¿Cómo se hace la nafta? Viaje al casi desconocido mundo de una industria millonaria en la Argentina
Si bien la puerta de ingreso dice “Refinería La Plata”, es en Ensenada, a casi 60 kilómetros del Obelisco, donde se refina la mayor parte del combustible y de los lubricantes que consume el país. Una red de ductos, poliductos, barcos y camiones facilitan que los 189.000 barriles diarios que se producen de nafta y gasoil en el complejo industrial de YPF lleguen a todas partes de la Argentina.
El proceso se inicia con la llegada del petróleo desde la Patagonia, que es trasladado a la refinería por dos vías. El crudo pesado del sur de Santa Cruz es enviado por barcos al Puerto Rosales, en Punta Alta, y desde ahí se distribuye por ductos a la planta de YPF, a la de Raízen (comercializa la marca Shell), en Dock Sud, y a la de Axion, en Campana. El petróleo liviano de la cuenca neuquina (donde se encuentra Vaca Muerta) es enviado directamente por un ducto de 32 pulgadas, que tiene siete estaciones de bombeo a lo largo del recorrido.
En los últimos años, a medida que creció la producción de Vaca Muerta, la proporción de crudo liviano aumentó y ya representa el 55% del total que se refina en YPF. De hecho, en la planta invirtieron US$150 millones para adecuar las máquinas a este tipo de petróleo, ya que estiman que representará más del 80% a fines de 2023.
En el complejo hay tres tanques de 30.000 metros cúbicos (m3) donde se almacena el petróleo. El 80% del crudo que ingresa es producción propia, mientras que el 20% se adquiere a terceros.
La refinería tiene una capacidad para refinar 27.000 m3 por día y produce el 52% del combustible para aviones, el 39% del gasoil y el 41% de las naftas sobre el total de producción nacional. Por año, necesita de entre US$100 y US$140 millones de inversiones en gastos menores para mantener el complejo.
El proceso de refinería comienza con el ingreso del petróleo en un horno para fraccionar los distintos componentes según su ebullición. Luego se hace una nueva destilación al vacío, que termina de separar la nafta, el gasoil, el fueloil, el combustible para aviones y los distintos gases. El residuo más pesado pasa luego por un catalizador que rompe el gasoil en productos más livianos para reutilizarlos y sacarles más valor económico.
En la planta se trabaja los 365 días del año, solo se frena cuando hay algún paro programado para hacer reparaciones o mantenimiento En estos casos, la cantidad de empleados dentro del complejo pueden aumentar a 6000 personas, pero en tiempos normales, hay 4000 trabajadores, de los cuales el 10% es mujer. “Se requieren los cinco sentidos para operar la planta”, cuenta en el lugar.
Una vez que el producto está terminado, hay un laboratorio en la terminal de despacho que toma muestras de cada combustible y evalúa la calidad. Este proceso se repite en todas las 16 terminales de almacenamiento y despacho que hay en el país. La más grande se encuentra en La Matanza, que es abastecida a través de poliductos desde Ensenada. Desde la refinería también se envía combustible por barco a la Patagonia y a San Lorenzo (sur de Santa Fe), hasta las terminales de despacho, y de ahí se distribuyen en camiones.
En la terminal del complejo de La Plata hay 13 islas para el despacho de naftas y gasoil. Por día, en tiempos normales, salen de ahí alrededor de 105 camiones, con un incremento a 120 unidades en la temporada de verano, ya que desde esa terminal se abastece el sur de la provincia de Buenos Aires y la costa atlántica. En el peor momento de la pandemia, en abril del año pasado, se llegaron a despachar tan solo entre 40 y 50 unidades; hoy se está en 100 camiones por día. Cada unidad traslada 37.000 litros de combustible, que alcanza para abastecer una estación de servicio y que pueden ser de distintos tipos, ya que tiene cisternas para dividir los fluidos.
El precio internacional del petróleo en alza
La semana pasada, el Brent, la cotización internacional del barril de petróleo que se toma de referencia en la Argentina, aumentó 4,06% y llegó a su mayor nivel desde 2014, al tocar los US$83,47; luego cayó a US$82,39 en el cierre del viernes. Este incremento, que se debe a una mayor demanda de petróleo por el comienzo del frío en el hemisferio norte, presiona sobre el mercado doméstico, en el cual se comercializa el barril a un valor de alrededor de US$55.
Este fue el acuerdo que negoció a comienzos de año YPF junto con las productoras. Si bien la petrolera se abastece en mayor parte con producción propia, todavía debe comprar un 20% de lo que refina a terceros. La estrategia de la compañía controlada por el Estado es que los combustibles no suban más hasta fin de año, después de aplicar un fuerte incremento escalonado de 29% entre enero y mayo.
El presidente de YPF, Pablo González, indicó que los precios de los combustibles en surtidor no iban a aumentar por arriba de la inflación, cuando todavía se confiaba en las proyecciones del presupuesto de 2021. Ahora que las estimaciones oficiales se corrigieron hacia arriba, en torno del 45%, la petrolera podría aplicar una nueva suba en diciembre, luego de las elecciones y cuando se deba hacer una actualización del impuesto a los combustibles.
“No hay margen para ir al precio internacional de ninguna manera, la evolución local tiene que ser mucho menor. Existe una tensión permanente donde las productoras van a tensar para arriba y el Gobierno para abajo, porque tiene que haber una relación con lo que el bolsillo de los argentinos puede soportar”, dijo el secretario de Energía, Darío Martínez, la semana pasada en C5N.
Sin embargo, fuentes de YPF habían admitido que el acuerdo entre refinadoras y petroleras de fijar el barril local en US$55 iba a ser revisado en base a la devaluación de la moneda, la inflación y la evolución del precio internacional.
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