Cómo la crisis europea hundióa un gigante español de la pesca
REDONDELA, España—La caída de Manuel Fernández de Sousa, quien hizo que Pescanova SA pasara de ser una empresa pesquera provincial española a un gigante multinacional, es una historia aleccionadora sobre la crisis bancaria que todavía se siente en Europa.
Sus problemas comenzaron en una reunión de la junta directiva el 27 de febrero, cuando los dos nuevos directores lo interrogaron sobre los propuestos resultados financieros de la empresa.
Dos días antes, Fernández los había convocado junto a otros grandes accionistas para alertarlos que la empresa afrontaba una escasez de efectivo de 50 millones de euros (US$65,6 millones). ¿Entonces por qué, preguntaron los nuevos directores, se disponía Pescanova a divulgar resultados de 2012 que mostraban una gran ganancia y abundancia de efectivo? "Las cifras no tenían ningún sentido", dijo uno de los dos, François Tesch, cuya firma tenía una participación de casi 6% en la empresa. Los dos directores se negaron a aprobar las cifras y Fernández no las publicó.
Esa confrontación provocó una sucesión de eventos que llevaron a Pescanova a solicitar la protección por bancarrota. Las autoridades más tarde le quitaron a Fernández —que está siendo investigado por presunta falsificación de cuentas y por vender acciones antes de que surgieran las malas noticias— el control operativo de Pescanova. El miércoles, Fernández, que se había comprometido a quedarse, dimitió.
Fernández dijo que no quería "suponer un obstáculo para la administración concursal, de cara a las negociaciones que se han de llevar a cabo con los acreedores del concurso".
El escándalo de una de las mayores empresas de pescado congelado del mundo ofrece una instantánea de la aflicción corporativa que aqueja al sur de Europa, desde que el grifo de crédito del continente se secó. Los ángulos de esta imagen ilustran a compañías que asumieron mucha deuda y crecicron con rapidez antes de que estallara la burbuja crediticia. Ahora, algunas de estas empresas están siendo investigadas por prácticas presuntamente ilegales.
En Pescanova, una reciente auditoría de KPMG halló que la empresa acumuló en secreto una deuda de 3.280 millones de euros, cerca del doble de la cantidad que había divulgado en informes financieros. Un juez lo calificó como un complot para presentar "una imagen irreal de la situación económica y patrimonial" de la empresa.
En una entrevista en junio, Fernández, que se desempeñó como presidente ejecutivo de la empresa, reconoció que la deuda era mayor de lo reportado y que había errores en la forma en que Pescanova y su auditor, BDO España, llevaron la contabilidad.
"La dirección cometió errores. BDO cometió errores", afirmó Fernández. El empresario admite haber vendido algunas de sus acciones, pero indica que después prestó más de 9 millones de euros de los fondos recaudados para ayudar a la empresa a salir de la restricción de efectivo. En una declaración legal posterior, Fernández dijo que ninguna de sus acciones formó parte de una "estrategia fraudulenta deliberada", y que fueron realizadas de buena fe para mantener a flote a su empresa. BDO declinó hacer comentarios.
Con la renuncia de Fernández, no está claro quién dirigirá ahora la empresa. La junta directiva no nombró a un nuevo presidente. Las operaciones diarias siguen en manos del administrador de la bancarrota, Deloitte. Al mismo tiempo, algunas de las filiales de la empresa en América Latina han iniciado los procesos de bancarrota en jurisdicciones locales. Esto supone un grave riesgo porque podría significar que varios de sus activos clave acaben siendo vendidos para pagar a los acreedores.
Tesch, uno de los directores, dice que la reunión de la junta duró siete horas sin receso para almorzar. Señaló que la auditoría no le dejó otra opción a Fernández que marcharse. "Simplemente fue un informe devastador", recuerda Tesch.
El colapso de Pescanova, la tercera mayor bancarrota en la historia española, se produce en un momento en que el país sufre los efectos de una ola de presuntos delitos financieros que han cargado de costos a accionistas y contribuyentes. Como en otras partes de Europa, las acusaciones de fraude corporativo están obstaculizando los esfuerzos del país para recuperar la confianza de los mercados financieros y salir de la recesión.
Además del caso Pescanova, la fiscalía española está investigando presuntas irregularidades en siete bancos que hicieron préstamos de manera agresiva durante el boom inmobiliario de principios de los 2000 y después necesitaron más de 30.000 millones de euros en rescates del gobierno cuando la economía se contrajo. Todos los bancos han negado haber cometido prácticas ilegales.
El declive de Pescanova es particularmente impactante ya que se trata de una potencia global con más de 10.000 empleados en 26 países, incluida América Latina. En 2011, su facturación fue de 1.670 millones de euros. Rodolfo Langostino, su mascota, un langostino con acento argentino que baila tango, es muy conocido entre los españoles.
