Con la dolarización archivada, falta una hoja de ruta
El propio Milei descartó su puesta en marcha, al menos hasta fines de 2024, ante la evidencia de que no es posible llevarla a cabo sin dólares; el próximo gobierno buscará un nuevo acuerdo con el FMI que aporte algún dinero fresco
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El imprevisto giro hacia el pragmatismo de Javier Milei lo llevó a dejar de lado su propuesta de campaña más dogmática, audaz y controvertida. La dolarización de la economía, que hasta hace poco era calificada como “no negociable” por el presidente electo que asumirá dentro de 15 días, pasó a ser virtualmente pospuesta; o, en el peor de los casos, quedar como recurso de última instancia para un futuro no inmediato. De hecho, esta misma semana el propio Milei ya había descartado su puesta en marcha, al menos hasta fines de 2024, ante la evidencia de que no es posible dolarizar sin dólares.
Aunque todavía no se anunció formalmente, la designación del financista Luis “Toto” Caputo como futuro ministro de Economía provocó el prematuro alejamiento de Emilio Ocampo, uno de los autores intelectuales del plan para reemplazar al peso por el dólar como moneda de curso legal –a semejanza de Ecuador– y de los pocos funcionarios nombrados antes de las elecciones. Como consecuencia, no asumirá la presidencia del BCRA, que quedaría a cargo de Demian Reidel (ex vicepresidente 2° durante la gestión de Federico Sturzenegger) con la misión de cerrarlo y que en este caso “no es un asunto negociable”, según se ocupó ayer de aclararlo expresamente por la red X la oficina del presidente electo, sin mencionar a ninguno de los dos probables funcionarios. Ambos tienen amplia experiencia como traders en los mercados financieros internacionales y comparten un lejano pasado común en el JP Morgan.
En los mercados locales abundan las conjeturas. Muchos deducen que si Caputo acepta ser ministro es porque estaría en condiciones de armar y gestionar una ingeniería financiera para obtener una masa crítica de dólares en el arranque de la nueva administración. Ya lo había hecho como secretario de Finanzas en el gobierno de Mauricio Macri para cancelar las deudas con los “fondos buitres”, que permitieron a fin de 2015 levantar el cepo cambiario del tándem Cristina Kirchner -Axel Kicillof.
Ahora las condiciones domésticas y externas son muy diferentes. Principalmente, porque Milei otorga prioridad a resolver el problema de las Leliq (que equivalen al 10% del PBI) para comenzar a reducir las restricciones cambiarias heredadas y liberar el tipo de cambio comercial para exportaciones e importaciones. “Si no hacemos nada podría dispararse una hiperinflación con 95% de pobreza”, alertó esta semana en el canal TN. Este diagnóstico no es compartido por muchos economistas –entre ellos Caputo– ni los banqueros de Adeba y ABA, que proponen una solución consistente en la progresiva reducción del stock de pasivos remunerados del BCRA con la venta de bonos del Tesoro adquiridos por la institución a precios de mercado (para intervenir en sus cotizaciones), junto con un programa fiscal para eliminar el déficit total (5% del PBI) y la emisión monetaria, que estimularía un gradual aumento de la demanda de esos títulos. De hecho, tras el resultado del balotaje vienen repuntando en Wall Street las cotizaciones de acciones de empresas argentinas (ADR) y de bonos en dólares, con lo cual el riesgo país perforó en piso de 2000 puntos básicos por primera vez desde el viernes previo a las PASO de agosto.
Aun así, el mayor problema sigue siendo la dramática escasez de reservas netas líquidas en el BCRA que heredará el gobierno de Milei de la gestión Miguel Pesce-Martín Guzmán-Sergio Massa, pese al cepo cambiario que no dejó de endurecerse incluso esta misma semana (ver esta página). Según un informe de la consultora Quantum, las reservas resultaban negativas en -US$14.257 millones al 17 de noviembre, sin evidencia de que se haya activado el segundo tramo del swap de China (equivalente a US$6500 millones) anunciado en octubre.
Este cuadro requeriría, cuanto menos, un préstamo puente de corto plazo hasta el ingreso de divisas de la cosecha de soja a partir de abril. Podría ser gestionado por Caputo en el exterior con la garantía del Fondo de Sustentabilidad de la Anses y/o títulos del Tesoro en poder del BCRA, aunque resulta prematuro estimar la tasa de interés y las comisiones correspondientes.
