Contado
Intimidades de la economío y los negocios
Samid, un puntal antiinflación
El empresario de la carne Alberto Samid (foto), vicepresidente del Mercado Central y hombre cercano al gobernador Daniel Scioli, prevé hacer un aporte al Gobierno con un plan antiinflacionario propio: por iniciativa suya, el Mercado Central abrirá a fines de este mes, en La Plata, un local con los mismos precios que el centro comercializador de Tapiales. Samid entusiasmó con la idea al jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, que lo consultó a su vez con Cristina Kirchner y volvió a llamarlo con una instrucción de la Presidenta: expandir la apertura de sucursales a las provincias de Entre Ríos, Rosario y Tucumán. "Ya tengo trabajando 50 tipos. Ésos sí que van a ser precios bajos, los mismos del Mercado Central. El kilo de pan, que está 26 pesos afuera, lo vamos a ofrecer a 10; el maple de 30 huevos, que se vende a 44 pesos, lo tenemos a 21", se envalentonó el empresario ante la consulta de LA NACION.
Los industriales, con poca convocatoria
El martes de la semana pasada el comité ejecutivo de la Unión Industrial Argentina (UIA), la mayor central empresaria del país, difundió un fuerte comunicado en el que pedía que el Gobierno convoque al diálogo a todos los sectores para concertar un plan que dé "previsibilidad a las principales variables económicas". Al final de la semana, los jefes de la organización conducida por Héctor Méndez estaban desilusionados por la escasa respuesta a su convocatoria. "No nos contestó nadie desde el Gobierno, pero tampoco los partidos políticos de la oposición. El único que se interesó por nuestro llamado fue Hermes Binner [líder del Frente Amplio Progresista], con quien nos vimos al día siguiente", se lamentó una de las máximas autoridades de la central fabril.
La alegría fue corta para los banqueros
Hasta la semana pasada era una de las principales preocupaciones de los banqueros. En los dos días de enero en los que el Gobierno llevó el dólar oficial de poco más de 6 pesos a 8, las entidades embolsaron gracias a sus inversiones en contratos de dólar a futuro más de 4000 millones de pesos. En algunos bancos, la ganancia de la devaluación superaba con creces las utilidades que podían llegar a obtener en un buen año. Es por eso que muchos temían que, una vez presentados los balances del primer trimestre, el Gobierno los apuntara con el dedo y los acusara de especuladores. "La Presidenta [Cristina Kirchner] dijo que no había ganadores de la devaluación. Pero la verdad es que gracias a los futuros que vendió el Banco Central durante la gestión de Mercedes Marcó del Pont a nosotros nos fue bárbaro", relataba un banquero. Claro que ese temor (y esas jugosas ganancias) se terminó esfumando en la semana, después de que el BCRA obligó a las entidades a vender una gran porción de los dólares que tenían en cartera. "Fue como que el Central trató de recuperar de un plumazo lo que había perdido", ilustró el banquero. "Nosotros nos salvamos de que nos acusen de especuladores, pero también nos quitó lo que habíamos ganado", completó.
Un pagador que se resiste a pagar
Hernán Lorenzino, el ministro de Economía que saltó a la fama por querer abandonar una entrevista con una periodista griega luego de que la profesional osó preguntarle por la inflación, cumplió hace pocos meses su deseo de irse al ser designado embajador ante la Unión Europea y obtener, además, mandato oficial para comandar la unidad creada para regularizar las deudas que el país mantiene impagas, como las contraídas con el Club de París. Debe convencerlos de una renovada voluntad de pago de la Argentina y acordar los términos de esa reestructuración. Pero con sus cuentas no parece muy prolijo. Así parece certificarlo la lista de deudores de expensas que publicaron la semana pasada los administradores del barrio privado Costa Esmeralda, de Pinamar, en un intento por convencerlos de pagarlas: allí aparece Hernán Lorenzino, con una deuda cercana a los $ 14.000 (algo así como nueve meses de retraso), lo que provocó toda clase de comentarios en esa selecta comunidad de la costa atlántica.
Kicillof y un anuncio en medio del apuro
El miércoles de la semana pasada, el ministro de Economía, Axel Kicillof (foto), anunció que había autorizado un aumento de 6% para las naftas y el gasoil de todas las marcas, menos Shell, que ya había aplicado una suba del 12% en sus precios, pero los bajaría, según el acuerdo al que habían llegado el presidente de la compañía, Juan José Aranguren, y el propio jefe de Economía. Cuatro días después, la supuesta baja no se había concretado debido a que los gobernadores de las provincias petroleras, con el neuquino Jorge Sapag y el chubutense Martín Buzzi a la cabeza, no le habían dado el visto bueno a la propuesta de Kicillof, que contemplaba una baja en el precio del petróleo en el mercado interno y, por lo tanto, en las regalías que reciben los estados productores de hidrocarburos. En una de las principales empresas petroleras del país reflexionaron que, al parecer, Kicillof no tenía todo cerrado cuando les hizo la propuesta a las petroleras. Pero no tenía claro cuál era el motivo del anuncio: ¿bajar los precios de Shell o aumentar los de YPF, que había tenido fuertes recortes en sus ingresos tras la devaluación del peso, en la segunda mitad de enero?
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