Con la prudencia como foco, el Gobierno revisa su discurso frente a la crisis cambiaria y a Alberto Fernández
Desde el lunes, comenzará a volcarse a la opinión pública un nuevo mantra oficial construido y coordinado para la ocasión de extrema volatilidad por el ministro de Hacienda, Hernán Lacunza y parte del ala política del Gobierno. No se trata de un intento menor, sobre todo teniendo en cuenta que en el diagnóstico que hacen los equipos oficiales en los pasillos de Hacienda y también los economistas privados que visitaron al ministro en las últimas horas, el discurso político se ha convertido en una de las claves de la inestabilidad financiera.
A simples rasgos, la idea será poner la otra mejilla. "A pesar de las declaraciones de Alberto Fernández", se escuchará decir incluso a las voces más incendiarias dentro del oficialismo. Y entre las palabras clave se escucharán "diálogo", "consenso", "responsabilidad", "señales claras", "racionalidad" y "respeto". Todo, claro está, con un objetivo: la estabilidad financiera.
Por lo menos en el Palacio de Hacienda y en algunos de los pasillos de la Casa Rosada también entendieron que la duplicidad de señales -Lacunza y Mauricio Macri pidiendo prudencia, y a Miguel Angel Pichetto y Elisa Carrió señalando culpables-, no estaba generando resultados virtuosos frente a la volatilidad financiera y cambiaria, a pesar de que, desde la vereda de enfrente, también se hallaron pruebas de esos dobleces. La más clara, creen allí, la entrevista que Fernández ofreció a The Wall Street Journal en las últimas horas.
"A pesar de las declaraciones de Alberto Fernández, que planteó que la Argentina está en un default virtual y escondido, como Gobierno seguimos apostando al diálogo y al consenso", es la letra que ya comienza a derramarse en los smartphones del oficialismo.
"Podemos analizar cómo llegamos hasta acá. Algunos atribuirán la suma de todos los males a la presunta mala praxis del gobierno actual; en el polo opuesto, otros lo adjudicarán al futuro inferido a partir de una experiencia pasada. Casi sin matices, la culpa es del otro. ¿La verdad? No creo que al ciudadano de a pie le importe mucho quién tiene razón", había dicho Lacunza en una parte de su discurso del miércoles pasado, cuando anunció el "reperfilamiento" de la deuda de corto plazo. En su discurso de unas cuatro páginas solo una palabra aparecía resaltada en mayúsculas, según pudo verificar este medio: "prudencia".
Diálogo y consenso
El oficialismo hará foco en el envío al Congreso el lunes del proyecto de ley para despejar las exigencias financieras del periodo 2020-2023. "Es responsabilidad de la dirigencia política argentina que quien sea electo presidente de la nación pueda desplegar sus políticas económicas y sociales sin condicionantes financieros", se esgrimirá. El ministro se presentará el miércoles, a las 15, en la Comisión Bicameral Permanente de Seguimiento y Control de Deuda Exterior, según confirmaron quienes conocen su agenda diaria.
En el discurso oficial se reforzará la idea de una lógica impulsada por el propio Macri para "construir consensos a través del diálogo político" y se dará la señal de que Lacunza mantendrá las puertas abiertas para seguir "dialogando" con los principales referentes económicos de la oposición para lograr "el mayor respaldo posible" para el proyecto. El ministro habló en los últimos días con varios economistas privados, entre ellos Carlos Melconian y Martín Lousteau, pero también con Guillermo Nielsen y Martín Redrado, según supo LA NACION.
"Creemos que es muy necesario que haya una clara señal de que la extensión voluntaria de plazos de deuda, sin quita de capital ni de intereses, se plasme en un acuerdo de todas las fuerzas en el Congreso. Sobre todo, porque el proyecto de ley procura despejar el horizonte financiero del próximo mandato", se dirá desde las oficinas de Hacienda y la Casa Rosada.
"Es indispensable que, más allá de los intereses partidarios, prime una lógica de racionalidad y de respeto, que deje de lado las especulaciones electorales y priorice la estabilidad económica como bien superior, para cuidar a los argentinos", reforzarán desde el oficialismo.
El mantra oficial llega luego de que se impusiera un control de capitales a los bancos, a los que se les prohibió distribuir dividendos con el objetivo de ampliar la liquidez y dar tranquilidad de los depositantes. Antes, el Banco Central (BCRA), había decidido presionar a los grandes exportadores para volcar oferta de dólares privados al mercado cambiario en una semana en la que se usaron casi US$1500 millones de reservas.
Pero mas allá de los discursos, pese a que las posibilidades de cepos y desdoblamientos cambiarios estuvieron en la mesa de análisis, el Gobierno tomó el miércoles pasado otro camino: el reperfilamiento de la deuda de corto plazo. Al patear esa deuda a través de un decreto, se hizo de, por lo menos, US$9000 millones para proteger la estabilidad, algo que todavía no pudo lograr con ese respaldo debido al ruido electoral.
Es por eso, que además de medidas de shock que puedan impulsarse desde el lunes para dar señales de fortaleza o muestras de liquidez al mercado y los depositantes, el Gobierno decidió dar señales políticas para intentar ofrecer calma, por lo menos, desde el discurso.
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