Cómo impactarán los vientos externos en la economía argentina
Convulsión en Chile, Bolivia, Venezuela y Colombia, guerra comercial entre los Estados Unidos y China, avance del Brexit y, por si todo eso fuera poco, juicio político al presidente estadounidense, Donald Trump, y enfriamiento del acuerdo Mercosur-Unión Europea. Como si la economía argentina no tuviera ya suficientes problemas internos, también debe lidiar con un contexto externo que, como mínimo, ya no se presenta como el famoso viento de cola que supo reinar en los dos primeros gobiernos kirchneristas.
¿Cómo puede impactar este escenario conflictivo en la economía argentina? A nivel general, se puede decir que provocará una menor llegada de inversiones, que empujará a la baja los precios de las commodities que exporta el país (o, al menos, impedirá su suba) y que reducirá la demanda de las exportaciones locales.
La economista Marina Dal Poggetto, directora de la consultora Eco Go, opina que el mundo hoy no ofrece viento de cola para el país, pero dice que tampoco hay viento en contra. "Lo que sí se ve es que América Latina sufre los coletazos de menores precios de las commodities. Y la Argentina, en ese contexto, está con un cambio político y con un mercado que tiene temor a un default y le cortó el crédito al país, por lo cual su situación es delicada", comenta.
Por cercanía, la situación de la región es la primera a analizar. La convulsionada realidad no solo influye en la Argentina porque hace crecer la desconfianza de los inversores sobre América Latina en general, sino que, además, impacta porque esta parte del planeta es justamente el principal destino de las exportaciones del país. "Este año, el PBI de la región apenas crece 0,1% y aún está en duda si eso mejorará en 2020", dice Marcelo Elizondo, consultor, analista económico internacional y director general de DNI Consultores.
Los montos de las exportaciones a Sudamérica alcanzan los US$20.500 millones (en el último ejercicio anual sumaron US$20.438 millones) y superan a las ventas a Europa (US$11.800 millones), a Asia (US$15.800 millones) y al resto de América (US$7200 millones), según Elizondo. "Por supuesto, también superan holgadamente las cifras de lo enviado a África y Oceanía", acota.
Más allá del perjuicio que ocasionarían los países afectados por convulsiones sociales, está el caso de Brasil, el mayor mercado de la región, que ahora es una plaza bajo amenaza por la discusión pendiente sobre el futuro del Mercosur (¿reducciones de aranceles?, ¿baja común o parcial?, ¿flexibilización?).
Para Elizondo, el futuro de la relación de la Argentina con Brasil en el marco del Mercosur, es lo más relevante. "Además, las exportaciones a Brasil son básicamente de bienes industriales. ¿Que hay en juego? Que si el gobierno de Bolsonaro logra su propósito de reducir el arancel externo común, las exportaciones argentinas a Brasil ya no gozarán del confort de la reserva exclusiva de mercado y estarán sometidas a una competencia que hoy no tienen", analiza.
En relación con el Mercosur, algo que no podría llamarse un conflicto estrictamente, pero que sí significará una mala noticia para la economía local, es el enfriamiento del acuerdo entre el bloque y la Unión Europea, que se firmó este año y se exhibió como un gran logro de la administración de Mauricio Macri, luego de 20 años de idas y vueltas. María Castiglioni Cotter, socia de C&T Asesores Económicos, considera que se trata de un tema delicado, porque lo acordado debe ser refrendado por los congresos de cada país firmante, y ella no ve que el actual gobierno impulse eso, ya que no tiene una estrategia proexportación.
Según Castiglioni Cotter, el acuerdo con la Unión Europea implica pensar en un mercado más grande, con muchas ventajas para el sector agroexportador y dejarlo de lado es, lamentablemente, desperdiciar una oportunidad. "Era una posibilidad muy interesante para despegar como exportadores, porque cuando mirás los países que crecen en el mundo, observás que son los que tienen mejor nivel de competitividad y de comercio exterior", explica la economista.
En un plano totalmente ajeno a cualquier decisión que pueda tomarse aquí, aparece la guerra comercial entre los Estados Unidos y China, que se inició cuando Trump impuso aranceles, hasta ese entonces inexistentes, a las importaciones de acero y aluminio provenientes de China , argumentando "prácticas desleales de comercio y robo de propiedad intelectual". A partir de allí, y a pesar de que se sucedieron innumerables reuniones entre las partes, el conflicto fue in crescendo, a punto tal que a la fecha hay casi a un arancelamiento del total del comercio por ambas partes.
