patas de cangrejo rusas, pero nadie está comprando. "No he tenido un solo cliente en dos días", lamentó el miércoles. Georgiopoulos está cerrando su tienda y dice que no sabe cuándo la reabrirá. Obsequió algunas patas de cangrejo a sus empleados y llevó algunas a su casa. "No le he pagado a mi personal y no sé si, y cuando, lo haré", añadió.
El efectivo es rey. "Ahora, casi todos los titulares de tarjetas van al cajero automático todos los días", explica Stefanos Kotronakis, ejecutivo del proveedor de procesamiento de pagos ACI Worldwide en Atenas, que opera sistemas que potencian los cajeros automáticos. "El efectivo tiene ahora un valor más alto", resalta.
Ellie Tzortzi, socia de una firma de diseño digital y de investigación de mercado con sede en Viena, está volando a Atenas este fin de semana para pagar a sus empleados en efectivo. "La última vez que viajé con un fajo de billetes para pagar el sueldo de alguien fue hace 10 años en Kosovo", observó.
Los bancos griegos están en una situación desesperada. Su colchón de efectivo es mínimo y han sido incapaces durante meses de conseguir crédito en los mercados internacionales. Cuando los depositantes quieren retirar efectivo, como lo han hecho en tropel desde comienzos de año, no tienen otro remedio que recurrir al Banco Central Europeo para obtener préstamos de emergencia. El BCE, sin embargo, congeló esa línea de crédito el domingo pasado. Es muy poco probable que la reactive sin un acuerdo integral entre Grecia y sus acreedores europeos.
Si los griegos se pronuncian a favor de un acuerdo, Tsipras, que ha hecho campaña por el "No", seguramente renunciará como primer ministro. La formación de un nuevo gobierno y la negociación de un pacto podría tomar tiempo. Un triunfo del "No" dejaría a Grecia y a Europa en posiciones aún más distantes.
Por ahora, las penurias causadas por los controles de capital son parcialmente mitigadas por la gran cantidad de efectivo en circulación, en las billeteras y guardado debajo de los colchones.
Desde enero hasta finales de mayo, el Banco de Grecia había emitido alrededor de 45.000 millones de euros en billetes, muy por encima de su asignación normal de 18.000 millones, según datos del banco central. No está claro cuánto de ese dinero sigue en el país.
"No se pueden renovar los inventarios", dijo Michalos, el presidente de la Cámara de Comercio. "En una semana, dos semanas, tres semanas, estarán agotados".
—Costas Paris y Robert Wall contribuyeron a este artículo.