Se fueron para evitar a la Argentina, pero ahora están atrapados en la crisis de Europa
Los argentinos radicados en el Reino Unido y la Eurozona reconocen decisiones que ya habían visto hace años en su país; el precio de la luz y el gas es lo que más preocupa
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CORDOBA.- No están acostumbrados. Llevan años viviendo con una inflación anual de entre 1% y 2,5%. Son los argentinos que viven en distintos países de la Unión Europea que, hasta setiembre, acumula un promedio de 9% interanual de suba de precios.
Aunque para la Argentina ese valor sería un “logro”, a los europeos les trastocó la cotidaneidad. Lo mismo sucede en el Reino Unido, que acumula 7,6% y le suma inestabilidad política. Modificaron hábitos de compra, salen menos y, antes de poner el lavarropas, chequean la franja horaria para ahorrar en electricidad.
“La gente no está bien; la inestabilidad política y económica impacta en lo social -cuenta desde Londres Roberto Jelinek, dueño de Casa Argentina-. No están acostumbrados a lo que está pasando. La mayoría paga hipotecas y subieron fuerte las tasas de interés, además de que las facturas de luz y gas se multiplicaron por 2,5 en un año”.
Jelinek lleva 33 años en Inglaterra y asegura que “nunca” vivió algo como lo que está pasando ahora. “La crisis de 2008 no fue igual; fue menor”, define. En su restaurante, donde pagaba 1200 libras de luz por mes hace un año, la factura ahora es de 3800 libras.
Señala que los cambios de hábitos más fuertes los registra en el último mes: “En el súper se dan menos gustos; en el restaurante comen menos bifes -que cuestan 30 libras- y optan por hamburguesas (15 libras) o milanesas (18 libras). En vez de salir todas las semanas, lo hacen dos veces al mes”. Por ejemplo, él vendía dos cajas de alfajores por día –”típica compra por impulso”- y ahora no son más de entre cinco y 10 unidades.
La devaluación del 15% de la libra esterlina le impactó en su negocio, para el que importa carne desde la Argentina. “Estamos cuidando constantemente los números -agrega- porque no se sabe a cuánto vamos a recomprar la mercadería”.
Hace 10 años que Leila vive en Londres y cuenta que, a comienzos de este mes, cuando el gobierno lanzó el “mini-budget” (“minipresupuesto”) y la libra esterlina se devaluó, el impacto fue inmediato y fuerte. “Una compra de supermercados de 60 libras esterlinas pasó a 80; la gente gasta menos. Una encuesta mostró que en setiembre el consumo cayó 13% respecto a las cuarentenas cerradas. La suba de las tasas de interés implicó un golpe fuerte para las hipotecas, que son la forma habitual para tener una casa”.
Los precios de la energía en toda Europa -Reino Unido incluido- tienen el impacto de la guerra entre Rusia y Ucrania y toda la zona espera un invierno duro por las restricciones impuestas por Rusia en el gas. La incertidumbre sobre las tarifas, dice Leila, hace que la gente “se cuide mucho en el gasto de energía”. En combustibles, las 60 libras esterlinas, que eran medio tanque de una 4x4, ahora es un cuarto.
“Hay menos viajes, menos uso de la calefacción y hay un vuelco a las marcas propias de los súper y se compra menos volumen -agrega-. Además, hay mucha más concurrencia a los bancos de comida”.
El resto, atentos
Con sueldos promedios de entre 1.000 y 1.100 euros, a setiembre la inflación interanual acumulada era de 8,9%. El gobierno empezó a tomar medidas ante la preocupación y el malhumor social. Por ejemplo, puso topes en las actualizaciones de alquileres y desde el 1 de setiembre decretó la gratuidad de los trenes de cercanías y media distancia (con un crecimiento importante del número de pasajeros) y subvenciona el precio del combustible con 10 céntimos el litro. La Comunidad de Madrid rebajó 50% el precio de todos los abonos del transporte. Todas llegan, como mínimo, al 1 de enero.
Fue un fracaso el intento del gobierno de regular precios y armar una suerte de “canasta básica” (no incluía pan, leche, harina, carnes, huevos).
José María “Chema” Forte, periodista español con mucha experiencia en coberturas en la Argentina, repasa que los mayores vivieron la inflación en España; son los de menos de 50 años los que nunca pasaron por una situación como la actual.
“Hasta el diario deportivo Marca publica las horas en que la energía cuesta menos; eso no había pasado nunca. La gente pone la lavadora o plancha cuando es más barata. Los bancos están anclando las hipotecas, el transporte mensual para los jóvenes es de 10 euros y para los mayores es de dos -describe Forte-. Hay una vuelta a los mercados tradicionales, a las marcas blancas. Hay preocupación porque estamos acostumbrados a 0 de inflación, pero se están tomando tantas medidas que saldremos. Comparado con lo que viven los argentinos es nada”.
Una factura de luz, en una vivienda unipersonal, ronda los 50 euros y un alquiler en un área no céntrica de Madrid, unos 500 euros, por eso -cuenta María del Carmen, una argentina que lleva 20 años en España- el “compartir pisos volvió con fuerza”.
Jorge Herrera Marín también lleva dos décadas en Barcelona: “Hay preocupación general y retracción de inversiones porque no hay seguridad para el corto plazo. En los súper se ven que las marcas blancas copan las góndolas; las primeras, reducen los envases. En los medios se habla todo el tiempo de precios y, en especial, de la energía. No había cultura del cuidado, y ahora hay consejos para que sean todos más prudentes en el consumo. La gente no gasta ‘ni por las dudas’”.
Como no hay hábito de indexación, las empresas, en vez de usar esas cláusulas, directamente ponen “precios más altos” para contrataciones anticipadas “sino los consumidores se resisten a cerrar acuerdos”.
En Italia la situación es similar. La argentina Adriana Fabiani lleva 30 años radicada allí y admite que ahora hay una dinámica similar a la que ya vivió en la Argentina, como priorizar los consumos de estación, ir a los discounts y atender especialmente el uso de la electricidad y el gas. “El día que pagué en el bar un café de pie 1,4 euros cuando estaba, como máximo, a 1,1 me empecé a preocupar -añade-. Las expensas ya subieron 50 euros”.
En Milán, por ejemplo, la luz pasó de costar en enero 0,28 centavos de euro el Kwh a 0,627 en agosto y el mes pasado bajó a 0,5. El gas saltó de 0,50 euros/m3 en el cuarto trimestre del 2021 a 1,05 en el tercer trimestre de este año.
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