Cuando Andy Scott fue atropellado por un taxi que le quebró las dos piernas y todos los dedos, ese era el menor de sus problemas. "El accidente fue mi culpa", reconoce Scott, un exitoso empresario británico. "Iba cruzando una calle en Washington D.C. temprano en la mañana, mirando correos en mi teléfono", cuenta. "No estaba prestando ninguna atención, cuando un taxi me lanzó a su techo".
Scott estaba de visita en Estados Unidos en 2008, después de cruzar el Atlántico en su yate. Pero mientras lo llevaban de urgencia a un hospital tras el accidente, su mayor preocupación en ese momento era el colapso de su negocio en Reino Unido.
Un emprendedor que hizo su propia fortuna, Scott había creado un imperio de propiedades, hoteles y bares. Y tenía una vida lujosa. Además de su yate, volaba su propio avión y conducía dos Ferraris. Endeudado, cuando llegó la gran crisis financiera de 2008, lo perdió todo.
"Cuando era veinteañero, los bancos me lanzaban dinero", cuenta. "Como nunca había visto una crisis económica, no me había dado cuenta de sus desventajas. Luego vino la crisis y quedé literalmente destruido", recuerda. "Evité caer en la bancarrota, pero perdí más de US$7 millones. Me lo embargaron todo".
Scott cuenta que al comienzo tuvo una profunda depresión, pero después juró reconstruir su negocio, y su vida. "Me dije: tienes que creer en ti mismo, lo haz hecho antes, lo puedes hacer otra vez".
Y eso hizo. Hoy, 11 años después, su empresa con sede en Londres, REL Capital, tiene ventas anuales por más de US$37 millones anuales y su fortuna personal está estimada en cerca de US$30 millones.
Nacido y criado en Portsmouth, en la costa sur de Inglaterra, cuenta que su motivación por hacer dinero le viene de su padrastro, que era dueño de varias tiendas de dulces.
Un gran jugador de rugby y boxeador amateur, Scott comenzó a trabajar como portero en club nocturnos en 1995 cuando tenía 16 años. "Parece que era demasiado joven, pero era legal trabajar a esa edad en aquella época y yo era un tipo grande", recuerda ahora a sus 40 años. "Era un poco duro -me llevé botellazos un par de veces- pero en realidad disfruté ese trabajo".
Cuando cumplió 18, heredó US$6.000 de su abuela y decidió comprar una casa muy deteriorada. "Incluso en ese entonces, no era mucho dinero para una casa", cuenta. "Pero la rehice y doblé el dinero que había recibido".
Así, comenzó a comprar más casas para renovar y vender. Tanto, que asegura que cuando cumplió 25 años ya había renovado 250. También compró hoteles, bares y una peluquería. Hasta que llegó 2008 y, tres meses después del accidente, logró volver a caminar otra vez.
Como necesitaba tener un ingreso, trabajó una vez más como portero y también como obrero de la construcción. Luego quiso volver a comprar propiedades pero asegura que nadie le quería prestar dinero a alguien que casi se había ido a la bancarrota.
Finalmente, un amigo le hizo un préstamo para convertir en clubes nocturnos una iglesia y un cine en desuso. Los dos lugares tuvieron éxito y Andy cuenta que logró levantar de nuevo su negocio, siempre con un ojo en las oportunidades para adquirir inmuebles.
Actualmente, su firma, REL Capital, es dueña de una serie de negocios que van desde cadenas de pubs y bares, hasta empresas de transporte, de reclutamiento de personal y una compañía proveedora para los festivales de música.
"Es diverso, pero tengo experiencia en todos esos sectores", explica. "Nos especializamos en comprar negocios en problemas y los hacemos funcionar". Scott se describe como un "negociante" que después de comprar una nueva empresa, contrata administradores para que lleven el negocio.
"Aprendí desde muy temprano mis fortalezas y debilidades", afirma. "Soy terrible con los detalles, pero muy bueno con los números, cerrando negocios y siguiendo adelante".
Recordando cómo reconstruyó exitosamente su imperio, dice que fue frustrante que los bancos no lo respaldaran la segunda vez.
De regreso a la sede central en Londres, Scott cuenta que aunque su negocio es actualmente más grande que antes de 2008, ahora vive más modestamente. "Cuando lo has perdido todo, te vuelves más humilde", dice.
"Aprendí de mis errores. Solía tener un gran sobregiro, pero ahora no tengo ninguna deuda. Y solía tener Ferraris, pero ahora tengo una moto o simplemente camino".
Will Smale
Reportero de Negocios, BBC News
BBC Mundo