¿Qué repercusiones globales ha tenido este grave escenario de disputa comercial entre las dos primeras economías del mundo? Luis Palma Cané, economista y director de Fimades responde que, como era de esperar, se ha producido una fuerte caída de los flujos del comercio exterior, ya que muchos países, por precaución, han comenzado también a tomar medidas proteccionistas de arancelamiento. Eso provoca una creciente desaceleración de la economía global.
Respecto del impacto que esto tuvo en la economía argentina, Palma Cané comenta: "Si bien en un comienzo el conflicto generó una compra marginal de soja por parte del gobierno chino, lo cierto es que la caída mundial del comercio exterior, las continuas medidas proteccionistas de distintos países y el comienzo de algunas peligrosas devaluaciones competitivas han afectado notoriamente el potencial volumen de nuestras exportaciones".
Para contrarrestar este adverso escenario, dice que será imprescindible incrementar la competitividad de las exportaciones. Las herramientas serían un tipo de cambio adecuado, una reforma laboral y otra impositiva que sean acordes con la actual realidad económica mundial y un suficiente financiamiento, entre otras. "Todo ello, sumado a una agresiva política comercial que permita ir cerrando acuerdos de libre comercio con nuestros principales socios", agrega Palma Cané.
Ricardo Baccarin, director de la firma corredora de granos Panagrícola, afirma que el primer impacto de la guerra comercial entre China y los Estados Unidos va a ser una fuerte baja del valor de las commodities en el mercado internacional. "De todos modos, también hay que aclarar que eso puede compensarse con los precios domésticos de la Argentina y Brasil. Además, si bien el mercado de soja toma como referencia a Chicago, tiene un mercado secundario: dicho de otro modo, la soja argentina vale un poco más de lo que cotiza en Chicago", indica el especialista.
Está claro que la economía local no tendrá el impulso del boom de las commodities que tuvo en gran parte de la primera década de este siglo. Pero, ¿qué puede pasar con los precios en 2020? "En los últimos dos meses lo que vemos es que hay un precio sostenido (unos US$310 la tonelada), pero tendríamos que estar mucho mejor y no lo estamos por la guerra comercial entre los dos gigantes. De limarse esas asperezas puede haber un mercado entonado, pero no explosivo como cuando la tonelada de soja llegó a US$600, a fines de 2007 y principios de 2008", dice Baccarin.
Ramiro Castiñeira, director de la consultora Econométrica, destaca que el fin del boom de las commodities finalizó afectando las cuentas públicas y el crecimiento económico de toda la región, algo que derivó en protestas generalizadas. "Obviamente, hay diferencias entre los países, porque cuando esa bonanza terminó quedó en evidencia quiénes fueron más prolijos y ahorraron. La Argentina terminó con un déficit fiscal de 8 puntos del PBI, otro tanto Brasil y Bolivia, mientras que Venezuela superó los 20 puntos, pero el resto mostró uno o dos puntos", detalla.
En ese contexto, dice Castiñeira, entra en juego el famoso "Grupo de Puebla", donde expresidentes de la "década populista" buscan desligarse de los problemas y echarle culpas a sus típicos fantasmas, como el neoliberalismo. "Cómo jugará Alberto Fernández en este contexto no es algo menor, porque si se mete en el grupo chiquito de Puebla, se va a perder la oportunidad de relacionarse con los países con los que verdaderamente se puede crecer y hacer negocios", opina el economista.
En medio de todo esto, esta semana se supo que, finalmente, la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, con mayoría demócrata, aprobó iniciar el impeachment (proceso de juicio político) al presidente Trump, a partir de dos graves acusaciones: abuso de poder y obstrucción de la justicia. El próximo paso es que los senadores concreten el juicio en cuestión. Como la sentencia de culpabilidad requiere una mayoría especial, de las dos terceras partes de los miembros, se descarta que el mandatario será declarado inocente
Según explica Palma Cané, el salir indemne de este proceso le dará a Trump una clara consolidación de su poder y una posible reelección. "Si ese fuera el caso, el presidente aumentará sus ya habituales presiones comerciales y políticas. A nivel global, eso llevará a que los países no alineados con Estados Unidos sufran consecuencias económicas, a las que ya nos tiene acostumbrados Trump. Mientras que respecto de nuestro país, sin duda, la administración republicana aumentará su presión para que el gobierno deje de lado su acercamiento político progresista a países tales como Venezuela, Cuba, la Bolivia de Evo Morales, etc, bajo amenaza de represalias económicas, tales como suba de aranceles y falta de apoyo en las negociaciones con el FMI", destaca Palma Cané.
