Conmoverse y moverse por el otro: la economía de la empatía
Una rata corre y corre alrededor de un tubo transparente, dentro del cual está encerrado un animal de su misma especie y de su mismo sexo. La "prisión" solo puede ser abierta desde afuera. Luego de cinco días de darle vueltas de a ratos al asunto (y de dar vueltas, literalmente, con sus patitas), el animal logra abrir el recipiente y alcanza el objetivo buscado: liberar a su compañero. El experimento, hecho por investigadores de la Universidad de Chicago y publicado por la revista Science, se propuso indagar respecto de si los roedores tienen empatía, esa habilidad de poder ponerse en el lugar del otro y de intentar algo para "salvarlo", cada vez que se lo percibe en una situación de riesgo o naturalmente no adecuada. La prueba de laboratorio incluyó una sesión en la que el animal encerrado era de juguete, ¿la reacción? La rata libre no hizo nada por liberar el objeto.
En los seres humanos, con mucho más que actitudes del instinto, la empatía es una de las motivaciones que pueden impulsar un cierto modo de comportarse en la vida económica, ya sea con la forma de emprender y de producir bienes, con la manera de entender el trabajo personal y con las elecciones de consumo de bienes y servicios.
"La economía sustentable y los negocios inclusivos tienen tres posibles drivers [motivaciones]", describe Jaqueline Pels, directora del Espacio de Negocios Inclusivos de la Universidad Torcuato Di Tella.
¿Cuáles son? Uno es el contexto, y tiene que ver con la legislación, con las posibles exigencias para una empresa en materia medioambiental o social; otro es la demanda, dada una mayor conciencia de algunos consumidores por los efectos de sus compras. La tercera motivación posible surge de la oferta y es la vinculada, según Pels, con la empatía: el emprendedor hace sus negocios de una cierta manera porque siente que es lo correcto. "La empatía es el sentimiento de solidaridad del que comparte afectos o emociones de otra persona o grupo", define la docente.
Con esa consigna surgen emprendimientos que se proponen, por ejemplo, la inclusión laboral de personas vulnerables, o un alivio al problema de la basura (produciendo a partir del reciclaje).
"Existen ciertas habilidades que, frente a un mundo en constante cambio, es clave potenciar y practicar: la empatía, la habilidad de trabajar en equipos multisectoriales e interdisciplinarios, el liderazgo horizontal y la actitud emprendedora para resolver problemas", dice Daniela Kreimer, directora ejecutiva de Ashoka Argentina, una organización que, entre otras misiones, tiene la del desarrollo de "economías integradas". Una emprendedora canadiense de esa institución, Mary Gordon, creó el proyecto Roots of Empathy (raíces de la empatía), desde el que se trabaja en desarrollar la habilidad en bebés y chicos del jardín de infantes. "La buena noticia para los adultos es que podemos entrenar esta habilidad", dice Kreimer. Desde Ashoka, de hecho, hacen prácticas en el ámbito empresarial
Trabajar para activar la empatía suele ser necesario porque es una habilidad que, con las distintas circunstancias que vivimos, bien suele "adormecerse".
Y porque, muchas veces, atender la situación del otro puede requerir dejar de lado o reducir alguna satisfacción propia (por caso, postergar ciertas ganancias). Los investigadores de la conducta de las ratas (la profesora Inbal Ben-Ami Bartal y su equipo) dejaron en algunas de las pruebas unas galletas en el espacio por donde circulaba la rata libre; en gran parte de los casos, el animal -que ya sabía cómo abrir la prisión- liberó primero a su par y luego, compartió el alimento.