Cómo será la economía argentina cuando venza el bono AL30
Para empezar a moldear el futuro y evitar repetir errores, podemos concentrarnos en pensar cómo llegaremos, como país, a la fecha en que habrá que honrar los compromisos por la deuda tomada
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Ninguno de nosotros puede cambiar el pasado, pero nuestra actitud presente puede moldear nuestro futuro. El martes pasado, 7 de mayo, venció un bono emblemático emitido por la República Argentina en mayo de 2014, el famoso Bonar 2024: el AY24.
En muchas ocasiones, deshonramos nuestros compromisos culpando a aquellos que nos prestaron el dinero, en lugar de asumir nuestra responsabilidad de malgastarlo por corrupción o ineficiencias gubernamentales. Para colmo, después nos hacen juicio por nuestros incumplimientos, los perdemos y todo nos cuesta más que el doble.
El mundo no nos juzga por nuestras dificultades financieras, sino por nuestra falta de voluntad para cumplir. Esta falta de confianza no solo ahuyenta a los inversores internacionales, sino que también lleva a los argentinos a proteger sus ahorros llevándoselos fuera del país.
Cuando uno ahorra dentro del sistema financiero, ya sea en el mercado de capitales, en bancos o en billeteras virtuales, ese dinero termina financiando a la economía real, acelerando el crecimiento del país. Cuando uno lleva sus ahorros fuera del país, los guarda bajo un colchón, o dentro de una convento en bolsas, o bajo tierra, está sacando dinero de circulación y la economía se queda sin financiamiento genuino y, en consecuencia, se achica.
Es común que los inversores se pregunten: “¿cómo puedo confiar en la Argentina si los propios argentinos no confían en su país?”
Ya no podemos cambiar el pasado, pero no debemos olvidarlo. La deuda puede ser reprogramada, como lo han hecho muchos países, pero debe hacerse mediante acuerdos mutuos, no por imposiciones unilaterales.
“El mundo no juzga a la Argentina por sus dificultades financieras, sino por la falta de voluntad para cumplir con los compromisos”
La falta en su voluntad de pago explica por qué la Argentina ya no es considerada ni un país emergente, ni fronterizo, sino un país stand-alone (la peor categoría crediticia, que traducido significa, estamos solos). Espero que lo hayamos aprendido con el malogrado AY24.
Con el placer de recibirlos de nuevo en este espacio que pretende focalizarse esta semana en las oportunidades futuras. Sabemos lo que hay que hacer, pero hay que hacerlo: ser honrados, cumplir nuestros compromisos, aprender más y trabajar más.
Las buenas noticias son consecuencia de la acumulación, que siempre requiere tiempo, pero las malas se deben a una pérdida de confianza o a un error catastrófico, que pueden ocurrir en un abrir y cerrar de ojos. En países donde se respeta la propiedad privada y se valora el esfuerzo y el mérito, la justicia cumple su función defendiendo el producto del esfuerzo ante la arbitrariedad del poder.
En estas sociedades vale la pena ahorrar y ser propietario de bienes que generan flujos o rentas.
“Es común que los inversores se pregunten: ¿cómo puedo confiar en la Argentina si los propios argentinos no confían en su país?”
Para dejar atrás el pasado y enfocarnos en el futuro, debemos prepararnos para el vencimiento del AL30. Esto implica no solo mirar hacia adentro, sino también construir relaciones internacionales sólidas y entender las tendencias globales, como la importancia creciente de la conectividad en el mundo actual.
Personalmente, creo que estamos frente a un cambio cultural significativo, porque una gran parte de la sociedad empieza a considerar al sector privado como el motor de la movilidad social. Sin embargo, para lograrlo es esencial simplificar la burocracia y reducir los costos fiscales.
Cuando veo que los últimos viajes presidenciales fueron a cumbres con referentes que dan trabajo, que innovan y que desafían los moldes preestablecidos, o a centros de empresarios globales, me ilusiono.
Siempre me costó entender por qué desconfiamos tanto de la libertad de decisión individual al elegir un sistema jubilatorio, educativo o de negocios. Es como que tenemos la tendencia a pensar que el sector privado explota a sus empleados y al sistema en general, mientras que el Estado es el único que nos ayuda.
La descapitalización ocurre con altos impuestos, elevados costos operativos, abuso de financiamiento con altos intereses o exceso de emisión monetaria, junto con la falta de inversión en capital, investigación y desarrollo, y con el aumento de la corrupción y el contrabando.
Entendemos que el pasado cuenta, que nuestras vivencias y nuestras carencias nos construyen, pero intentemos no perder el norte hacia el futuro.
En principio, aquellos que gobernaron el mundo fueron quienes dominaron la tierra, como los romanos, los griegos y los egipcios. Luego, fueron quienes dominaron los mares, como los ingleses, los españoles, los holandeses o los portugueses. Posteriormente el dominio pasó a quienes manejaban el conocimiento, la nube, como los estadounidenses, los chinos o los rusos.
“Las mejores sociedades son aquellas en las que los avances científicos y tecnológicos acaban proporcionando más bienestar al conjunto”
Pero, pensemos ahora, ¿qué pasaría si un día nos quedamos sin internet? ¿Cómo se transferirían fondos, cómo despegarían los aviones, cómo trabajaríamos desde casa o desde la oficina, cómo facturaría un negocio?
Hoy, quien domina el mundo es quien administra la conectividad. Quién maneje la conectividad hoy, quien administre los espacios satelitales, quien pueda garantizar una mejor circulación de datos, será quien tenga más oportunidades en el futuro. La mitad de los satélites que hoy están en el espacio pertenecen a Elon Musk. Es por eso que celebro escuchar y entender la visión de empresarios como él o Jeff Bezos. Y puedo enumerar decenas de empresarios argentinos que arriesgan, invierten y generan empleo en nuestro país.
Es bueno que nuestros dirigentes hagan política y construyan relaciones internacionales con distintos países del mundo, pero es importantísimo que interactúen también con la economía real.
No es un dato menor que la Argentina, para dejar de pensar en el AY24 y empezar a pensar en no repetir errores, se concentre en cómo llegar mejor posicionado al vencimiento del AL30.
Debemos entender que las mejores sociedades son aquellas en las que los avances científicos y tecnológicos acaban proporcionando más bienestar al conjunto. Los avances médicos han alargado nuestra esperanza de vida y reducido la mortalidad infantil. Y los avances industriales han multiplicado la productividad de tal modo que ayudan a disminuir la escasez.
Los mercados me demuestran que detrás de cada decisión de inversión solo hay personas que buscan invertir en algo y en alguien que les inspira confianza y expectativas positivas. No importa su presente, sino su rumbo, invierten en historias que sienten que valen la pena y en conductores que sepan ejecutarlas con la transparencia de mostrar sus resultados paso a paso.
Finalmente, Nassim Taleb dice: “Invierte en preparación, no en pronósticos”.
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