Fernando Ruiz Lamas, un profesor de finanzas de la Universidad de La Coruña, en Galicia, la región donde se fundó Pescano-va, apuntó que la compañía "nunca hizo la transición de una empresa familiar a una empresa que cotiza en bolsa".
Fernández, hijo del fundador, colocó a su hijo y hermano en la junta. Ambos están bajo investigación, afirman las autoridades.
En abril, Pescanova contrató a la firma de contabilidad KPMG para que llevara a cabo una auditoría forense. Dijo que halló que la empresa pesquera ocultó deuda en filiales remotas cuyas cuentas nunca fueron consolidadas con las de la matriz. La consultora también descubrió que Pescanova utilizó facturas falsas de empresas fantasma para obtener financiación a corto plazo de bancos y empresas de factoraje, que compran facturas y después recaudan pagos.
Fundada en 1960, Pescanova fue una pionera en el uso de buques fábrica, que congelan la pesca a bordo. En los últimos 15 años, Fernández lanzó una costosa diversificación a la acuicultura, abriendo granjas de mariscos en Portugal, Ecuador y Chile. Los bancos "ofrecían más dinero de lo que uno podía desarrollar", anota Fernández. Pero el crédito se secó cuando Europa entró en crisis en 2008, añade, y desde entonces ha sido difícil financiar la empresa.
A mediados de 2011, un banco de ahorros de Galicia, que estaba tratando de reducir su tamaño debido a la recesión en el país, vendió una participación en Pescanova y renunció a dos puestos en la junta. Para ocupar sus lugares, llegaron Tesch, representando a la firma de inversión Luxempart, con sede en Luxemburgo, y José Carceller, representando a la cervecera Grupo Damm, con sede en Barcelona.
A mediados de 2012, Fernández sorprendió a los nuevos directores con un plan para recaudar capital emitiendo más acciones. Tesch y Carceller accedieron bajo la condición de que Fernández los nombrara al comité de auditoría de la junta.
Tras completarse la emisión de 125 millones de euros en agosto, Fernández les dijo a los directores que tendrían que esperar a que los accionistas votaran en una propuesta para expandir el comité en la reunión anual de abril. Fernández explicó recien-temente que no quería obligar a un miembro del comité de auditoría de entonces a renunciar. Pero Tesch empezó a tener sus dudas. "Había una fuerte resistencia y me pareció un poco extraño".
Pero las cosas no tardaron en enrarecerse aún más. El 15 de febrero, Fernández proyectó una ganancia para 2012 que rondaba los 40 millones de euros, superando las estimaciones anteriores, indica Tesch.
Sin embargo, el 25 de febrero, Fernández convocó a Tesch y Carceller, además de otros grandes accionistas, a un reunión de emergencia para discutir la restricción de liquidez de 50 millones de euros. En una entrevista, Fernández atribuyó los cambios en el pronóstico a negociaciones volátiles con prestamistas y firmas a las que había intentado vender algunos de los activos chilenos de Pescanova.
Finalmente, llegó la reunión de la junta del 27 de febrero que, según Carceller, produjo el "bombazo" que sacaría a relucir los problemas de Pescanova.
Tesch y Carceller pasaron la mañana debatiendo el informe financiero de 2012 con Fernán¬dez. El documento mostraba ga-nancias sólidas y casi 150 millones de euros en efectivo, sin indicios de la crisis de liquidez que Fer¬nández había mencionado dos días antes, informaron los parti¬cipantes de la reunión.
Tesch y Carceller dicen que se encontraron ante un dilema. Si accedían a firmar el informe, po¬drían acabar siendo acusados por la fiscalía de respaldar informa¬ción falsa. Pero negarse supondría poner en evidencia los problemas de la compañía y perjudicar el va¬lor de sus inversiones.
Al final, se negaron a firmar. "Si hubiéramos firmado esos papeles, esto hubiera continua¬do con más deuda y más proble-mas", dijo Tesch.
En retrospectiva, Fernández dice que el informe financiero nunca debería de haber sido pre¬sentado a la junta. Parte de la cul¬pa la tenía BDO, señaló, pero "la dirección debe producir las cifras correctas y evitar que una perso¬na cometa errores". BDO no está siendo investigada, aseguran las autoridades.
El 28 de febrero, Pescanova informó a la comisión de valo¬res que aplazaría la publicación de sus resultados financieros de 2012, hasta que vendiera su ne¬gocio chileno o buscara la pro¬tección por bancarrota.
A mediados de marzo, Fernán¬dez anunció que había discrepan¬cias que "podrían ser significati¬vas" en la magnitud de la deuda antes reportada y varias semanas después Pescanova se declaró en bancarrota. Además de Fernández, cinco miembros actuales y previos de la junta están siendo investiga¬dos por un juez por acusaciones de falsificación de cuentas. Algu¬nos altos ejecutivos también están bajo investigación. A excepción de Fernández, los ejecutivos y direc¬tores no pudieron ser localizados para hacer comentarios.