Cómo entran en juego las variables endógenas y las exógenas
Diferenciar unos factores de otros es una herramienta básica para los graduados en economía; el concepto es relevante en el aprendizaje de la micro y de la macroeconomía y también en los de comercio exterior, moneda y finanzas públicas
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Una de las herramientas básicas con las cuales salimos a la calle los graduados en economía es la distinción entre variables endógenas y exógenas. Distinción relevante en los cursos de micro y macroeconomía, pero también en los de comercio internacional, moneda y finanzas públicas. Las variables exógenas son aquellas que están fuera de nuestro control, pero que nos afectan; las endógenas son las que dependen de nuestras acciones. Para un taxista en CABA la tarifa es una variable exógena, la cantidad de horas que trabaja cada día, una variable endógena. ¿Cómo funciona esta distinción en la teoría y en la práctica? Al respecto me comuniqué con el italiano Gustavo Del Vecchio (1883-1972).
En 1883 nacieron también John Maynard Keynes y Joseph Alois Schumpeter, y falleció Karl Heinrich Marx. La niñez de Del Vecchio fue conmocionada por el asesinato de su padre, por parte de un empleado que trabajaba en la empresa familiar. Luego de la Primera Guerra Mundial comenzó su prestigiosa carrera académica, primero en Trieste, entre 1920 y 1926; luego en Bologna, a partir de 1926, y en Milán desde 1934. Tuvo que abandonarla por ser judío. Giovanni Demaría fue su alumno más importante. Luego de la Segunda Guerra Mundial volvió a la cátedra, en Bologna y en Roma, las universidades en las que había estudiado. Entre 1947 y 1948 fue ministro del Tesoro y del Presupuesto, y durante un par de años fue director del Fondo Monetario Internacional.
–Según Riccardo Realfonzo, usted fue uno de los más conocidos e importantes economistas italianos, incansable maestro de varias generaciones, pero su trabajo fue olvidado. ¿Por qué?
–Por la barrera idiomática y por el carácter no sistemático de mi obra. Sobre lo primero cabe citar el trabajo clásico de Eugeny Eugenievich Slutsky, descomponiendo el impacto de un cambio de precios en los efectos sustitución e ingreso, y el de José Barral Souto, planteando la teoría ricardiana del comercio internacional, en términos de lo que luego se denominó programación lineal. El primero de los trabajos fue originalmente publicado en italiano; el segundo, en castellano. ¿Quiere que “el mundo” se entere de sus ideas? Redáctelas en inglés.
–¿Alguna otra razón por la cual usted entró en el olvido?
–Siempre según Realfonzo, fui obstinadamente antidogmático, manifestando continuamente mi insatisfacción con la teoría. La principal lección que les trasmití a mis alumnos fue la de seguir buscando, rechazar los dogmatismos, y nunca perder contacto con la realidad. Por lo cual me convertí en la “conciencia crítica” de la escuela neoclásica italiana. Para que la ciencia económica avance es esencial estudiar a los grandes economistas del pasado. La historia del pensamiento económico es una extraordinaria fuente de ideas. A fines de la década de 1920, comienzos de la de 1930, comencé a adoptar una actitud escéptica con respecto a la teoría económica del corporativismo, a pesar de que, al igual que Vilfredo Pareto y Maffeo Pantaleoni, inicialmente había mirado con simpatía al fascismo.
–¿Para qué sirve distinguir entre las variables endógenas y exógenas?
–Antes que nada, una aclaración, porque la formulación de la pregunta, usual en los cursos de economía, se presta a confusión. El carácter endógeno o exógeno no es intrínseco a las variables, sino que alude a la unidad económica que se está analizando. Unidad económica que puede ser un individuo, el gerente de una empresa, o el ministro de economía de un país.
–Deme un ejemplo.
–Al comienzo de esta conversación usted planteó el caso de un taxista en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, para el cual la tarifa que puede cobrar es una variable exógena, mientras que la cantidad de horas que trabaja por día es una variable endógena. Pues bien, para el jefe de gobierno de CABA la tarifa es endógena, porque él sí que la puede modificar. Ergo, la endogeneidad, o exogeneidad, no está en la tarifa, sino en la unidad económica que estamos analizando.
–Bien, ¿cómo incorpora esta distinción en el mecanismo decisorio?
–Cada unidad económica toma nota del valor de las variables que para ella son exógenas, y acomoda su realidad sobre la base de las variables que puede controlar. ¿Una política de subsidios le regala la energía, más allá del costo de producirla y distribuirla? Entonces deja la luz prendida, en vez de abrir las ventanas.
–El avance teórico a veces implica endogeneizar una variable que antes se consideraba exógena.
–Importante cuando la exogeneidad estaba asociada con la ignorancia o carencias instrumentales. Los pronósticos meteorológicos mejoraron sustancialmente cuando, a raíz de los satélites, los modelos pudieron endogeneizar el impacto que lo que ocurre en los océanos, tiene sobre el clima en la porción terráquea del Globo. Los especialistas lo sabían, pero antes de los satélites no contaban con información.
–En muchos modelos las variables exógenas aparecen como constantes.
–Esto solo sirve como punto de partida, porque todo decisor debe saber que las variables que para él son exógenas pueden modificarse ¡de manera exógena! Ningún productor de soja puede, vía cambios en su nivel de producción, modificar el precio mundial del producto. Pero una sequía sí puede hacerlo. Este punto es importante por la frecuencia con la cual, cuando mejora exógenamente el precio mundial de un producto, productores y sobre todo gobiernos, actúan como si dicha mejora fuera permanente, cuando generalmente es transitoria.
–Hasta ahora hablamos de endogeneidad y exogeneidad en los modelos. ¿Qué ocurre en la práctica?
–Permítame exagerar un poquito.
–Adelante.
–En la práctica, la exogeneidad es inexistente o muy infrecuente. Pearl Harbor terminó siendo una tragedia para Japón, pero no fue el resultado de que un día un almirante de dicho país, como se despertó con dolor de muelas, decidió atacar la referida base norteamericana. Japón no tiene petróleo y por ende sus fuerzas armadas necesitaban apropiarse de alguna fuente, por ejemplo, las ubicadas en Indonesia. Para lo cual… Pearl Harbor.
–Usted sugiere que, para entender, mejor conectar los hechos.
–Efectivamente, lo cual no me convierte en un determinista. La endogeneización del análisis resulta más útil, para entender la realidad y adoptar las decisiones, que pensar que cada tanto sucede algo, porque algunos creen, contrariando a Albert Einstein, que Dios juega a los dados.
–¿Qué quiere decir que usted no es determinista?
–Que determinada reacción a un estímulo, puede disparar más de una respuesta y, sobre todo, generar dinámicas sobre las cuales sabemos poco. La mala respuesta a esto es querer frenar toda innovación; la buena es entender el contexto extremadamente incierto en el cual hay que adoptar las decisiones.
–Don Gustavo, muchas gracias.