Cómo lograr una “revolución exportadora” con una integración productiva internacional
La Argentina exporta poco y debe mucho, y para resolver ese problema tiene que cambiar el patrón hacia una apertura exportadora con negociaciones comerciales de doble vía; cómo transformar las megatendencias de los próximos años en “megaoportunidades”
- 5 minutos de lectura'
Nuestra economía tiene un doble problema externo: exporta poco y debe mucho. En la medida en que esta espada de Damocles continúe pendiendo sobre nuestro país - es decir, mientras el endeudamiento siga siendo demasiado abultado en relación con nuestra capacidad de exportar- no podremos aspirar a un crecimiento sustentable. Con un enfoque estratégico integral, debemos cambiar ese patrón distorsivo hacia una apertura exportadora.
Este proceso debe generarse mediante una integración productiva de la Argentina con el mundo, entendiendo y aprovechando las nuevas megatendencias globales que nos dan una oportunidad única de desarrollo. Estas son la transición energética, la seguridad energética, la seguridad y trazabilidad alimentaria y los nuevos regionalismos. Frente a esta nueva realidad, el desafío para nuestro país es transformar estas megatendencias en “megaoportunidades” a través de negociaciones de doble vía.
Argentina necesita pues iniciar una política ofensiva, orientada a ganar mercados, diversificar la oferta y desconcentrar los destinos; es decir, aplicar una estrategia multipolar, generando múltiples tableros de negociaciones en países que sean complementarios al nuestro, tales como Vietnam, India, Malasia, Arabia Saudita, Sudáfrica, por sólo mencionar algunos. La apertura debe ser entonces un camino de doble mano. No sólo para generar mercados más competitivos sino también para reducir barreras arancelarias y no arancelarias que permitan a nuestros exportadores mejorar el tipo de cambio real sin que sea necesario modificar el nominal.
Nuestro país debe entonces desarrollar una agenda de negociaciones económicas internacionales en función de los intereses de los sectores productivos y exportadores, sin desatender los impactos sobre el resto de las actividades domésticas que este proceso tiene como contrapartida.
Esto último se relaciona con las dificultades que tiene un país de desarrollo intermedio como el nuestro para encarar negociaciones internacionales amplias, en parte por su estructura productiva diversificada, y en parte porque el sector más competitivo (agroindustria) enfrenta dificultades para mejorar su acceso a nuevos mercados, dadas las presiones proteccionistas existentes en muchos de los potenciales socios.
Teniendo en cuenta estos factores, la Argentina debe poner énfasis en ampliar el ingreso de productos y alimentos diferenciados por su calidad e impacto medioambiental, en buena parte del dinámico mundo emergente, sobre todo de Asia, Medio Oriente y África. En estos mercados, al igual que en el de la Unión Europea, no solo se trata de alcanzar rebajas de aranceles, sino también el reconocimiento de estándares, la eliminación de barreras técnicas, las exigencias en materia de registros, entre otros aspectos que limitan y obstaculizan el acceso de productos argentinos.
En el caso de los Estados Unidos y Canadá, donde la Argentina exporta bienes y servicios con algún grado de diferenciación, la negociación debe contener ventajas arancelarias, pero también la apertura de los mercados de servicios, que responden a criterios y metodologías diferentes. La secuencia y priorización de las negociaciones, como así también su metodología, no es definida simple y únicamente por los intereses económicos y de manera independiente. Al mismo tiempo, la secuencia debe tener en cuenta enfáticamente los tiempos que exige la adaptación del entorno local a la mayor competencia con cada uno de estos países.
En una revolución exportadora como la planteada, deben fijarse objetivos muy claros para que se hagan propios en toda la sociedad. Estos son:
- Duplicar las ventas externas en la próxima década
- Diversificar las exportaciones hacia productos de mayor valor agregado
- Desconcentrar las ventas hacia destinos complementarios
- Derramar los beneficios de las exportaciones sobre todo el espectro productivo, construyendo cadenas de valor de proveedores
En esta nueva etapa tenemos la oportunidad de conjugar lo que hasta el presente se ha presentado como irreconciliable: las exportaciones con el empleo y sobre todo, con mejores salarios. Un modelo exportador consistente permitirá tener mayor productividad y mayores salarios reales sostenibles en el tiempo.
La adopción y la aplicación de esta nueva estrategia requieren de un proceso previo de replanteos y redefiniciones tendientes a terminar con las falsas antinomias. Las antiguas polarizaciones —originadas en muchos casos en el ámbito académico y trasladadas luego al ámbito político— deben quedar definitivamente atrás. Una política de inserción permanente debe consistir en negociar escenarios múltiples y de manera simultánea para apalancar nuestro acceso a nuevos mercados.
El globo busca proveedores confiables, ya que evitar un alto en las actividades es clave para tener un horizonte de planeamiento productivo. Nuestra región tiene la posibilidad de suplir nuevas cadenas de producción en nuestro continente. Incluso, algunas empresas de origen chino ven en América del Sur la posibilidad de relocalizarse para poder exportar a Estados Unidos u otros países vecinos.
En base a una reciente encuesta de la consultora KPMG, el 69% de las cadenas de valor de las empresas que atienden el mercado de Estados Unidos podrían tener sede en nuestro continente en un futuro cercano (un alza de diez puntos porcentuales respecto a la actualidad). Además, prevén que la participación de las Américas en las cadenas de suministro a Estados Unidos presentará una suba del 16%. Parte de esto lo explican las posibilidades que ofrece Latinoamérica en materia de recursos naturales como minería, energía y agricultura, rutas comerciales estratégicas y población capacitada, además de ser menos riesgosos por su sistema político, geografía o alejados de los centros de conflicto.
De este modo, Argentina necesita explotar sus ventajas hemisféricas: menor diferencia horaria, menores barreras culturales y de idioma, resguardo de la propiedad intelectual y materias primas agrícolas y energéticas, junto a la necesidad de inversión en infraestructura de comercio, conectividad, transporte y logística. Nuestro país, en ausencia de tensiones geopolíticas, y por contar con amplias complementariedades productivas con otros países emergentes, debe desarrollar una estrategia permanente que permita generar el empleo y las divisas para salir del estancamiento secular.
Director de la Fundación Capital, expresidente del Banco Central. Senior Leadership Fellow del Adam Smith Center for Economic Freedom
- 1
- 2
Giorgia Meloni, el Papa Francisco, un gobernador peronista y un “ídolo” libertario: el podio de quienes le hicieron regalos a Javier Milei
- 3
El Gobierno oficializó la poda a la obra pública y el Tesoro le pidió a la Secretaría que devuelva 1 billón de pesos
- 4
Real hoy: a cuánto cotiza la moneda brasilera oficial y blue este viernes 20 de diciembre