Mientras tanto, se negociará un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, ya que el futuro presidente considera caído el actual programa.
Si bien algunas especulaciones barajan cifras extravagantes para la actual situación argentina (que llegan hasta US$15.000 millones), el exdirector argentino en el organismo, Héctor Torres, no descarta que haya algo de dinero fresco, pero no tan importante.
En un reportaje con Luis Novaresio y Francisco Olivera por LN+, el economista precisó que hay un vencimiento con el FMI de US$3000 millones en enero, pero que el giro de US$3200 millones previsto para diciembre no llegará por los incumplimientos de Massa (”plan platita 3″) y habrá otros US$6700 millones por delante.
Aun así recordó que, del préstamo original otorgado en 2018 al gobierno de Macri, quedaron US$13.000 millones sin desembolsar por la decisión de Guzmán y Alberto Fernández de no utilizarlos, pero que tampoco están guardados en una cuenta para ser activados por la Argentina.
“Estimo que las negociaciones [por un desembolso menor] van a ser relativamente sencillas, porque el futuro Presidente propone nuevas metas más exigentes que las del organismo. El tema de cómo alcanzarlas es político. Milei despierta expectativas positivas sobre adónde se propone llegar, pero sin precisar cómo. El pragmatismo político ayuda para moderar los principios. Hace falta un poco de las dos cosas. Depende de la conformación del equipo económico. El problema es que demora una negociación que debería haberse iniciado al día siguiente de las elecciones”, afirmó.
A juicio de Torres, “Caputo y Reidel son muy solventes en temas financieros. El ministro de Economía debe tener una capacidad de comunicación importante y una mirada estratégica para transmitir”.
También se manifestó optimista sobre el futuro de la Argentina. “Entiendo que vamos a tener un año 2024 muy complicado. No soy un creyente en la dolarización, más bien lo contrario. Pero lo que propone Milei en materia fiscal, frenar la emisión, favorecer a la empresa privada, la inversión y la creación de empleo formal, todo eso está muy bien. Me asustan un poco algunas cosas muy inmediatas, como parar la obra pública de golpe si no es rentable para el sector privado, ya que incluso en los países europeos el Estado se ocupa de la infraestructura social con objetivos estructurales y estratégicos. El gobierno debería ocuparse de redistribuir la población y ocupar espacios vacíos. Y me pregunto si no habrá costos legales por incumplimiento de contratos”, completó.
Puertas adentro y en medio de los vaivenes por la conformación del gabinete, hay quienes plantean que Milei todavía no definió la hoja de ruta de las primeras medidas que adoptará cuando asuma el 10 de diciembre. Otro interrogante es si integrará a sus equipos a Federico Sturzenegger, que viene trabajando desde hace tiempo en un extenso proyecto de desregulación económica y derogación de leyes obsoletas o superpuestas, que podría incluir la autorización legal de contratos en dólares. Y no faltan los que consideran que el hecho de ser el primer presidente economista, podría condicionar la gestión de quien se haga cargo del Ministerio de Economía.
Por lo pronto ya hizo una descarnada descripción de la herencia que recibirá, cuando dijo por televisión que la “Argentina está al borde de la peor crisis de la historia”, con indicadores similares a los del Rodrigazo y las hiperinflaciones de 1989 y 1990, pero con una situación social más complicada que en la crisis de 2001. Y que “no hay plata”, aunque el ajuste no recaerá sobre el sector privado sino sobre el Estado. Una diferencia sustancial con Macri, que a fin de 2015 optó inexplicablemente por no blanquear la situación heredada para no frustrar las expectativas de quienes lo votaron.
No obstante, ahora deberá enfrentar la inflación reprimida que provocaron los congelamientos de precios del gobierno saliente y las amenazas de los dirigentes políticos y sindicales, que ya se pintan la cara para defender sus “quintitas”. Incluso de la CGT, que después de un largo silencio cómplice, afirma que representa a los trabajadores al igual que Milei a sus votantes, sin reparar en las decenas de sindicalistas vitalicios, hereditarios y millonarios.