Cómo piensa Rodrigo Valdés, el economista chileno del FMI apuntado por Javier Milei
El Presidente tildó de “izquierdista” al funcionario, que fue ministro de Michelle Bachelet y se desempeña como director del Hemisferio Occidental en el Fondo; es economista y dice que a veces la teoría económica se deprecia por profesionales que “dicen cosas que pasan por técnicas pero que en realidad son sus preferencias”
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Pocas veces la economía chilena estuvo tan vinculada a las altas esferas de la economía argentina. Mientras el ministro Luis Caputo se prepara para recibir en la Secretaría de Política Económica al chileno José Luis Daza (nació en Buenos Aires porque su padre trabajaba como diplomático en Argentina), quien es considerado “derechista” del otro lado de la cordillera y fue candidato a ministro de Economía de José Antonio Kast, el presidente, Javier Milei, criticó a un técnico del FMI, Rodrigo Valdés, quien fue ministro de Hacienda entre 2015 y 2017, durante la gestión de Michelle Bachelet.
Milei tildó de “izquierdista” a Valdés por algunos señalamientos del último reporte del Fondo que plantea observaciones sobre la política económica del gobierno. Según el presidente, el organismo fue mucho más laxo con la gestión anterior y, sin mencionarlo, apuntó contra el funcionario chileno, quien trabaja como director del Hemisferio Occidental y tiene a su cargo la relación del FMI con los países del continente americano.
Si bien Valdés no hizo en términos públicos ninguna declaración directa a los comentarios de Milei, su pensamiento parece ubicarlo lejos de las ideas del presidente argentino. En una entrevista que brindó a LA NACION en 2021, criticó a los “neoliberalismos antiguos” aunque también rechazó una “izquierdización que sabemos no ha funcionado mucho en Latinoamérica”.
“El valor de la técnica se ha depreciado mucho en parte por culpa de los propios economistas que muchas veces dicen cosas que pasan por técnicas pero que en realidad son sus preferencias”, sostuvo Valdés, consultado sobre los riesgos de que Chile perdiera solidez fiscal a propósito de las elecciones presidenciales de 2021 y su consecuente cambio de signo, de la gestión de Sebastián Piñera a la actual comandada por Gabriel Boric.
El actual técnico del FMI no podría ser catalogado como “un fiscalista” pero tampoco podría ser señalado como alguien que desconoce su relevancia. Un ejemplo de ello es la recuperación de la actividad económica chilena a través del gasto público en pandemia, algo que celebró Valdés, aunque también advirtió sus posibles descalabros. En aquel entonces, en el país trasandino se había permitido usar dinero de los fondos de pensión, algo que catalogó como “Pan para hoy, hambre para mañana”. En aquel contexto de salida de la crisis, el funcionario, recibido como ingeniero en la Universidad de Chile, con un doctorado en Economía en el MIT (Estados Unidos), no cuestionaba la necesidad de brindar subsidios “grandes” sino “cómo se vuelve atrás con esas medidas”.
Los “desafíos” de corrección planteados por Valdés en Chile en aquel entonces no resultan tan ajenos a los de Argentina: “El desafío pendiente es que hay una parte del mercado laboral, el que es menos formal porque no es asalariado, que aún no encuentra normalización”, dijo, en una entrevista con Luciana Vázquez.
Además, sus observaciones en algunos aspectos macroeconómicos vinculados a la energía tampoco son tan distantes a los que los debates por las tarifas generan en la Argentina. “El precio de la electricidad está congelada; hay bastante subsidios a los combustibles, lo que también pone desafíos bien complicados de administrar en el mediano plazo”, planteó Valdés.
Pero más allá de no denostar al gasto público, tiene una visión compatible con la de “gasto inteligente”. De hecho, consideró que la fortaleza fiscal de Chile podía perderse por la pérdida de focalización de la ayuda social dirigida a los sectores más necesitados. “La clase media quiere participar en los beneficios del Estado y se ha ido perdiendo la lógica de focalización en los más pobres”, indicó.
Además, agregó un segundo motivo que puede favorecer a tendencias menos fiscalistas y que está asociado a los más jóvenes que no vivieron situaciones de crisis hiperinflacionarias: “No vivieron los dramas del pasado y por lo tanto el factor del miedo también ha ido desapareciendo”.
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