Con inversiones, proyectos e insumos, se relanza la industria gasífera argentina
Ante la declinación de los pozos gasíferos de Bolivia, hay conversaciones entre empresas argentinas y del país vecino para acelerar el intercambio comercial de la producción de Vaca Muerta
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Luego de lograr el autoabastecimiento de petróleo en el país, las empresas productoras de hidrocarburos están preparando el terreno para hacer lo mismo con el gas. La Argentina produce excedentes de moléculas que no tiene dónde colocar. No es un problema de falta de oferta, sino de demanda, a diferencia de lo que ocurrió en la última década. Para ello, el país debe salir al mundo a buscar compradores. Por la cercanía y por el interés manifestado, Brasil es el candidato ideal para incorporar nuevos socios comerciales.
En los últimos años, el principal abastecedor de gas de la Argentina y Brasil fue Bolivia, pero las reservas del país que gobierna Luis Arce se están agotando. La Argentina ya comenzó las obras para revertir el sentido del flujo del gasoducto que conecta el centro del país con Bolivia, para abastecer desde el próximo septiembre a las provincias del norte con el gas de Vaca Muerta. Por lo tanto, la Argentina transita sus últimos meses consumiendo gas importado de Bolivia.
Brasil, en tanto, está preocupado, ya que si bien el 70% de su matriz energética proviene de sus centrales hidroeléctricas, está sujeta a la incertidumbre climática.
A fines de la década del 90, Brasil sufrió una gran sequía que duró dos años, durante el segundo gobierno de Fernando Henrique Cardoso. El evento generó una crisis hídrica y disparó el apuro por construir un gasoducto que uniera las ciudades brasileñas Corumbá –el municipio fronterizo con Bolivia– con San Pablo, Porto Alegre y Curitiba, que es el centro poblacional con mayor consumo de gas. Ese gasoducto, que tiene capacidad de transporte de 30 millones de metros cúbicos diarios (m3/d), hoy tiene una capacidad ociosa del 60% (solo se transportan 12 millones de m3/d).
“La infraestructura está, hay que aprovecharla. Brasil tiene la demanda; Bolivia tiene la infraestructura, y la Argentina tiene la oferta”, dice Roberto Furian Ardenghy, presidente del Instituto Brasileiro de Petróleo e Gás (IBP), en perfecto español porteño, ya que trabajó como diplomático en Buenos Aires.
Sin embargo, el ejecutivo que representa hoy a las principales empresas energéticas de Brasil señala que también hay otras alternativas para unir la producción de Vaca Muerta con los centros de consumo brasileños, sin pasar por Bolivia. Menciona, por ejemplo, la compra de gas natural licuado (GNL), que se transporta a través de barcos. Esta alternativa podría materializarse a partir de 2027, cuando llegue a la Argentina el buque de licuefacción que alquilará Pan American Energy (PAE) con otras productoras a la naviera noruega Golar.
El barco de licuefacción Hilli Episeyo, que actualmente está en Camerún, permite licuar (convertir el gas de su estado natural a líquido) 11,5 millones de m3/d. En los próximos días, YPF podría anunciar que se suma al proyecto de PAE junto con Petronas. Sería el paso intermedio hasta que en 2029 llegue un segundo buque de licuefacción. A partir de 2031, podría además estar en funcionamiento una planta de licuefacción en tierra, que es el proyecto que busca liderar YPF, junto con toda la industria.
Una tercera alternativa de exportación a Brasil que está sobre la mesa es utilizar el gasoducto existente de Uruguaiana, que tiene capacidad de transporte de 2,8 millones de m3/d, y extenderlo hasta Porto Alegre, donde se conectaría con el tramo final del gasoducto Brasil-Bolivia. La cuarta alternativa es ampliar el trazo del gasoducto Cruz del Sur, que se extiende desde Ensenada (Buenos Aires), hasta Montevideo, pasando por Colonia, en Uruguay. Es propiedad de Shell, PAE, Ancap y Wintershall, y puede transportar 6 millones de m3/d.
“El precio del gas tiene que ser competitivo con respecto a los precios que se pactan en Brasil, que son bastante diversos”, dice Furian Ardenghy. Actualmente, las empresas brasileñas compran el GNL a un valor de entre US$4 y US$6 el millón de BTU (medida inglesa que se utiliza), si tienen contratos de largo plazo, o entre US$11 y US$12, si son compras de spot. “Con la Argentina podría haber algo intermedio, en torno a los US$8″, agregó.
El sector privado avanza
Pese a la relación tensa que mantienen los presidentes de la Argentina y Brasil, Javier Milei y Lula Da Silva, el sector privado avanza con reuniones para cerrar estos proyectos. “No es novedad que Brasil, la Argentina y Bolivia tienen sus problemas diplomáticos, sus diferencias, pero desde el punto de vista del interés de los privados, de las empresas inversionistas, están muy interesados. El interés empresario existe. Ojalá que se puedan superar algunas diferencias a nivel político, pero el interés económico existe y eso va a beneficiar a Brasil, Bolivia y la Argentina, si logramos armar esos acuerdos”, dice Furian Ardenghy.
En Brasil hay tres tipos de consumidores. El consumidor industrial, la empresa de vidrio o de cerámica, por ejemplo, que consume gran cantidad de gas para su negocio. El segundo gran cliente es el generador de energía, que tiene centrales térmicas, y el tercero es el distribuidor estadual, porque en Brasil todas las provincias tienen una empresa que se encarga de distribuir el gas en su región. “Otro mercado que está creciendo mucho y necesita los derivados del gas es el de fertilizantes”, agrega el ejecutivo petrolero de Brasil.
La Argentina, sin embargo, deberá competir también con el gas del Pre-salt, que es la reserva offshore estrella de Brasil, que se encuentra a entre 180 a 200 kilómetros de la costa de Río de Janeiro, a una profundidad del agua de 2000 metros. Actualmente, alrededor del 70% de la producción de petróleo de Brasil sale de estas reservas, así como también una parte importante del gas (20 millones de m3/d). Brasil produce 3 millones de barriles de petróleo por día, muy superior a los 700.000 barriles de la Argentina.
“Se podría llegar a producir hasta 48 o 50 millones de m3/d, pero es un gas que tiene su costo porque está bajo el mar, muy lejos de la tierra. Es lo que nosotros llamamos aguas ultraprofundas. El costo para traer el gas hacia la tierra es muy alto. Muchas veces tiene más sentido traer el gas de otro lugar que traerlo del Pre-salt”, dice Furian Ardenghy, acerca de esta reserva que fue descubierta por Petrobras en 2006 y se calcula que tiene el equivalente a 40.000 millones de barriles de petróleo bajo el mar.
El ministro de Energía y Minería de Brasil, Alexandre Silveir, coincide en que ambos países deben integrarse en materia energética, como ya sucede con la generación eléctrica, donde la Argentina importa electricidad que proporcionan las centrales hidroeléctricas brasileñas. De hecho, se está por firmar un memorándum de entendimiento para crear un grupo de trabajo bilateral para avanzar en el desarrollo de la infraestructura y de las exportaciones de gas.
“El presidente Lula tiene la comprensión de que la política energética se hace con el máximo de integración posible. En electricidad, pudimos proporcionar energía más barata, limpia y renovable a nuestros hermanos de Argentina. Lo mismo queremos hacer con el gas, tener el máximo de integración posible. Esto se llama ampliar la seguridad energética para todos”, dijo Silveir.
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