Cómo China abortó la liberalizacióndel yuan para favorecer a las estatales
BEIJING.—En una reunión a puerta cerrada en marzo, algunos de los economistas y banqueros más prominentes de China fueron directo al grano y le pidieron al Banco Popular de China que dejara de luchar contra los mercados y permitiera una devaluación del yuan.
Fue en vano. "La tarea principal es mantener la estabilidad", respondió un representante del banco central, según las minutas de la reunión a las que tuvo acceso The Wall Street Journal.
El encuentro dejó pocas dudas de que los máximos líderes chinos habían perdido interés en llevar adelante el importante cambio de política anunciado sorpresivamente nueve meses antes. El Banco Popular de China reveló en agosto de 2015 que dejaría que el mercado tuviera una mayor incidencia en el valor del yuan, un paso significativo en la liberalización de la segunda economía del mundo.
La realidad, sin embargo, es que la tasa de cambio del yuan está nuevamente bajo estricto control gubernamental, según las minutas de las reuniones que detallan las deliberaciones en privado, además de entrevistas con funcionarios chinos y asesores que hablaron con The Wall Street Journal sobre la política cambiaria del país.
El banco central abandonó el mecanismo de mercado en una reunión a puerta cerrada el 4 de enero, dijeron personas cercanas. La entidad no ha divulgado el cambio, pero, en esencia, ha reanudado la vieja práctica de ajustar la cotización diaria de la divisa según los designios de Beijing.
El cambio de parecer es un signo del creciente recelo de las autoridades acerca de la fuga de capitales. Por ahora, creen que los beneficios de liberalizar el yuan son superados por las amenazas.
La liberalización del yuan, el mayor cambio de la política monetaria china en una década, tenía como objetivo dar más poder a los consumidores y revitalizar la economía. La reacción adversa de los mercados mundiales y de los propios chinos, que se apresuraron para sacar su dinero del país, fue tan perturbadora que lo máximos líderes, encabezados por el presidente Xi Jinping, comenzaron a tener dudas.
En un cónclave de altos dirigentes del Partido Comunista realizado en diciembre, Xi llamó a los mercados y el sistema regulatorio chino "inmaduros" y agregó que "la mayoría" de los dirigentes del partido no había hecho lo suficiente para orientar la economía hacia un crecimiento más sostenible, dicen asistentes al encuentro.
A los oídos del banco central, había sólo una interpretación: había que pisar el freno. El Banco Popular de China administra la cotización del yuan alternando entre fijar un valor frente al dólar y a una canasta de monedas. La oficina de prensa de la entidad no respondió a solicitudes de comentarios.
Beijing organizó este mes lo que parecía ser una campaña publicitaria dirigida a reafirmar sus intenciones de reformar la economía manteniendo la estabilidad del yuan. Esto ocurrió después de que una ola de crédito ayudó a expandir el Producto Interno Bruto en 6,7% en el primer trimestre, el menor crecimiento en siete años. Gran parte del US$1 billón en nuevos préstamos fue a parar al mercado de la vivienda, generando dudas sobre la sostenibilidad de una expansión basada en el endeudamiento y la voluntad de los líderes para reestructurar la economía.
El Diario del Pueblo, portavoz del Partido Comunista, advirtió el 9 de mayo un extenso artículo contra el retorno a las viejas formas de estimular el crecimiento.
Personas al tanto dicen que los principales asesores económicos de Xi ordenaron la publicación del artículo, que también hizo hincapié en la necesidad de mantener el yuan "básicamente estable". La oficina de información del Consejo de Estado de China no respondió a solicitudes de comentarios.
Xi, de 62 años, asumió el poder a fines de 2012 y se ha establecido como el líder más poderoso del país en décadas.
La política económica china estuvo durante mucho tiempo bajo el control del primer ministro. Eso cambió con la llegada de Xi, quien concentró poderes bajo su mando. Para su consternación, las reformas económicas que ha pedido no han sido realizadas de manera efectiva por el gobierno encabezado por el primer ministro, Li Keqiang, dicen fuentes cercanas a Xi.
Los partidarios de Li dicen que el primer ministro está en una posición difícil puesto que una de sus responsabilidades es alcanzar las metas de crecimiento de Xi. Agregan que para cumplir tales objetivos, el gobierno tiene que dar marcha atrás con los cierres de fábricas y retrasar la liberalización de flujos de capital y otras modificaciones.
La preferencia por la estabilidad en lugar del cambio en la poltica cambiaria refleja los reacomodamientos de los funcionarios de cara a la reorganización de la cúpula del partido el año que viene, cuando deben renovarse la mayoría de los siete miembros del Comité Permanente del Politburó. "Nadie quiere cometer errores en este momento", reveló un alto funcionario del Partido Comunista.
La marcha atrás en la liberalización del yuan deja al banco central en la difícil posición de tener que continuar la batalla contra la presión a la baja de la moneda, también conocida como renminbi. Desde fin de abril, la cotización del yuan ha caído durante tres semanas consecutivas.
La estabilidad de la moneda se produce a expensas de las reservas de divisas y limita la capacidad del banco central para proteger la economía. Las reservas de China en moneda extranjera rondaron los US$3,22 billones en abril, frente a los casi US$4 billones de junio de 2014. El Departamento del Tesoro de Estados Unidos estima que Beijing vendió más de US$480.000 millones de sus reservas para apuntalar el yuan entre agosto del año pasado y marzo.
La política cambiaria ha sido uno de los problemas económicos de mayor carga política de China. Entre quienes presionan al banco central para permitir que el mercado devalúe el yuan, como indicó en agosto la propia entidad, figuran el Ministerio de Comercio, que busca ayudar a los exportadores con una moneda más débil.
Las gigantescas empresas estatales, que, en general, están preparadas para hacer frente a los vaivenes del mercado y poseen grandes cantidades de deuda denominada en dólares. Debido a ello, prefieren que el yuan esté lo más cerca posible del dólar.
Eswar Prasad, experto en China de la Universidad de Cornell y ex representante del FMI en China, sostiene el "enfoque desigual y aleatorio para flexibilizar el tipo de cambio resalta las tensiones entre el deseo del gobierno de liberalizar los mercados y su tendencia a ignorarlos cuando que no producen los resultados que pretende".
La poderosa Comisión de Supervisión y Administración de Activos Estatales desempeñó un papel decisivo para convencer a los líderes chinos de que era mejor dar marcha atrás. Mientras más caiga el yuan, argumentaron, más cara será la carga de deuda de las empresas estatales.
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