Otro conflicto que parece lejano, pero que también podría hacer llegar algún coletazo por estas latitudes, es el Brexit (algo que, según los analistas, es un tremendo error cometido por la política del Reino Unido). Aldo Abram, director de la fundación Libertad y Progreso, explica que una salida "dura y desordenada" (poco probable hoy) generaría un fuerte aumento en la percepción de riesgo en el mundo, y eso haría que los capitales se alejen de los mercados riesgosos, como la Argentina. "Además, produciría un impacto en nuestras exportaciones por dos vías: una, por menor demanda mundial que tenderá a contraerse y otra, por apreciación del dólar, porque el mundo busca refugio en esa moneda y hace subir su valor", agrega el economista.
Abram señala, asimismo, que hay riesgo de que se esté formando en el mundo una burbuja, porque están todos los bancos centrales emitiendo significativamente. "Eso en el corto plazo puede ser bueno para la Argentina, porque hay mayor liquidez dando vueltas, pero en el mediano plazo es perjudicial, porque en un momento eso estalla. Es más, si el Brexit y el resto de los ruidos internacionales no se resuelven adecuadamente, puede ser que ese globo explote incluso antes", subraya el economista.
Por su parte, una variable externa que puede significar una buena noticia para el país es la tasa de interés. "A fines de 2018 se pensaba que la Reserva Federal iba a ajustar al alza la tasa, pero no solo no hizo eso, sino que la bajó tres veces. Esto es importante desde el punto de vista de la reestructuración de deuda que tiene que enfrentar la Argentina, porque niveles de tasas de interés más bajas predispone mejor a los acreedores para aceptar un trato con algún tipo de quita", señala Diego Martínez Burzaco, economista de Inversor Global.
Esa tasa de interés muy baja vino acompañada por una inyección de liquidez global que beneficia en el corto plazo a la Argentina. "Entonces, lo primero que hay que analizar son las perspectivas para 2020, donde vislumbro poca oscilación en la tasa de interés americana, porque Trump la quiere baja para debilitar al dólar y mejorar la competitividad de las exportaciones estadounidenses respecto de otras economías", enfatiza Martínez Burzaco.
La segunda cuestión financiera importante tiene que ver con el movimiento de divisas: durante este año, en el peor momento de la guerra comercial entre los Estados Unidos y China, el gigante asiático decidió devaluar el yuan y, además, hubo una devaluación de las monedas latinoamericanas respecto del dólar. "Entonces, otro punto a monitorear será el comportamiento de las monedas en relación con el dólar estadounidense y, sobre todo, de los principales socios comerciales nuestros", apunta Martínez Burzaco.
El tercer factor en importancia en lo financiero, tiene que ver con los mercados a nivel global. "Los de acciones están en máximos históricos y los rendimientos de la deuda corporativa y soberana están en mínimos históricos. Dentro de las emisiones de países soberanos, el 60% rinde negativamente, y eso no se debe a que mejoró la calidad crediticia de estos deudores, sino a que hay una liquidez extrema que no sabe adónde ir y no puede volcarse todo a acciones. Allí tenemos un gran problema, porque si este ciclo de liquidez global se da vuelta, puede venir una corrección muy fuerte de los bonos corporativos y soberanos", refiere Martínez Burzaco.
En una economía tan vulnerable como la argentina, todos estos coletazos mencionados, pueden llegar a tener un mayor impacto que en otros países. Algo que podría agravarse si finalmente la Argentina pierde la categoría de mercado emergente y vuelve a ser considerado "de frontera", algo que podría influenciar a los grandes inversores institucionales que dejarían esta plaza de lado.
Una consideración no menor es que, según algunos analistas, un país más cerrado al mundo, como se supone que puede ser el de este gobierno de Fernández, puede ser menos afectado por los conflictos internacionales. Pero, incluso en ese caso, el resultado en el largo plazo no es positivo. "Puede ser que te pegue menos el ruido internacional, pero así estás condenado a no crecer, porque la Argentina tiene un mercado muy chico. Te pega menos, pero tampoco va a llegar un solo dólar. ¿Quién va a querer invertir acá ahora? ¿De qué nos sirve producir tanta soja, tanta carne o tecnología del conocimiento si te cerrás al mundo? Y si no te abrís, no vas a generar espacios de exportación", argumenta Castiglioni Cotter.
Si bien está claro que el contexto externo no es el de 2008/2009, cuando explotó la crisis de las subprime, no son pocos los conflictos internacionales que amenazan con desatar otra tormenta; una tormenta que deberá atravesar de la mejor manera posible la economía argentina.
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